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Convento
de San Carlos |
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Estos terrenos eran parte de la estancia jesuítica
San Miguel del Carcarañal. Luego de que los jesuitas fueran expulsados
en 1767, la orden franciscana obtuvo esta propiedad en 1780. Dado
el estado de deterioro del casco original, los religiosos franciscanos
decidieron construir un convento en el paraje de San Lorenzo, conocido
desde el siglo XVII por existir allí una bajada al río Paraná. El
traslado al nuevo lugar ocurrió en mayo de 1796.
El convento, por distintos motivos, no se terminó hasta mediados
del siglo XIX, en tanto muchos de los trabajos de equipamiento datan
de la primera década de este siglo. Ello hace difícil precisar características
únicas para el conjunto, que actualmente se compone del convento
y la iglesia, el Colegio Seráfico (seminario de la Orden), el de
Nuestra Señora de la Misericordia y el Colegio San Carlos. Formalmente
se reconocen elementos tradicionales de la arquitectura colonial,
como austeridad y sobriedad, junto a otros propios del estilo neoclásico
francés de finales del siglo XVIII, representados en la iglesia
y el Colegio San Carlos. Entre los profesionales que intervinieron
se mencionan el escultor Isidro Lorea, el maestro Juan Baustista
Segismundo, José Pujol, el maestro Juan Gollán y el arquitecto estadounidense
Timoteo Guillón.
Las distintas salas del convento muestran testimonios de un hecho
histórico que ocurrió en sus inmediaciones, la Batalla de Sal Lorenzo.
En el Convento de San Carlos hay diversas dependencias dedicadas
a conmemorar este acontecimiento:
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Claustro
del Convento San Carlos |
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Convento
de San Carlos |
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Pintura
del combate de San Lorenzo |
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Museo
Histórico |
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Posee varias salas
de exposición, que incluyen la Capilla Antigua, con una muestra
de arte religioso; el Cementerio Conventual, donde se encuentran
las tumbas de !os religiosos fallecidos; y una urna, señalada con
el Escudo Nacional, que contiene los restos de los caídos en el
combate de San 'Lorenzo. |
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Sala
del Combate |
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En esta celda se alojó el coronel San Martín. Otras
salas importantes son las destinadas a Hombres y Hechos, a la Construcción
del Convento, a Objetos, a la Botica y a la obra de las Misiones
Franciscanas.
El Refectorio era el comedor de los religiosos; en el combate fue
utilizado como hospital de sangre: allí murió Juan Bautista Cabral.
En otras oportunidades, dicho salón ha sido utilizado por presidentes
para firmar acuerdos interprovinciales. Por último está la Celda,
donde agonizó el capitán Bermúdez por once días.
Frente al convento se hallan el Monumento a la Batalla de San Lorenzo
y el Campo de la Gloria. En la parte posterior, sobre la avenida
San Martín, aún crece el pino a cuya sombra el coronel San Martín
escribió el parte de la batalla.
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La
batalla de San Lorenzo |
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El 3 de febrero de 1813 se produjo el bautismo
de fuego para los Granaderos a Caballo, formados por el coronel
José de San Martín. La flota española, con base en Montevideo, saqueaba
constantemente las costas del río Paraná, por lo que el gobierno
patriota decidió ponerle fin. Enterado San Martín de que se realizaría
un desembarco en San Lorenzo, llegó hasta el lugar con 150 granaderos
para combatir a los agresores. Los españoles desembarcaron y subieron
la barranca.
Lo que sigue es la narración del historiador y
presidente Bartolomé Mitre:"Los enemigos habían avanzado
mientras tanto unos 200 metros, en número de 250 hombres. Venían
formados en dos columnas paralelas de compañías por mitades, con
la bandera desplegada y traían dos piezas de artillería de a 4 al
centro y un poco a vanguardia de la columna, marchando a paso redoblado
a! son de pífanos y tambores. En aquel instante resonó por primera
ver el clarín de guerra de los Granaderos a caballo, que debía hacerse
oír más tarde por todos los ámbitos de América. Instantáneamente
salieron por derecha e izquierda de las alas del monasterio los
dos escuadrones sable en mano y en el aire de carga, tocando a degüello.
San Martín llevaba el ataque por la izquierda y el capitán Justo
Bermúdez por la derecha. San Martín, que era el que tenía que recorrer
la menor distancia, fue el primero que chocó con el enemigo.
Las cabezas de las columnas españolas, desorganizadas
en la primera carga, que fue casi simultánea, se replegaron sobre
las mitades de retaguardia y rompieron un nutrido fuego contra los
agresores, recibiendo a varios de ellos en la punta de sus bayonetas.
San Martín, al frente de su escuadrón, se encontró con la columna
que mandaba en persona el comandante Zabala,jefe de toda la fuerza
de desembarco. A1 llegar a la línea recibió a quemarropa una descarga
de fusilaría y un cañonazo a metralla, que matando su caballo le
derribó en tierra, tomándole una pierna en su caída. Trabóse a su
alrededor un combate parcial al arma blanca, recibiendo él una ligera
herida de sable en el rostro.
Un soldado español se disponía ya a atravesarlo
con la bayoneta, cuando uno de sus granaderos, llamado Baigorria
(puntano), lo traspasó con su lanza. Imposibilitado de levantarse
del suelo y de hacer uso de sus armas, San Martín habría sucumbido
en aquel trance, si otro de sus soldados no hubiese venido en su
auxilio echando resueltamente pie a tierra y arrojándose sable en
mano en medio de la refriega. Con fuerza hercúlea y con serenidad,
desembaraza a su jefe del caballo muerto que lo oprimía, en circunstancia
que los enemigos, reanimados por Zabala a los gritos de ¡V¡va el
rey!, se disponían a reaccionar
y recibe en aquel acto dos heridas mortales gritando
con entereza ¡Muero contento! ¡Hemos batido al enemigo! Llamábase
Juan Bautista Cabral este héroe de última fila: era natural de Corrientes
y murió dos horas después repitiendo las mismas palabras. Casi al
mismo tiempo, el alférez Hipólito Bouchard arrancaba con la vida
la bandera española de manos del que la llevaba, habiendo el capitán
Bermúdez, a la cabeza del escuadrón de la derecha, hecho retroceder
la columna que encontró a su /rente, aun cuando su carga no fue
precisamente simultánea con la que llevó en persona San Martín.
La victoria, que apenas había tardado tres minutos en decidirse,
se consumó en menos de un cuarto de hora,
El capitán Bermúdez fue herido y murió el 14 de
febrero, otra de las bajas fue el teniente Manuel Díaz Vélez. De
todos los participantes en este combate, sobrevivieron a la campaña
Libertadora, que duró trece años, sólo siete granaderos y el coronel
Félix Bogado (paraguayo). |
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