La caída de Pueyrredón

El punto más débil del gobierno de Pueyrredón fue la lucha contra los caudillos del interior. Apenas un caudillo local, generalmente un poderoso terrateniente, proclamaba la autonomía de su provincia, su economía, sus recursos, su territorio, su pequeño ejército, se restaban a la lucha por la independencia. 

 

 

Los caudillos

En pocos años surgió así una serie de «provincias», que ejercían el control de una zona muy limitada. Así emergieron Corrientes, Entre Ríos, Santiago del Estero, Santa Fe, La Rioja, Salta, Catamarca, San Luis, San Juan, Jujuy. Las necesidades de defenderse de un enemigo común las hacía unirse en un pacto, pero esa unión siempre se aparecía como precaria y efímera.

Los caudillos comprometieron el prestigio del Directorio y provocaron la crisis política del año 1820.

Los fracasos de Pueyrredón

El jefe chileno, José Miguel Carrera, intervino activamente en estos sucesos. Disgustado con San Martín en Mendoza, tras muchas peripecias viajó a Estados Unidos, país de donde regresó con una corbeta y armamento. Pueyrredón lo arrestó y le secuestró esos elementos bélicos. Carrera consiguió huir a Montevideo y allí trazó un plan de invasión a Chile. Sus hermanos Juan José y Luis Carrera pasaron secretamente a Mendoza para ultimar los preparativos, pero fueron descubiertos y fusilados el 8 de abril de 1818. 

Entonces, José Miguel Carrera intentó congraciarse con Artigas sin conseguirlo, pues como el caudillo chileno mantenía buenas relaciones con las autoridades portuguesas, se hizo sospechoso a los ojos del caudillo uruguayo. Pasó a Entre Ríos y en 1819 se convirtió en agente activo de la alianza entre Ramírez y López contra Buenos Aires, contribuyendo además a la organización de las fuerzas reunidas para abatir al Directorio.

Jose Miguel Carrera

José Miguel Carrera juró venganza por la muerte de sus hermanos, de Rodríguez y por todas las penurias que tuvo que soportar su familia y, con redoblado ardor, continuó su acción. Desde Montevideo enviaba panfletos a Buenos Aires y a las Provincias Unidas, que propiciaban el estado federativo y denunciaban los intentos, según Carrera, de José de San Martín y Juan Martín de Pueyrredón de establecer una monarquía.

El 23 de julio de 1818, Estanislao López asumió el gobierno de Santa Fe y en él permaneció durante veinte años, hasta su muerte, en julio de 1838. Eusebio Hereñú en Entre Ríos, caudillo de la Banda del Paraná, rompió relaciones con Francisco Ramírez, que lo era de la del Uruguay. Pueyrredón decidió apoyar a Hereñú, pero una columna de seiscientos hombres enviada a las órdenes del coronel Luciano Montes de Oca fue completamente batida en el combate del arroyo Ceballos, el 25 de diciembre de 1817. Una segunda expedición al mando de Marcos Balcarce corrió igual suerte y fue derrotada en el Saucesito el 25 de marzo de 1818. Como consecuencia de estas victorias Ramírez adoptó el título de Supremo Entrerriano y proclamó la independencia de su provincia. La tentativa de derrocar al gobernador de Corrientes, Juan Bautista Méndez, por parte del Director Supremo, fracasó también.

José Miguel Carrera y las montoneras

El general chileno José Miguel Carrera (1785-1821) fue una figura destacada en la política de su patria. en el primer período independiente. Disgustado con O'Higgins y San Martín, se embarcó para Estados Unidos con el objeto de comprar navíos y armamento para liberar a Chile. Cuando regresó en 1817 fue detenido en Buenos Aires por Pueyrredón. Logró escapar a Montevideo y allí se enteró del fusilamiento en Mendoza, de sus hermanos Juan José y Luis (abril de 1818). Juró vengarlos y declaró una guerra a muerte a Pueyrredón; se unió a los caudillos federales, formó una tropa de chilenos e indios atizando la anarquía y contribuyó a la caída del Director Supremo. Pancho Ramírez lo recibió como a uno de los tantos refugiados que se acogían bajo sus banderas; pero Carrera, a los pocos días, poniendo en acción su genio y su poder persuasivo se ganó el ánimo del entrerriano. Logró reclutar de todos los cuerpos de la guarnición de Buenos Aires a los chilenos que allí servían y formo con ellos un cuerpo de trescientos hombres a los que organizó en pocos días. Grupos de indios también se unieron a esta fuerza y declararon a Carrera Pichi-rey (Reyecito).

Con esta fuerza, Carrera vagaba por la campaña cometiendo violencias, robos y muertes. Finalmente, Carrera resolvió dirigirse a Chile con su tropa, pero fue apresado en Mendoza y fusilado en esa ciudad el 4 de septiembre de 1821, en el mismo lugar donde sus dos hermanos habían sido ejecutados tres años antes. Rechazó la venda con que se quiso velar sus ojos y murió con dos balas en el corazón y otras dos en la cabeza.

