">

Campaña de Pikysyry

Debido al avance naval brasileño, el presidente López renunció a defender la línea del río Tebicuary, instalando un frente defensivo mucho más cerca de Asunción y tras evaluar distintas posiciones, entre ellas el Estero Poí, que desagua el lago Ypoá hacia el río Paraguay, terminó por organizar una nueva línea defensiva, al norte del arroyo Piquisyry, donde se instaló a principios de septiembre de 1868 esta  nueva posición tenía varias ventajas: por un lado, el ataque desde el sur debía ser hecho por tropas que cruzaran un terreno deshabitado, inundable, boscoso y lleno de espinas. La segunda ventaja era que en su extremo oeste, poco al norte de la desembocadura del arroyo Piquisyry en el Paraguay, el río tenía una fuerte curva con un marcado estrechamiento, dominado por una alta barranca, la llamada "Angostura". En caso de que pudieran flanquear la posición defensiva, deberían enfrentar el paisaje quebrado y con lomas empinadas que existe desde el Piquisyry hacia el norte, sobre las cuales se podían construir defensas, obligando a las fuerzas atacantes a atacar desde los estrechos cauces de los arroyos que las cruzan.

La línea defensiva de Pikiciry

Sobre las márgenes del Pikiciry se extienden esteros que en las épocas de lluvias se confunden con el arroyo; en la margen izquierda y hasta el río Paraguay no tiene más que 650 m de ancho. La única parte vulnerable era el flanco derecho, pues desde allí podía ser atacada su retaguardia. 

Al norte del Pikiciry el terreno es desigual; las colinas de Cumbaretí se extienden de norte a sur y se aproximan al arroyo, y las de Itá Ibaté o Lomas Valentinas se acercan a Cumbaretí ; el espacio llano que las separa es el potrero Marmoré y por él pasa el camino que conduce a Cerro León y al interior del país.

Para llegar desde Palmas a la posición paraguaya había que recorrer 7 km por un estero profundo y pasar luego el arroyo Pikiciry; por el flanco izquierdo el trayecto era más difícil aún; sólo quedaba el flanco derecho, que podía salvarse ocupando el Chaco o forzando el paso de Angostura con la escuadra.

La nueva posición organizada por el mariscal López recibió nuevos reclutas, niños desde once años y ancianos de 60; pudo contar así con 18.000 hombres sanos y 71 cañones. El armamento era pobre, escaseaban las municiones, la caballería se había reducido; lo único que abundaba eran las privaciones, la miseria, sin decaer el ánimo de los combatientes, su abnegación y su heroísmo.

El grueso del ejército paraguayo tomó posición en la loma de Itá Ibaté; una agrupación móvil de 5.000 hombres y doce piezas al mando de Caballero acudía allí donde se juzgaba necesario; en la guarnición de Angostura quedaban 2.500 hombres al mando del teniente coronel Pablo Thompson; la línea del Pikiciry estaba a cargo de los coroneles Hermosa, González y Rivarola.


Cañon el Criollo

El cáñon "El Criollo" en batería. Los dos oficiales que figuran, uno arreglando el alza y otro observando, son los Comandantes Lucas Carrillo, paraguayo, y Jorge Thompson, inglés, al servicio de López.

De Humaitá a Palmas

Por su parte, en el campo aliado, el Marqués de Caxias, comandante de las fuerzas brasileñas, solicitó al emperador Pedro II que diera por terminada la guerra, a lo que éste se negó: consideraba que la estabilidad de su corona dependía de una victoria completa y aplastante, que incluyera la prisión o muerte de López, la instalación de un gobierno probrasileño en el Paraguay y la solución de todos los conflictos limítrofes con ese país en beneficio del Imperio.

El 19 de agosto, el ejército brasileño, seguido por las tropas de sus aliados, inició la marcha hacia el norte desde Humaitá, a corta distancia del río Paraguay, y seis días más tarde lograron una victoria sobre posiciones avanzadas en la Meseta de Yacaré, cerca del actual pueblo de Tacuaras. El día 28 de agosto, la caballería riograndense atacó las posiciones al norte del río Tebicuary, donde aún creían hallar al presidente López. Desalojaron rápidamente a los 400 hombres comandados por el mayor Rojas, que fue tomado prisionero. El resto de las fuerzas, unos 3.000 hombres comandados por el coronel César Montiel — cumpliendo órdenes de López — se retiró hacia el Piquisiry. La villa de San Fernando, destruida en su retirada por los paraguayos, fue ocupada el día 29.

