La guerra por Colonia de Sacramento

Combinadas Inglaterra y Portugal, mientras la primera tenía ya con el Asiento un pie en la parte occidental del Río de la Plata, la segunda echaba las bases de su afianzamiento en la Banda Oriental, comenzando con la Colonia del Sacramento.

Portugal recurrió a todos los medios, desde el descubrimiento del Río de la Plata, para asentarse en sus orillas. Utilizaron al efecto todas las contingencias políticas, diplomáticas y militares para afianzar sus reclamaciones; alegaron que la línea de Tordesillas llegaba hasta la desembocadura del Río de la Plata; además la bula de Inocencio XI sometía al obispado de Río de Janeiro el territorio que llegaba hasta ese río

Los portugueses fundaron el 1 de enero de 1680 una población en la margen oriental del Río de la Plata, frente a la isla San Gabriel, que se llamó Colonia del Sacramento (la ac­tual ciudad uruguaya de Colonia) y levantaron poderosas fortificaciones en piedra con el fin de afirmar los derechos de Portugal en la banda oriental del Río de la Plata. Los espa­ñoles reaccionaron, y desde Buenos Aires en­viaron numerosas expediciones para destruir la ciudad, dando lugar a una guerra que duró, con, intermitencias, de 1680 a 1777.

Fundacion de la ciudad

La historia de la Colonia del Sacramento ofrece el ejemplo más tenaz de los portugueses por instalarse en las riberas del Río de la Plata y la muestra más cumplida de las vacilaciones y reacciones de la burocracia real española. 

El 22 de noviembre de 1678 el príncipe regente de Portugal envió órdenes a Manuel Lobo, gobernador de Río de Janeiro, para que organizara una expedición e instalara una colonia en el Río de la Plata cerca de la isla de San Gabriel, fortificándola.

Lobo alistó siete naves con este fin, embarcando soldados, colonos y toda clase de enseres para fundar dicha ciudad, a causa de los temporales la flota recaló en Santos y Santa Catalina, arribando a fines de 1679 a las cercanías de la isla de San Gabriel. En la costa se estableció la nueva Colonia del Sacramento en enero de 1680, y los ochocientos hombres que arribaron se pusieron a trabajar y pronto levantaron una capilla, cuarteles para tropa, almacenes de pólvora y demás pertrechos y casas para los colonos. 

Manuel Lobo

Retrato de Manuel Lobo el Fundador de Colonia de Sacramento en 1680

La rección Española

Reclamó por esos actos el gobernador de Buenos Aires José de Garro y, como no obtuviese la evacuación voluntaria de los portugueses, se aprestó a expulsar a los invasores. Pidió ayuda al virrey de Perú, el cual envió trescientos arcabuces y mosquetes; Buenos Aires, Tucumán y Asunción mandaron contingentes de tropas y milicias; las misiones jesuitas despacharon contingentes indios a las órdenes del padre Diego de Altamirano. 

Con estas fuerzas, unos cuatro mil hombres, los españoles asaltaron la Colonia del Sacramento en la madrugada del 7 de agosto de 1680 y la tomaron después de una recia lucha. 

Los portugueses perdieron ciento cincuenta hombres, dieciocho cañones, cien toneles de pólvora y numeroso equipo bélico. Los prisioneros fueron enviados a Buenos Aires y otros lugares del país. Algunos de los colonos tomados prisioneros eran naturales de las zonas vinícolas de Portugal, y se radicaron en Mendoza, donde plantaron viñas y dieron origen a la gran riqueza vitivinícola de esa región. Manuel Lobo permaneció en Buenos Aires, hasta que falleció el 7 de enero de 1683.

Los vaivenes de la política y la guerra

Exigió Portugal la devolución de Colonia y el castigo de los jefes que ordenaron el ataque; España se vio forzada a firmar un tratado, en mayo de 1681, por el cual devolvía a Portugal la Colonia del Sacramento, con sus prisioneros, armamentos y demás efectos. Efectivamente, le fue entregada la plaza en febrero de 1683; en 1701 volvió España a ratificar la cesión.

Nueva ofensiva Española

Desde octubre de 1704 volvió Colonia a ser cercada por tierra y por agua y los portugueses al mando de Sebastián da Veiga Cabral, resistió un sitio de las fuerzas de Buenos Aires, cuyo gobernador era Alonso Juan de Valdez e Inclán. Después de perder doscientos hombres, y aceptando órdenes de la metrópoli, da Veiga Cabral incendió las instalaciones y se embarcó con cuatro navíos, retirándose a Río de Janeiro con toda la guarnición.

El Tratado de Ultrech

El tratado de Utrecht, en febrero de 1715, volvió a obligar a España a devolver a Portugal la Colonia del Sacramento, que fue ocupada en noviembre de 1716. Esta vez se construyó la sólida fortaleza de la plaza para resistir con más eficacia; pero no contento con esa base, Portugal prosiguió su política de expansión y fundó una ciudadela en Montevideo. España dio entonces orden a Bruno Mauricio Zabala para que se adelantase a los por­tugueses; sin embargo, fue imposible y cuando Zabala reu­nió fuerzas para pasar a la Banda Oriental, los portugue­ses se hallaban instalados en Montevideo; pero su presen­cia y la magnitud de sus efectivos hizo que los ocupantes del lugar se apresuraran a desalojarlo sin ofrecer combate.

El sitio de 1737

Desde el 28 de noviem­bre de 1735 al 6 de enero de 1736, la plaza soportó otro sitio de los españoles de Buenos Aires al mando del gobernador Miguel de Salcedo. En esos momentos comandaba la Colonia el brigadier Antonio Pedro de Vasconcellos.

La caballería española estaba formada por indígenas de las misiones jesuiticas, y los brasileños la llamaban cavalaria tupia; su jefe era el padre Tomás Berly, que fue muerto por un disparo de artillería el 3 de diciembre de 1735. Un fuerte refuerzo reci­bido por la guarnición portuguesa obligó a los españoles a levantar el sitio y retirarse.

El 22 de mayo de 1737 se libró en aguas de la isla Martín García una gran batalla naval entre dos escuadras, española y portuguesa, en la que los españoles perdieron dos corbetas que encallaron en la isla, con ingentes pérdidas. 

El tratado de Madrid

Por el Tratado de Madrid de 1750, España convino en cambiar la Colonia por los lla­mados «siete pueblos de las misiones gua­raníes», en las márgenes del río Uruguay, la ocupación de estos pueblos por los portu­gueses desencadenó la Guerra Guaraní, en la que los indios de las misiones, dirigidos por los jesuitas, lucharon contra españoles y portugueses, siendo vencidos después de tres años de lucha en la batalla de Caybaté, el 9 de febrero de 1756.