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San Nicolás

   

 

El obelisco
 
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Esta construcción de 67 m de altura; es la imagen que caracteriza a Buenos Aires desde hace algunas décadas. Conmemora varios acontecimientos históricos de la ciudad: el IV Centenario de la Fundación por Pedro de Mendoza, el lugar donde fue izada por primera vez la Bandera Nacional, la proclamación de la ciudad como Capital Federal y la II Fundación por Juan de Garay. Construido por iniciativa del Intendente de Vedia y Mitre, fue iniciado en marzo de 1936 e inaugurado en mayo del mismo año. Es una estructura de hormigón armado, cuyo interior es hueco, con una escalera que lleva a las ventanillas superiores.  

Es una obra del arquitecto Alberto Prebisch, uno de los padres de la arquitectura modernista argentina, este monumento se levantó con una doble finalidad: una, llenar con algún elemento de tipo escultórico el enorme vacío producido por el ensanche generado con la apertura de la avenida 9 de Julio y la otrora angosta calle Corrientes (hoy avenida...) y, por otro lado, elevar un monumento conmemorativo del cuarto centeneario de la fundación de Buenos Aires. Sus sesenta y siete metros y medio de altura fueron, en su momento, ejemplo del dominio de una técnica de construcción de gran rapidez, siendo erigido en solo 60 días.

Pocos años después de su finalización, el entonces Consejo Deliberante decretó su destrucción con 23 votos a favor con 3 en contra. Sin embargo, nunca se llegó a tal extrema decisión, quedando para siempre en este punto de Buenos Aires tan caro a los sentimientos populares pues, en sus alrededores, suelen reunirse los simpatizantes de futbol de algún club porteño devenido en ganador del campeonato oficial, los triunfos de la selección de ese deporte, las grandes concentraciones o marchas de protesta políticas, alguna misa multitudinaria celebrada oportunamente por el papa Juan Pablo II o, para regocigo de transeúntes o turistas, una exhibición de ballet clásico con Julio Boca o Maximiliano Guerra

El obelisco durante su construcción

 

Plano del Obelisco

 

El obelisco

     
Opiniones sobre su contrucción
 

Mucho se ha hablado de este gigante "pinchapapeles de hormigón", que fue ridiculizado al extremo por la prensa de entónces y la opinión pública en general. Términos como "mamotreto", "espantajo", "adefecio", e incluso conceptos tan afines a los ciudadamos de Buenos Aires, altamente psicoanalizados, tal como "símbolo fálico del machismo porteño", llevaron a pensar que su presencia no iba a ser por largo tiempo..

Fue este proyecto uno de los mas discutidos en su momento, en donde toda la intelectualidad argentina tomó apasionadas posturas a favor y en contra de su construcción. Por supuesto, no faltó a la fuerte crítica hombres como el ingeniero Benito Carrasco que afirmaba que "todo obelisco tiene una significación determinada, dentro de su lugar y punto de significación. Todos los obeliscos del mundo tienen un sentido histórico, artístico, recordatorio, monumental, etc. El obelisco es la conmemoración de un hecho, de una victoria, de una civilización, de un ideal, de algo, en fin. ¿Qué simboliza? Pues bien, el problema del futuro y desgraciadamente próximo obelisco es: ¿qué representa? Si algo tiene que simbolizar, ¿qué simboliza? Nada. Absolutamente nada...". Por supuesto, no faltó una ácida crítica de Christophersen. Para él, la obra no tenía relaciones históricas ni simbólicas con otros magníficos obeliscos como el de Luxor en la Plaza de la Concordia o la aguja de Cleopatra en Londres. Afirmaba que era "una obra de cemento armado indigna de ocupar el lugar prominente que se le quiere adjudicar en la monumental Plaza de la República". También Alejandro Bustillo dejó oír sus comentarios al sentenciar que no era "partidario del camouflage para esta categoría de monumentos. Hubiera preferido un monolito de hormigón, simplemente, a ese cajón de cemento enchapado en piedra. Así resultará además un símbolo de la idea vacía de sentimiento. Muy actual, en materia de arte, especialmente".

Prebisch recoge el guante y con absoluta confianza y determinación contraatacó, afirmando que resultaba extraño las críticas de sus colegas. Respecto de la objeciones por la no construcción monolítica del obelisco, dijo que "esto revela un celo ortodoxo extraño en Buenos Aires, que es la ciudad de piedra falsificada. Y este celo es mucho mas extraño aún cuando proviene de personas que en toda su vida no hicieron otra cosa que practicar en arquitectura las mas escandalosas falsificaciones".

La realidad fue que, ante ese inicial rechazo a este hito de Buenos Aires, la ciudadanía aceptó de buen grado su edificación. Unos cuantos años han pasado de aquellas discusiones entre clasicistas y modernistas, entre defensores y detractores del obelisco. La realidad es que, prácticamente ningún edificio de Buenos Aires ha adquirido el valor emblemático del obelisco de Prebisch, siendo reconocido su perfil tanto entre los ciudadanos porteños como los visitantes del exterior.

 

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