Derrota del Ejército del Norte

Poco después de la llegada de Güemes al poder, y de saber la reacción negativa de Rondeau, llegó a Tucumán procedente de Buenos Aires una fuerza que iba en apoyo del Ejército, al mando de Domingo French y de Juan Bautista Bustos. Pero, al parecer, estos tenían instrucciones de derrocar a Güemes al pasar por Salta. Este les negó el paso hasta que lo hubieron reconocido como gobernador y asegurado de que no lo atacarían. Tras varias semanas de negociaciones, Güemes les permitió continuar; pero ya era tarde: al llegar a Humahuaca, se enteraron de la derrota de Sipe Sipe ocurrida el 28 de noviembre de 1815.


Las disputas entre Güemes y Rondeau

En su huida del Alto Perú, el Ejército del Norte solo pudo rehacer sus filas en el límite norte de la actual Argentina. Desde allí, Rondeau se propuso vengar la afrenta de Güemes.

En enero de 1816, Rondeau estaba enfurecido con Güemes por la revolución en Salta y por haberle impedido llegar refuerzos que le causo la derrota de Sipe Sipe, entonces comenzó una campaña militar contra las fuerzas de Güemes con 2000 hombres.
Para entonces, tras seis años de campañas, el Ejército del Norte apenas era operativo. No quedaba nada de del ánimo revolucionario y disciplina. Primero se aseguró el apoyo del Cabildo de Jujuy, y luego avanzó hasta la ciudad de Salta, que ocupó sin lucha. Güemes la evacuó y dejó al Ejército aislado y sin alimentos en el interior de la ciudad.
Tras algo más de una semana de una guerra civil, las fuerzas de Rondeau se vieron rodeadas por las guerrillas gauchas; se vio obligado a capitular, firmando con Güemes el Tratado de los Cerrillos, en que lo reconocía como gobernador y le encargaba la defensa de la frontera.

Rondeau y Guemes

Entre setiembre de 1815 y agosto de 1816 se produce un enfrentamiento manifiesto entre la autoridad del Gobernador de la Provincia de Salta, Gral. Martín Güemes, el Cabildo de Jujuy (ciudad que era parte de la jurisdicción de Salta) y el Ejército Auxiliar del Perú, mandado por José Rondeau (elegido Director Supremo de las Provincias Unidas).

El Pacto de los Cerrillos y los “acuerdos”

La situación se había tornado crítica en abril de 1816. A la ocupación de Salta por parte del Ejército Auxiliar, las milicias salteñas respondían con el sitio de la ciudad y una “guerra de recursos” que dejó pronto sin posibilidad de movilización al general Rondeau. El 6 de abril, el coronel Güemes escribía a Álvarez Thomas un oficio en el cual sostenía que esperaba un reconocimiento de la autonomía y derechos del pueblo de Salta por parte del Jefe del Ejército Auxiliar. Y agregaba que si éste, “sofocados sus particulares resentimientos une sus votos con los que aspiramos desinteresadamente las glorias de la patria (…) yo protesto en las respetables aras de la Nación correr un velo a la ofensa y el ultraje recibido” .

El acuerdo, que en definitiva terminará con el conflicto, se estipulaba por escrito el 22 de marzo de 1816. Esta solución encubría (en los considerandos del documento) las causas reales que condujeron al enfrentamiento. Ante todo, porque entre los justificativos del mismo se trataba de delegar en “terceros” la responsabilidad de la pugna “almas inquietas y perversas han procurado sembrar conflicto y desconfianza entre el Ejército Auxiliar y las tropas de la digna Provincia de Salta”. Los puntos centrales del acuerdo se fijaron de la siguiente manera:

  • Se establecía la “paz sólida” entre el Ejército y la Provincia de Salta, para lo cual se decreta una amnistía general y un reconocimiento mutuo de jurisdicciones.
  • Los desertores fueron dados de bajas según el regimiento respectivo (lo que implicaba un reconocimiento de que el ejército regular no tenía intromisión en las milicias provinciales) y obligados a formar un nuevo cuerpo para continuar en combate. Los desertores fueron “entregados recíprocamente” .
  • Se estableció la devolución mutua de prisioneros.
  • La provincia se comprometía a socorrer al Ejército de las Provincias Unidas, a cambio del compromiso del Directorio de pagar los bienes ofrendados por la misma en aras de la causa patria.

Este conflicto no podía terminar sino con una proclama de Rondeau a los habitantes de Salta y las tropas de las Provincias Unidas reconociendo la “amistad perpetua” entre el Ejército y la Provincia de Salta.

En cuanto a Jujuy, la visión tradicional tendía a considerar que la “altura moral” de Güemes , su misericordia y “grandeza” de prócer lo llevó a no castigar a sus opositores jujeños. El lugarteniente de Gobernador, Gordaliza, fue ratificado en su cargo y no hubo persecución contra los cabildantes.

Sin embargo, la interpretación que hemos tomado en el análisis del corpus documental, nos permite afirmar que en realidad, lejos de considerar cuestiones de “misericordia”, lo que se evidencia en la actitud del gobernador salteño es el respeto por los derechos de los pueblos (que él mismo exigía al Ejército Auxiliar). Por ello, el 6 de agosto de 1816 el general Güemes juraba en el Cabildo abierto de Jujuy su cargo y ambas partes se comprometían a sostener la independencia de las Provincias Unidas recientemente jurada en Tucumán.