Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, (1478-1557)
 

Escritor español nacido en Madrid en 1478 y muerto en Santo Domingo en 1557. Nacido en el seno de una familia hidalga de origen asturiano, entró muy joven como paje al servicio de un sobrino de Fernando el Católico y más tarde fue nombrado mozo de cámara del príncipe don Juan. Presenció la rendición de Granada y el regreso de Cristóbal Colón tras su primer viaje, y conoció a los hijos del descubridor, que eran pajes del príncipe. Al fallecer éste residió durante algún tiempo en Italia y España.

En la primavera de 1514 marchó a las Indias con varios cargos, entre ellos "la escribanía de minas e del crimen" y el "oficio del hierro de los esclavos e indios", a los que acumuló después el de "veedor de las fundiciones", todos ellos en el "reino de la Tierra Firme que llaman Castilla del Oro". Tras una estancia de año y medio, volvió a la metrópoli, produciéndose entonces, como afirma Pérez de Tudela, su violento choque con Bartolomé de las Casas, que lo acusó de ser "partícipe de las crueles tiranías que en... Castilla del Oro se han hechos". Posteriormente, Fernández de Oviedo volvió a realizar otros cuatro viajes a América, en la que permaneció un total de veintidós años. Tras ocupar diversos cargos, fue nombrado Cronista de Indias en 1532.

Después de su segunda estancia en el Nuevo Mundo, Fernández de Oviedo publicó el Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526), que dedicó a Carlos I como un adelanto del "tratado que tengo copioso de todo ello". Había comenzado ya, en efecto, a redactar su Historia General y Natural de las Indias, cuya primera parte fue impresa en 1535, no editándose completa hasta 1851-1855.

Frente a las noticias ocasionales de los primeros descubridores, viajeros y conquistadores, Fernández de Oviedo aspira a ofrecer una imagen de conjunto de la naturaleza americana. El Sumario, tras una breve noticias acerca de la navegación al Nuevo Mundo, trata sucesivamente de la española, Cuba y otras islas del Caribe, y de Tierra Firme. En cada uno de estos territorios se ocupa de los habitantes y, con mayor amplitud, de los animales y vegetales, mientras que los minerales, con la excepción del oro, merecen muy escasa atención. En la Historia, esta ordenación geográfica es sustituida por otra inspirada en Plinio: en primer término, los vegetales, subdivididos en plantas cultivadas, árboles y hierbas; en segundo lugar, los animales, comenzando por los terrestres, seguidos de los acuáticos, de los aéreos y de los insectos.

El interés fundamental de su obra reside, sin embargo, en que está basada en la observación de la naturaleza y no en noticias indirectas como las reunidas por Pedro Mártir de Anglería, del que dice el propio Oviedo: "deseaba escribir lo cierto si fielmente fuera informado, mas como habló de lo que no vido... sus Décadas padecen muchos defectos". Su objetividad en este terreno fue reconocida hasta por Las Casas, el encarnizado enemigo que no había dudado en insultarlo como "falso", "hipócrita", "malvado" y "mentiroso" en cuestiones de gobierno: "Lo que yo creo en la escritura de Oviedo -afirma- y de toda su parlería por lo que dice de los árboles y hierbas desta isla Española, que escribe verdad porque las vido y las ven cuentos verlas quieren, y así será lo que escribiera de la tierra Firme". En contraste con la erudición, a menudo agobiante, de Las Casas, Oviedo carecía de formación académica y, según su rival, no sabía "qué cosa era latín" y hasta su admirado Plinio lo tenía, "no en latín, sino en toscano". Ello favoreció, sin duda, el carácter directo y espontáneo de sus decisiones, en ocasiones esquemáticas como las figuras que incluye en su obra, muchas veces con finos detalles de observación, pero siempre basadas en el realidad. "Oviedo -afirma Cohen- se ha hecho famoso como observador perspicaz y por su agudo sentido de la descripción, basado en una honrada actitud crítica." El Sumario fue traducido al inglés, italiano y latín, alcanzando en un siglo 15 ediciones. Las 14 que ha tenido durante la pasada centuria y la actual, también en diversos idiomas, reflejan su estimación como texto "clásico" científico de importancia, que abrió, como afirma Álvarez López, "ante los asombrados ojos de los europeos, el pórtico de una naturaleza desconocida".

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