La corriente nacionalista

El nacionalismo que había surgido en apoyo de los planes de Félix J. Uriburu, alineado en diversos grupos que no lograron ponerse de acuerdo para aunar sus fuerzas, combatió también el régimen concordancista y fue hostigado y reprimido por el gobierno.

La Liga republicana, la Legión cívica, la Legión de mayo no pudieron encarar ninguna resistencia desde que les faltó el apoyo oficial directo o indirecto; tampoco la Acción nacionalista argentina, encabezada por Juan P. Ramos, ni la Guardia argentina, creada por Leopoldo Lugones, ni la Legión colegio militar, la Milicia cívica nacionalista y otras; la más nutrida parece haber sido la Legión cívica argentina, que se transformó después en Alianza de la juventud nacionalista, dirigida por el coronel Juan Bautista Molina.

Molina que había sido uno de los gestores principales de la conspiración antiyrigoyenista en 1929-30, fue algo como un profesional de la revolución en los años siguientes, contra Justo y su sucesor en la presidencia. Durante los cuatro primeros años del gobierno justista sirvió en diversos cargos en el exterior, primero como presidente de la comisión de adquisiciones en el exterior y luego como agregado militar a la embajada en Berlín.

Admirador del ejército alemán antes de la primera guerra mundial, fue luego admirador entusiasta de las técnicas pólíticas de Hitler y un propagador de su aplicación en el país; fue así exponente del nacionalismo argentino.

Al volver al país en 1936 fue director de la escuela de suboficiales, una unidad instalada con base en Campo de mayo y desde allí inició la conspiración militar contra Justo entre sus compañeros del 6 de septiembre. En uno de los intentos subversivos, el que debía estallar el 9 de julio de 1936, intervino como redactor del plan político el antiguo yrigoyenista Diego Luis Molinari. Descubierto el complot, el gobierno trasladó a J. B. Molina a la dirección general de ingenieros, alejándolo de Campo de mayo.

Las milicias nacionalistas agrupaban a una juventud entusiasta y combativa y fueron consideradas como una eventual fuerza de choque en emergencias graves. En ellas se quiso apoyar el almirante Abel Renard, cuyas relaciones con el presidente Justo no siempre fueron armoniosas. Federico Ibarguren relata los pormenores del reconocimiento de Abel Renard por las agrupaciones nacionalistas como jefe militar único y Leopoldo Lugones como jefe político.

Se ha recordado que el presidente Justo no tomó contra el coronel J. B. Molina otras medidas que las de transferirlo a otras funciones fuera de Campo de mayo y no vaciló en ascenderlo a general de brigada en junio de 1937; en cambio se mostró enérgico contra el general Fasola Castaño, qüe había criticado la política del gobierno, actitud que le llevó a prohibirle el uso del uniforme militar.

Cena con motivo del ascenso a general de Juan Bautista Molina en la foto se ve a  Matías. Sánchez Sorondo, B. Pertiné, Ramón S. Castillo, y Manuel Fresco .