Tras un recorrido en que debieron cruzar esteros y arroyos a cada paso, aguantando lluvias tropicales y molestias por los abundantes insectos, los aliados llegaron frente al arroyo Surubí-i. Para cruzarlo, debieron desalojar el puente sobre el mismo, defendido por los paraguayos del coronel Julián Roa; la victoria correspondió a los brasileños, pero en el transcurso del combate, el marqués se enfrentó por primera vez con el desbande de sus propias tropas. El 24 de septiembre, las fuerzas atacantes ocuparon el puerto de Palmas.

Desde Palmas, Caxias pudo observar las fortificaciones paraguayas: el avance por el río Paraguay quedaba impedido por un núcleo de baterías costeras en Angostura, mientras el ataque frontal quedaba también imposibilitado por las líneas defensivas construidas detrás del Piquisiry, y por la inundación permanente de este arroyo, que estaba obstruido por una presa de embalse construida por los paraguayos.​

El rodeo por el Chaco

Debido a la escasez de conocimientos geográficos de los aliados sobre el interior paraguayo, los aliados suponían que el lago Ypoá llegaba por el norte hasta servir de límite oriental a las fortificaciones paraguayas en Piquisiry, por lo que se descartó rodear las posiciones defensivas por esa zona. Quedaban dos opciones: una era rodear el lago Ypoá, cruzando territorio completamente desconocido pero presumiblemente poblado, y desde allí atacar Asunción. Esa opción fue descartada porque se hubiese alejado demasiado de las líneas de abastecimientos del río Paraguay, durante un tiempo que ni siquiera se podía estimar.

Gelly y Obes propuso a Caxias dejar una fuerte guarnición en Palmas para aferrar al enemigo y embarcar 20.000 hombres en los transportes brasileros y todos los buques de cabotaje que allí se encontrasen, remontar el río Paraguay. Según el plan, una parte de la escuadra brasileña debía bombardeaba las aún incompletas fortificaciones de la Angostura, mientras que el resto de la división naval forzaría el paso en una operación nocturna, para dirigirse en seguida a San Antonio, punto de desembarco elegido por Gelly, que lo había visitado muchos años atrás. Completado así el flanqueo, el ejército marcharía sobre la retaguardia de la posición de López forzándolo a un cambio de frente, sin fortificaciones y débil artillería, cortándolo de su base de operaciones y encerrándolo entre el río Paraguay y las fuerzas de Palmas.

Caxias compartía la opinión de Gelly y Obes acerca de la conveniencia de flanquear la posición paraguaya, pero no estaba de acuerdo en desestimar las baterías de Angostura: si bien no eran difícil de superar por buques acorazados, éstos no estaban diseñados para transportar tropas, mientras que los buques que sí pudieran hacerlo hubieran debido transportarlas sobre cubierta, quedando a merced del bombardeo desde la batería de Angostura. Caxias no sólo tenía dudas de la factibilidad de forzar el paso de Angostura, sino también de contar con suficientes buques como para completar el transporte de su ejército en una única operación.

De modo que el comandante brasileño prefirió tantear la posibilidad de ejecutar una marcha estratégica por la costa oriental — el pantanoso límite oriental del Chaco — para evitar Angostura y complementar esa operación principal con un desembarco en Villeta. De todos modos, Caxias ordenó a los acorazados de la escuadra cruzar frente a Angostura con toda su tripulación bajo cubierta, lo que fue cumplido el 5 de octubre por los buques bajo el mando de Delfín Carlos de Carvalho, el mismo que había comandado el paso de Humaitá, por el cual había sido premiado con el título de Barón del Pasage. La escuadra avanzó hasta Asunción, bombardeó brevemente la ciudad, y regresó a anclar frente a Villeta, protegida de los cañones paraguayos por un grupo de tres islas.

