Expulsión de los jesuitas

Expulsión de los Jesuitas de España por Carlos III

Si bien el rey nunca justificó formalmente su decisión, se cree que los jesuitas fueron expulsados porque la orden predicaba que la autoridad tenía su origen en el pueblo al cual le correspondía por derecho, y que los reyes y emperadores estaban investidos de ella condicionalmente, casi como en una suerte de contrato. Por su parte, los Borbones defendían el origen divino del derecho de los monarcas. Fue así como las aldeas perdieron a sus protectores y su fuerza estimulante. Los misioneros debieron abandonar el llamado «imperio jesuítico», regresando a Europa.

La orden de los dominicos heredó el «imperio», y en la literatura jesuítica se indica que la subsiguiente decadencia se debió, principalmente, al hecho de que los dominicos jamás aprendieron la lengua guaraní y no sabían como tratar a los indios. Testigos de la época dicen que en 1799, después de la partida de los jesuitas, los edificios empezaron a deteriorarse, y la población y la cabaña vacuna disminuyeron rápidamente. En los primeros cinco años de la administración dominica el número de habitantes de San Ignacio Miní se redujo a 660 personas, en 1784 no quedaban más que 176, y en 1810 ya había desaparecido el último grupo de indios.

Al traspasarse la aldea a los dominicos se procedió a un inventario completo, y este extenso documento fue publicado a mediados del siglo pasado en España por Francisco Bravo. Los elementos que allí se anotan arrojan clara luz sobre el régimen de autarquía que reinaba en la comunidad; uno de ellos era «una iglesia de tres naves, con una cúpula bien terminada y dorada en parte, con un púlpito también dorado, y cuatro confesionarios, dos de ellos adornados con esculturas y dos sencillos», hecho por los in-dios. Sigue una larga lista de la colección de objetos de oro y plata destinados al culto; de las vestiduras e instrumentos musicales de la sala de música, el contenido exacto de los almacenes, etcétera. Por ejemplo: 29.000 kilos de algodón, 910 gramos de seda, 4.800 kilos de yerba mate, 204 kilos de hierro, 13,50 kilos de lacre para sellar y siete mapas antiguos; había, entonces, 33.400 cabezas de ganado vacuno y 7.356 ovejas.