Problemas con Chile en la Patagonia

Los límites con Chile no habían sido esclarecidos y estuvieron a punto de provocar un conflicto armado entre los dos países.

Durante la emigración, Sarmiento había declarado en 1842 escaso interés por las regiones australes, por el estrecho de Magallanes y opinó en favor de su colonización por Chile. Fue una de las tantas salidas impulsivas del sanjuanino que no pueden adjudicarse a un ideario político definido; durante su presidencia, los opositores sacaron a relucir esa actitud circunstancial y sin más alcance en su momento que el de una reacción contra Rosas, pues cuando se planteó positivamente la, instalación chilena en las zonas patagónicas, su comportamiento fue decidido en favor de la soberanía argentina.

En 1878 y comienzos de 1879 hubo manifestaciones públicas y excesos verbales y periodísticos en Buenos Aires y Santiago de Chile. El país vecino reclamaba jurisdicción sobre el estrecho, jurisdicción, que la documentación histórica, en todo caso, atribuye al virreinato del Río de la Plata. Pero no obstante la firmeza demostrada en esas reivindicaciones por la Argentina, no se quería de ningún modo una guerra con Chile; no la querían Sarmiento ni Mitre, ni Roca, ni Rawson, ni Quintana, ni Elizalde. 

Sin embargo se hicieron preparativos bélicos para hacer frente a la emergencia de un conflicto. Fueron alistados todos los buques de guerra que componían la naciente armada y se reunieron en escuadra; el comodoro Py fue puesto al mando de esa fuerza y partió hacia los mares del sur con instrucciones para desalojar el territorio patagónico de los ensayos de asentamiento chileno y proclamar la soberanía argentina en los lugares en litigio.

En vista de esa decisión, el gobierno chileno moderó su tono y se dejó asentado que la Patagonia era argentina, derivando las reinvindicaciones hacia otros lugares limítrofes cuya posesión fue delimitada por tratados en los que colaboraron Bernardo de Irigoyen y Rufino de Elizalde, ministros de Avellaneda.

Corbeta Uruguay

La cañonera chilena Magallanes capturó al buque Devonshire en 1878, perteneciente a los Estados Unidos, que tenía un permiso argentino para extraer guano; esto provocó un conflicto internacional. El general Julio Argentino Roca, que se desempeñaba como Ministro de Guerra y Marina de Nicolás Avellaneda, envió a Py a la región, el mando de una escuadra. Entre los buques que la integraban se encontraba la goleta Cabo de Hornos, que era comandada por Luis Piedrabuena.

Al mando de los barcos de la División Naval, entre los que se encontraban el monitor Los Andes, la cañonera Uruguay y la bombardera Constitución, Py remontó el río Santa Cruz el 27 de noviembre de 1878. Tres días más tarde se estableció que la artillería de plaza ocuparía la margen sur del río, con el objetivo de izar la bandera nacional en el Cañadón Misioneros.

Pero la verdad es que la Patagonia era sólo un dominio teórico, del cual sólo se tenían vagas noticias en Buenos Aires, pues los intentos de colonización para tener un dominio efectivo, habían sido propiamente nulos, fuera del ensayo de Carmen de Patagones, que tampoco fue alentador. 

En verdad, fue un hombre el que vinculó su existencia a la Patagonia y a los mares del Sur mientras el resto del país se orientaba en dirección al litoral y a la campaña bonaerense. 

Luis Piedrabuena, nacido en Patagones en 1832, fue marino desde su infancia, y logró adquirir un barco propio, el Espora, con el que realizó una obra permanente de exploración de los canales de MagaIlanes y Tierra del Fuego y se familiarizó como ningún otro en aquellos mares, realizando proezas de salvamento de náufragos; se calcula que le debieron la vida de 163 a 184 náufragos, poniendo muchas veces en peligro la suya.

Durante la administración de Sarmiento se le ofreció un buen sueldo para que atendiese a la proyectada colonia de Santa Cruz y vigilase las costas adyacentes, pero Piedrabuena rehusó la oficialización de sus tareas argumentando que sostenía con los propios recursos la población que había instalado en la isla de Pavón y que con su barco vigilaba las costas. 

Sin embargo, el gobierno lo nombró capitán honorario de la armada nacional, y cuando se agitó la cuestión de los límites con Chile, se le solicitó la incorporación y esta vez no vaciló en ponerse a disposición de las autoridades nacionales. En 1876, requerida su ayuda, aceptó el empleo de teniente coronel graduado y fue entonces cuando se adquirió la nave Cabo de Hornos, que fue bautizada luego Piedrabuena, para vigilar las costas patagónicas.

En torno al rozamiento chileno-argentino surgió una interesante discusión en las Memorias oficiales, y Vicente G. Quesada escribió la documentada exposición La patagonia y las tierras australes.