Rodeo El chaco

Los aliados resolvieron pasar al Chaco y llegar por él hasta la altura de San Antonio; después cruzarían el río por allí y atacarían al enemigo por la retaguardia obligándolo a combatir con frente invertido, maniobra no prevista por el mariscal López.
La operación estuvo a cargo de 20.000 hombres; cerca de 10.000 quedaron en Palmas para distraer la atención de los paraguayos y atacarlos por el sur en el momento oportuno; 6.500 de ellos argentinos, 800 formaban la división uruguaya, la brigada Paranhos y un regimiento de artillería.
El camino del Chaco desde Palmas a San Antonio es llano, fangoso, con bosques impenetrables y surcado de esteros. La única tierra firme es una angosta faja costera. Se abrió un camino costeando el arroyo Araguay por su orilla oriental y una picada en la orilla occidental para la caballería; todo ello en una extensión de 15 km se hizo en 23 días por 3.000 hombres bajo la dirección del mariscal Argollo.

El 8 de octubre, el Silvado forzaba sin inconvenientes el paso de Angostura aguas abajo, trayendo un parte de Carvalho. El reconocimiento efectuado en el curso del río hasta frente de San Antonio indicaba que, con excepción de Villeta, no había posiciones fortificadas o baterías en sus riberas. El 9 fueron enviados río arriba los encorazados Lima Barros, Alagoas y el mismo Silvado, quedando sólo las naves que embarcarían a las tropas expedicionarias.

Pese a que la iniciativa estratégica de marchar por el oeste parecía prudente y razonable, las demoras que imponía la logística de la maniobra dio á López más de un mes de tiempo, que éste empleó con habilidad para finalizar sus obras defensivas — incluyendo un importante refuerzo de las baterías de Angostura — y organizar nuevas tropas. En efecto, la estrategia decidida implicaba un enorme esfuerzo logístico: el grueso de las tropas sería conducido por el Chaco hacia el norte a través de esteros, lagunas y arroyos, y en pleno período de lluvias que, torrenciales en esa zona, inundaban vastas áreas.

Del plan original de Gelly y Obes, Caxias mantuvo la idea de que una división permaneciera en Palmas y maniobrara frente al Piquisiry, aferrando las posiciones paraguayas. Como desconfiaba de Gelly y Obes y deseaba reservar la gloria de lo que creyó que sería el final de la guerra exclusivamente al ejército brasileño, decidió que la totalidad de las fuerzas argentinas cumploeran esa misión. Las tropas transportadas fueron únicamente brasileñas.

El grueso de las fuerzas argentinas junto a algunas fuerzas aliadas se movilizó hasta Palmas, pocos kilómetros al sur del arroyo Pikysyry, a las órdenes del general Juan Andrés Gelly y Obes. Su división estaba constituida por 6.500 hombres del Ejército Argentino, una División Oriental de 800, la Brigada Paranhos con 1.030, un regimiento de artillería montada de 1.800, una sección de trasportes, un piquete de pontoneros con su material y depósitos, hospitales del ejército, etc., lo que sumaba un total aproximado de 10.500 hombres.

El ejército se encontró el 6 de diciembre en San Antonio casi íntegramente, sin que los paraguayos hubiesen hecho ningún intento para frustrar la maniobra. Cuando el mariscal López comprendió que el enemigo pasaba Villeta y que iba a atacarlo por retaguardia, envió en la noche del 5 al 6 a Caballero con sus 5.000 hombres a impedir el avance por el puente de Itororó. En la madrugada del 6 de diciembre, con las tropas fatigadas por el viaje nocturno, sin descanso y sin alimento, llegó Caballero al puente de Itororó. Formó allí dos columnas para oponerse al paso, una de ellas a las órdenes de Serrano, la otra de reserva, a distancia, bajo su mando directo. 


Gelly y Obes insistió ante Caxias solicitando la participación de fuerzas argentinas, planteando la conveniencia de que la alianza fuese verdaderamente representada en la expedición; pero Caxias no aceptó, manifestando que tenía fuerzas suficientes y destacando la importancia estratégica de Palmas para fijar las fuerzas paraguayas.

Gelly terminó por aceptar la decisión y se limitó a insistir en efectuar el desembarque en San Antonio, ya que, según sus informes, Villeta estaba fortificado.

A mediados de octubre de 1868 empezaron los trabajos de reconocimiento y construcción de la vía. Tras forzar el paso artillado de Angostura, los acorazados efectuaron desembarcos en San Antonio y permanecieron estacionados en el lugar en espera de la división que avanzaba por el Chaco.

