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Creador de una
prestigiosa familia de hacendados y potentado comerciante vasco,
destacado miembro del Cabildo, destacada figura pública durante los
acontecimientos de 1807 a 1812 en Buenos Aires.
En 1785 llegó a ser miembro del Cabildo y fue alcalde diez años después.
En el Consulado (1799) fue el primer portavoz de las protestas de los
comerciantes peninsulares contra la liberalización de las regulaciones
comerciales exigidas por los hacendados criollos con el apoyo del
virrey.
En 1806-1807 se unió a Liniers y a Pueyrredón en el rechazo de las
invasiones inglesas, se convirtió en el héroe de la exitosa defensa
porteña contra las tropas del general Whitelocke (5 de julio de 1807).
En 1808 como cabeza del Cabildo de Buenos Aires controló los
acontecimientos sin mucha oposición hasta que Liniers recibió su
designación como virrey.
Álzaga y el Cabildo se resintieron de las demandas de Liniers en el
sentido de que los poderes virreinales debían serie devueltos y el
Cabildo limitarse a cumplir sus propias funciones.
El alejamiento entre el grupo de Álzaga y Liniers se incrementó cuando
los españoles comenzaron a sospechar de las actividades del francés
Liniers en relación con los acontecimientos de España.
El desenlace en la lucha por el poder sobrevino en enero de 1809 cuando
el Cabildo (probablemente por sugerencia de Álzaga) convocó a un
cabildo abierto para forzar la renuncia del virrey y formar una junta de
gobierno.
Liniers carecía de fuerzas para resistir pero, en un dramático
movimiento de último momento, Cornelio Saavedra, comandante del
regimiento de patricios, y otros oficiales criollos colocaron sus
fuerzas militares y a la opinión pública detrás de Liniers.
La revolución se disolvió y Álzaga junto a otros líderes fue
deportado a la Patagonia por un tiempo; la revolución dibujó
claramente las líneas del conflicto por el poder entre los peninsulares
y los criollos y produjo un modelo a partir del cual pudo ser acometida
la exitosa revolución del 25 de mayo de 1810.
En 1812 Álzaga, junto a su partido republicano (que bregaba por la
independencia bajo control peninsular), estaba decidido a arrebatar el
control del gobierno patrio de las manos del Primer Triunvirato criollo.
Contando con el hecho de que Buenos Aires estaba prácticamente
desprovista de guarnición (las tropas habían sido enviadas al Ejército
del Norte), de que la princesa Carlota había prometido el envío de
hombres, armas y suministros del Brasil en su esperanza de ser coronada
en el Plata y de que otros refuerzos eran esperados desde Montevideo, la
"conspiración de Alzaga" (como fue conocida) estaba lista
para la acción hacia el 10 de julio de 1812, con el éxito
aparentemente asegurado. La revolución fue abortada; los cabecillas,
incluido Alzaga, fueron capturados, juzgados y ejecutados y sus cuerpos
exhibidos en la plaza de la Victoria durante tres días. |