El acuerdo de San Lorenzo

El 12 de abril de 1819 se fijaron en San Lorenzo las bases del armisticio:

"1º Que continuase el armisticio acordado bajo la garantía de la buena fe y mutua correspondencia, evacuando los ejércitos y la escuadra de la nación la provincia de Santa Fe y retirándose al norte del Salado las tropas auxiliares de ésta. 

2º Que se comunique este acuerdo a los pueblos hermanos disidentes al oriente del Paraná, a fin de que concurran por medio de diputados a la apertura de negociaciones definitivas en el término de un mes (el 8 de mayo siguente). 

3º Que las tropas que en favor de la nación se mantenían en armas en Entre Ríos se retirarían por agua a San Nicolás de los Arroyos. 

4º Que la comunicación del litoral con el interior por el territorio de Santa Fe quedaría expedita, no pudiendo sin embargo exceder de 25 hombres el número de soldados que escoltasen cada convoy".

En la conferencia de San Lorenzo, el 8 de mayo, no se hicieron presentes más que los delegados de Buenos Aires, Julián Álvarez y Álvarez Thomas, y Larrechea, este último en representación de Estanislao López. 
Artigas se opuso al convenio. Continuó en vigencia el armisticio y López obtuvo la autonomía de la provincia, aunque ambos bandos mantuvieron la desconfianza sobre la sinceridad de las respectivas intenciones.En mayo fue aprobada la constitución nacional, en la que se dejaba puesto para el príncipe que buscaba la diplomacia directorial, en parte como simulación, pero en parte también con convicción de que ésa era la única salida que quedaba en aquellas circunstancias críticas.
Buenos Aires decidió continuar la guerra contra el litoral autonomista. Belgrano y Viamonte se disponían a llevar la ofensiva contra los insurrectos y Hubac entabló relaciones amistosas con los invasores portugueses.

El 15 de abril ordenó Pueyrredón que se reuniesen las fuerzas del ejército del Norte y las del ejército de los Andes para terminar con la descomposición interna. San Martín se opuso a esa medida, que también desacataron los jefes del ejército. No deseando continuar en el mando de un ejército al que se desviaba de sus objetivos primordiales para entrar en los azares de la guerra civil, San Martín solicitó que se le permitiese retirarse. Ante esa situación, agobiado por los problemas y las penurias, cansado, Pueyrredón vaciló. Se había cruzado en su política interior el hombre que salvó la revolución con la liberación de Chile. Pueyrredón elevó su renuncia al Congreso el 31 de enero de 1820, y en el mismo día el Congreso resolvió: 

"... que conviene a la tranquilidad pública, salgan del país el ministro de Estado en el departamento de gobierno doctor Gregorio Tagle y el brigadier don Juan Martín de Puey-rredón, hasta que, mejoradas las circunstancias, puedan, o libremente restituirse al seno de su hogar, o llamados que sean, vengan a responder cargos que se les tenga que hacer. De orden soberana lo comunico a V. S"..... Pueyrredón optó por retirarse desmoralizado. El Congreso lo reemplazó por el general Rondeau.

La rebelión de Arequito

Pueyrredón fue un gobernante culto, inteligente y sensato. Gobernó entre 1816 y 1819 enfrentando circunstancias muy difíciles. Era un hombre ecuánime, que no estaba embanderado en ninguna de las dos facciones extremas que se disputaban el poder desde 1810. Apoyó a San Martín en sus campañas, con los escasos fondos del Tesoro Nacional. Hizo lo posible por mantener la paz interior, amenazada por los caudillos de varias provincias, que con sus tropas gauchas se levantaban contra el gobierno central, y procuró resolver los conflictos exteriores.

El Director Supremo se encontró al iniciar su gobierno con un panorama de rebeldía en el ámbito provincial, especialmente en el litoral. Para apagar la rebelión, envió tropas a Entre Ríos al mando de Montes de Oca, primero, y de Mariano Balcarce, después, tratando de evitar la influencia de Artigas, pero ambos fueron derrotados por Francisco Ramírez, que aspiraba a obtener la autonomía de Entre Ríos.

A Santa Fe, donde también había llegado la influencia del Protector de los Pueblos Libres, Pueyrredón mandó a Balcarce, a Viamonte y hasta prometió enviar a Belgrano con el Ejército del Norte. Tampoco aquí tuvo éxito y sus enviados fueron vencidos reiteradamente por el caudillo Estanislao López. Impotente ante la anarquía reinante, Pueyrredón renunció el 9 de junio de 1819. Durante su gestión había cometido una falta imperdonable: la tolerancia hacia la invasión portuguesa: no sólo dejó a Artigas librado a sus propias fuerzas en la Banda Oriental, sino que se entendió con los lusitanos en su contra.