La construcción de un camino para tropas, carros y cañones a través del Chaco, de unos 25 km. de longitud, insumió algo más de un mes. A continuación se inició el rodeo por el Chaco, hasta alcanzar en 48 horas el fondeadero de la escuadra, en la que fueron nuevamente embarcados. Las fuentes difieren significativamente en la cantidad de hombres que fueron trasladados: algunas citan 30.000 hombres, otros 23.000,26​ mientras la cita más minuciosa la establece en indican 20.657: 18.999 de infantería, 926 de caballería y 742 artilleros.27​ Estaban divididos en tres Cuerpos, el I al mando de Jacintho Machado Bittencourt, el II al mando del mariscal Alejandro Gomes de Argolo Ferrão (o Argollo), y el III al de Manuel Luis Osorio (1808-1879), Marqués do Herval. También desembarcó el marqués de Caxias, quien instaló su puesto comando en San Antonio.

El 4 de diciembre, las tropas brasileras desembarcaron en San Antonio, aguas arriba de Villeta. Pese a que estaban muy cerca de Asunción, marcharon hacia el sur, en busca del ejército enemigo y del presidente López.​

Itororó y Avay

El 19 de agosto, el ejército brasileño, seguido por las tropas de sus aliados, inició la marcha hacia el norte desde Humaitá, a corta distancia del río Paraguay, y seis días más tarde lograron una victoria sobre posiciones avanzadas en la Meseta de Yacaré, cerca del actual pueblo de Tacuaras. El día 28 de agosto, la caballería riograndense atacó las posiciones al norte del río Tebicuary, donde aún creían hallar al presidente López. Desalojaron rápidamente a los 400 hombres comandados por el mayor Rojas, que fue tomado prisionero. El resto de las fuerzas, unos 3.000 hombres comandados por el coronel César Montiel — cumpliendo órdenes de López — se retiró hacia el Piquisiry. La villa de San Fernando, destruida en su retirada por los paraguayos, fue ocupada el día 29.

Tras un recorrido en que debieron cruzar esteros y arroyos a cada paso, aguantando lluvias tropicales y molestias por los abundantes insectos, los aliados llegaron frente al arroyo Surubí-i. Para cruzarlo, debieron desalojar el puente sobre el mismo, defendido por los paraguayos del coronel Julián Roa; la victoria correspondió a los brasileños, pero en el transcurso del combate, el marqués se enfrentó por primera vez con el desbande de sus propias tropas. El 24 de septiembre, las fuerzas atacantes ocuparon el puerto de Palmas.

Desde Palmas, Caxias pudo observar las fortificaciones paraguayas: el avance por el río Paraguay quedaba impedido por un núcleo de baterías costeras en Angostura, mientras el ataque frontal quedaba también imposibilitado por las líneas defensivas construidas detrás del Piquisiry, y por la inundación permanente de este arroyo, que estaba obstruido por una presa de embalse construida por los paraguayos.​

El desembarco se produjo el 4 de diciembre de 1868, comenzando lo que los historiadores brasileños llaman "dezembrada": un ejército de 18.600 hombres se trasladó hacia el sur, hacia la posición del Piquisiry.

Al iniciar los brasileños el avance, encontraron el puente ocupado por los para­guayos. Caxias ordenó un ataque frontal y una maniobra de envolvimiento hasta llegar a las puntas del Itororó, a 14 km, por un terreno lleno de obstáculos naturales. El ataque frontal comenzó a las seis de la mañana y el enemigo se mantuvo firme; fueron comprometidas nue­vas, fuerzas, sin esperar la llegada de Osorio, que había sido encargado de la maniobra de envolvimiento. La lucha fue muy reñida; los brasileños pasaron el puente, pero la artillería paraguaya entró en acción y diezmó a los atacantes, que retrocedieron.

Mientras tanto, el mariscal Caxias envió al general João Manuel Mena Barreto a Pirayú, para cubrir una posible retirada paraguaya hacia el interior.

Tomado entre dos fuegos, López se vio obligado a enviar tropas hacia el norte de su posición, abandonando la línea fortificada. Brevemente pensó en levantar una nueva línea fortificada, pero el avance brasileño no le dio tiempo siquiera a iniciarlo, por lo que abandonó la idea. En cambio, ordenó levantar trincheras protegiendo las Lomas Valentinas por el norte.

