El pensamiento de Sarmiento anciano


Sarmiento planteaba la neutralidad del Estado, criticaba al clericalismo y al control ultramontano del aparato gubernamental y defendía el pluralismo religioso en la sociedad.

Quería una sociedad formada por "capas sucesivas de aluviones religiosas", pensaba que en los Estados Unidos, la vitalidad espiritual, paradojalmente, provenía "de la falta de unidad de creencias, de la diferencia de ellas, de la supremacía negada a todas". Deseaba más escuelas y más templos de diversas creencias, como en la colonia santafecina de Esperanza, donde el templo protestante y la iglesia católica convivían en paz en torno a la plaza principal.
En 1883 publicó el primer volumen de una obra que, debía complementar con nuevo enfoque lo expuesto en sus libros de los años cuarenta y cincuenta, Conflicto y armonías de las razas en América y la dedicó afectuosamente a Mary Mann. Parecía inspirado, por la intención de "descender a las profundidades de la composición social de nuestras poblaciones" como el Facundo, pero llegaba a dar las explicaciones por los conflictos raciales, sustituyendo a los conflictos históricos y culturales analizados en las páginas de 1845.
Dejó el libro trunco, donde luego de los siglos, Hispanoamérica arrojaba un híbrido entre las sociedades contemporáneas, mezcla de españoles, negros e indígenas que resistía con denuedo la llegada y el desarrollo de las libertades modernas.
Mientras los dirigentes del ochenta miraban hacia Europa, los libros de Sarmiento anunciaban que en el siglo XX, el liderazgo pertenecería a los Estados Unidos, cuya fuerza expansiva se proyectaría sobre todo el planeta. Era un universo en perpetua transformación y tenía, a juicio de Sarmiento, su raíz en las teorías evolucionistas.
En 1882 pronunció un discurso en el teatro Nacional con motivo de la muerte de Darwin. En 1885 despidió a Benjamín Gould, quien regresaba a su país luego de haber montado el observatorio astronómico de Córdoba.
En "la gran República de las ciencias y de las letras", al paso de sus diálogos con Gould, Burmeister y Ameghino, Sarmiento descubrió un conocimiento revelador de leyes biológicas y sociales que colocaban al individuo en el curso de la evolución.
En su homenaje a Darwin comprobó que las ideas acerca de un universo limitado y estático, propias del conocimiento vulgar para sostén de las creencias religiosas, rompían ahora aquellos moldes y se abrían resueltamente hacia un espacio sin fronteras.

Sarmiento construyó su casa en 1856 donde se contacto con la naturaleza era una necesidad de primer orden. Disfrutaba del cuidado de la huerta y de las caminatas por la isla, lejos del trajín político. Durante más de treinta años, hasta su muerte, la casa de Carapachay fue su oasis.