Arreglos de paz

Autorizado por Tejedor, Félix Frías se dirigió a Belgrano con la misión de gestionar arreglos de paz. Durante el armisticio, un buque de la escuadra hizo fuego sobre la parte norte de la ciudad.

El Villarino y El Plata dispararon sus cañones y causaron estragos entre los combatientes todavía desarmados que se habían reunido en la plaza del Retiro. Tejedor propuso un arreglo honorable para evitar derramamiento de sangre y anunció a Avellaneda que le visitaría el general Mitre, designado a última hora, cuando la revolución estaba vencida. 

Avellaneda no quiso recibirlo, considerándolo general en jefe de un ejército rebelde, pero autorizó a sus ministros a oír su exposición.

Mitre anunció a los ministros de Avellaneda que Tejedor renunciaría a sus funciones para dejar el campo libre a soluciones definitivas; que el desarme de Buenos Aires no ofrecía inconvenientes, porque el acatamiento al gobierno nacional no era discutido. Las fuerzas nacionales debían retirarse a sus acantonamientos, se disolverían los contingentes movilizados, y los poderes públicos de Buenos Aires quedarían incólumes. 

Así se acordó y el vicegobernador, José María Moreno, reemplazaría a Tejedor, Miguel Cané, director de Correos en Belgrano, escribió el 28 de junio a Luis Lagos García, en misión en Montevideo: 

"La paz ha sido arreglada. Tejedor renuncia al puesto de gobernador de Buenos Aires y entra a reemplazarlo el doctor Moreno, quien acata al gobierno nacional. Se ha convenido el desarme y entrega de todas las armas. La paz es honrosa para el gobierno nacional y sin humillación para Buenos Aires".


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Viavac de tropas nacionales en la espera de la resolución de paz luego del combate de los Corrales Viejos

Carlos Pellegrini, ministro de la guerra durante los sucesos, dejó inéditas páginas sobre la paz del 80:

"El doctor Avellaneda fue públicamente acusado entonces de haber faltado a compromisos solemnemente contraídos, y hasta el cargo de felonía apareció en una acusación pública. La opinión general de esa ciudad aceptó en gran parte esa acusación y, sin embargo, nada más inexacto e injusto, pues el doctor Avellaneda no sólo no faltó a compromiso alguno, sino que estaba animado de sentimientos sumamente tolerantes para los hombres que habían acompañado al doctor Tejedor, hasta el punto de despertar recelos y provocar cargos y ataques por parte de hombres influyentes del partido nacional en el interior, que lo obligaron hasta presentar la renuncia de presidente, y si tuvo, por fin, que proceder con rigor y energía, y reconstruir toda la situación política de Buenos Aires, fue forzado a ello por la inexplicable ceguera y terquedad de los hombres que dirigían la opinión y dominaban en esta ciudad". 

Pellegrini explica que, al hacerse cargo Mitre de la defensa y comprobar que la revolución estaba vencida, hizo llegar a Avellaneda un mensaje confidencial anunciando que al día siguiente iría a Belgrano a tener una conferencia, solicitando al efecto un salvoconducto (lo que no coincide con la verdad, pues la iniciativa de la conferencia fue de Tejedor y fue él mismo el que la anunció a Avellaneda).
mitre en 1880

Bartolomé mitre era un militar y activo político y hombre de letras hacia 1880 fue el encargado de negociar la Paz entre Carlos Tejedor y Nicolás Avellaneda



Mitre fue recibido por los ministros Benjamín Zorrilla, Cortínez y Pellegrini. Se admitió por Mitre la condición de la renuncia de Tejedor y la prosecución de la negociación por José María Moreno, que se haría cargo del mando como vicegobernador que era. 
Las hostilidades fueron suspendidas y las condiciones fueron aprobadas. Moreno pasó a Belgrano y fue recibido por el presidente Avellaneda, del cual era amigo personal.
El 30 de junio, Tejedor elevó a la asamblea legislativa de la provincia su renuncia a la gobernación, en un documento que decía así:

"Pero era necesario salvar también las instituciones, por la guerra o por la paz, sacrificando en todo esto personas y no principios. Mi persona no sería un inconveniente. Sitiados actualmente, rompiendo el mismo cerco, tendríamos siempre que detenernos delante del caos y del respeto debido a las instituciones de los demás pueblos. Bloquea nuestro puerto una escuadra formada con nuestros propios tesoros, para una guerra extranjera, se trata, pues, de una guerra sin más allá, de una guerra de estériles sacrificios y desorganización social; o de un sitio largo, a espera de sucesos dudosos. . .
Mi conciencia me dice que en esta situación no debo seguir sacrificando la juventud, que es el porvenir de la patria; la clase menesterosa y trabajadora expuesta ya al hambre, y he aceptado la solución de paz en términos decorosos...
El desarme se hará por su propio gobierno. No habrá proceso civil ni militar. Los poderes constitucionales, la administración misma, quedan incólumes, encargándose el presidente de hacerlo saber. Sólo una persona habrá menos —yo, que no he ambicionado el puesto, ni quiero conservarlo—; y una cosa más: la paz, que desean todas las madres y esposas, y los numerosos extranjeros que contaban con ella al venir a esta tierra hospitalaria".

José María Moreno renunció poco después por actuar simultáneamente en la provincia el interventor José María Bustillo, nombrado por Avellaneda el 17 de junio.