Los soldados paraguayos habían demostrado repetidamente ser muy capaces para sostener una posición, pero no tanto para atacar,10​ lo cual aconsejaba que López se limitara a defender su posición. Si bien el presidente paraguayo no repitió el error en que había caído repetidamente de atacar a un ejército superior en lugar de defenderse, nuevamente insistió en dividir su ejército en acciones menores. A seis kilómetros al sur de San Antonio, el camino costero cruzaba el arroyo Itororó por un estrecho puente. Allí esperaban al ejército invasor 5.000 paraguayos al mando del general Bernardino Caballero. Los 12.000 hombres de Caxias lograron tomar el puente en la Batalla de Itororó, del 6 de diciembre, aunque perdieron 1.800 hombres, contra 1.200 paraguayos.
Cinco días más tarde, López volvió a oponer a Caxias una división al mando de Caballero, con 5.600 hombres. Esta vez la posición no era fácil de defender, y el ejército paraguayo perdió en la Batalla de Avay casi 3.000 muertos, 1.400 heridosn. 1​ y 1.200 prisioneros.30​ Existen testimonios que permiten inferir que muchos de los prisioneros fueron ejecutados. Además cayeron en manos de los brasileños unas 300 mujeres, que fueron maltratadas, y algunas violadas por los soldados.
Caxias quedó muy desilusionado de sus tropas, pues en la batalla de Avay le costó un enorme esfuerzo lograr que no huyeran frente al enemigo; culpó de la situación a la presencia de "libertos" en sus filas, que no poseían el concepto de patria.​ No es de extrañar, ya que los libertos habían sido "puestos en libertad" a cambio de servir en el ejército hasta el fin de la guerra, y pensaban — con razón, ya que esto sería lo que ocurriría con la mayoría — que al final de la misma se olvidarían las promesas de libertad y volverían a la esclavitud.

Menna Barreto

Los aliados establecieron su base de operaciones en Villeta; una exploración a cargo de Menna Barreto llegó hasta Pitayú y Arenguá, sobre el ferrocarril de Asun­ción a Paraguary, sin hallar enemigos. El 18 un grupo de reconocimiento llegó hasta tres kilómetros de la re­sidencia del mariscal López. El 21 inició el ejército bra­sileño las operaciones sobre las posiciones paraguayas. 

Lomas Valentinas

A continuación, Caxias ocupó Villeta, a corta distancia de las posiciones de López. Éste reunió a sus hombres en una última posición defensiva, en las Lomas Valentinas, justo al norte del Piquisiry. Gelly y Obes avanzó hacia el norte, encontrando una parte de la línea defensiva paraguaya desguarnecida, lo que le permitió llegar a Villeta, pasando entre las fortificaciones que rodeaban a la batería de Angostura y las Lomas Valentinas. 
Las Lomas Valentinas eran dos mesetas: la loma de "Itá Ybaté" ubicada al noroeste, y la de "Cumbarity", separada de la anterior por una pequeña zanja con una corriente de agua y que termina hacia el este en una pendiente suave hacia una pradera abierta, llamada Potrero Mármol. La casa y cuartel general de López estaban en la loma de Cumbarity, desde donde podía ver casi todo el frente del Piquisiry, pero le era difícil controlar un campo de batalla hacia el norte.
La trinchera, consistente en un foso de sólo unos 60 cm de ancho por otros tantos de profundidad, estaba ubicada "sobre la primera meseta de derecha a izquierda formando ángulo con una línea quebrada que se dirigía hacia el Cuartel General paraguayo por el frente". Los soldados sentados en el borde interior quedaban a cubierto pero su flanco derecho quedaba expuesto.
López concentró allí sus fuerzas, cerca de 7000 hombres, dejando en Angostura una división de sólo 700 hombres y en la trinchera de Piquisiry unos 1500, que eran en su mayoría inválidos o muy jóvenes.
Un ataque de Gelly y Obes a las trincheras de Piquisiry, orientado a impedir que las fuerzas paraguayas que las custodiaban se retiraran hacia Lomas Valentinas, no tuvo aparentemente el efecto buscado. No obstante, quedaron allí unos 2.500 a 3.000 hombres, mientras en Itá Ibaté, el centro del dispositivo defensivo paraguayo, se concentraron entre 9.300 y 9.800 hombres.
El 17 de diciembre la 3° división de caballería imperial comandada por coronel Vasco Alves Pereira sorprendió al sur de Zanja Blanca a tropas del regimiento de caballería paraguaya N°45 pero atacado a su vez por la retaguardia, se dio a la fuga dejando numerosas bajas. El 18, Caxias practicó un nuevo reconocimiento y descubrió los únicos dos desfiladeros que había frente a la línea; considerando inútil rodear la posición, los eligió para su plan de ataque.
En la madrugada del 21 de diciembre, juzgando que estaba por comenzar una batalla decisiva, López ordenó el fusilamiento de los condenados en el proceso de San Fernando: su hermano Benigno, su cuñado el general Vicente Barrios, el obispo Palacios y el ex ministro de relaciones exteriores José Berges, entre otros.​

Lomas Valentinas

Lomas Valentinas daba nombre a un conjunto de lomas que incluían las del Cumbarity, Acosta, Potrero Mármol e Itá Ybaté o Itá-Ibaté, al sur de la Villeta del Guarnipitán. El mariscal Francisco Solano López había instalado su campamento en la Loma Acosta el 8 de setiembre de 1868. Caxias reorganizó sus unidades unificando algunos de los batallones que habían sufrido fuertes pérdidas en los recientes combates y ordenó al general Manuel Mena Barreto que marchara con una división hacia Pirayú para cerrar esa posible vía de retirada. Por su parte, López decidió tender una nueva línea de defensa del lado de Villeta y dio órdenes de iniciar la construcción de una larga trinchera entre Angostura y su cuartel general. Ante la urgencia de la situación y la falta de recursos, abandonó pronto el proyecto y mandó construir una cadena de fuertes entre ambas posiciones, idea que debió también ser desestimada por similares motivos.


El 21 de diciembre, Caxias dirigió un ataque masivo a las posiciones paraguayas, en la primera Batalla de Itá Ibaté o de Lomas Valentinas. Las tropas paraguayas se defendieron eficazmente, aunque perdiendo un enorme número de efectivos, mientras los brasileños se desbandaban repetidamente; el jefe brasileño se vio obligado a retirarse.
Después de la derrota sufrida, Caxias se vio obligado a incluir nuevamente a los argentinos y uruguayos en la siguiente batalla. Con la firma de Caxias, Gelly y Castro, el día 24 fue enviada una intimación a rendirse dirigida al presidente López. Éste la rechazó altivamente, recordando a sus enemigos que su oferta de paz había sido rechazada en Yataytí Corá dos años antes.
El 27 de diciembre, los aliados lograron una sangrienta victoria en la segunda Batalla de Lomas Valentinas o de Itá Ivaté.38​ La batalla terminó en la masacre de los soldados vencidos, incluidos los que se rendían, en su mayoría niños y ancianos. En total, los paraguayos perdieron 1.500 muertos y 1.000 prisioneros heridos, mientras los aliados tuvieron 460 bajas.
López escapó de la batalla durante la misma, cruzando una laguna a través de la misma con su carruaje, utilizando un terraplén oculto bajo el agua a poca profundidad. Sorprendió a los brasileños, que poco antes habían dominado el lugar por el cual huyó, pero aún cuando tuvieron en claro que el presidente huía, por causas que no han podido ser establecidas, éste no fue perseguido. Las causas de esta huida de una posición totalmente cercada le son generalmente atribuidas a Caxias, aunque los motivos para ello varían sustancialmente: desde el cansancio moral y físico del anciano comandante, hasta el sometimiento a órdenes emitidas por sus superiores en la masonería.
Una serie de combates en que participaron fuerzas argentinas al mando del coronel Donato Álvarez, precedió al bombardeo masivo de la batería de Angostura. Tras largas negociaciones, finalmente su comandante, el teniente coronel Jorge Thompson – un ingeniero británico que había sido contratado años antes por López, y que había construido todas las defensas de la guerra hasta entonces, desde Itapirú hasta Angostura, pasando por Humaitá y Curupayty – aceptó rendirse al frente de los 1.700 hombres que le quedaban.40​ Allí los brasileños hallaron nuevamente mujeres, que fueron masivamente violadas.
En el ínterin, la repetida renuncia de Gelly y Obes fue finalmente atendida, y el 22 de diciembre había sido nombrado en su reemplazo el general Emilio Mitre, hermano del expresidente, pero éste no asumiría el mando hasta iniciado el año siguiente.