La campaña del Uruguay

El proyecto ofensivo inicial de los aliados no pudo mantenerse y Mitre lo alteró el 24 de mayo, convirtiéndolo, por el momento, en un plan defensivo. La concentración argentina se haría en Concordia, en lugar de hacerla en Goya; se mantenía la decisión de reunir a los uruguayos y brasileños al otro lado del río Uruguay, en Paysandú o en Salto.


Nuevo plan de los aliados

Urquiza fue designado comandante en jefe de todas las tropas argentinas que operaban en la provincia de Corrientes, y tenía la misión de obstruir el avance paraguayo a lo largo de los ríos Paraná y Uruguay, para permitir entretanto la concentración de los aliados. Urquiza salió a cumplir su misión, el 14 de mayo, desde Cali, con unos 8.000 jinetes entrerrianos, dispuesto a una guerra de recursos. Pidió que el general Paunero, que se hallaba en Esquina, se le incorporase en Basualdo con sus tropas de línea, dejando frente al enemigo la guardia nacional correntina y dispuso que la guardia nacional entrerriana de infantería se concentrase en Con-cepción del Uruguay; simultáneamente, pidió a Mitre un refuerzo de 5 a 6.000 infantes y con todo ello se comprometía a atacar con éxito a los paraguayos si continuaban el avance.

Paunero opuso reparos a la orden de Urquiza, por hallarse frente al enemigo en retirada, y constituir sus tropas el grupo táctico más importante; quería proteger a la guardia nacional correntina y deseaba seguir desde Esquina por el río Corrientes, para reunirse con Urquiza en un lugar más adelantado. Con ese propósito, salió de Esquina y llegó al Paso del Platero el 14 de junio y siguió luego por la margen izquierda de ese río.

La situación se aclaró para Paunero después de la derrota de la escuadra paraguaya en el Riachuelo y de la retirada de Robles hacia Corrientes por orden del mariscal López.

Desde Paso del Platero se dirigió Paunero a Paso Martínez, con la intención de encontrarse allí con Urquiza; pero éste no se movió de Basualdo, porque imaginó que la retirada de Robles era un ardid de guerra y ordenó a Paunero que no cruzase el río Corrientes. Paunero, sin embargo, no cumplió la orden y cruzó el río, en apoyo de los jinetes correntinos; el 17 de junio, los invasores se hallaban ya al norte de Empedrado.

Los rozamientos y vacilaciones entre los jefes son manifiestos, se realizan movimientos inútiles y se discuten las instrucciones con lo cual es frustrada la unidad de mando.

Operaciones terrestres de las fuerzas paraguayas (en negro) y aliadas (en rojo).

En la noche del 3 al 4 de julio, hallándose Urquiza ausente del campamento, una -cuarta parte de las tropas de Entre Ríos acampadas en Basualdo, en el límite entre las dos provincias, se desbandó; regresó rápidamente Urquiza, y ante el estado de sedición y de descontento resolvió retirarse y licenciar las tropas que aún se mantenían adictas. La guerra del Paraguay era impopular en la Mesopotamia y Urquiza había perdido autoridad por su retirada sin lucha después de Pavón. Además, Entre Ríos había sido siempre hostil al partido colorado del Uruguay, que había recuperado el gobierno ,gracias a la intervención brasileña y nuevos caudillos iban ocupando el puesto del antiguo gobernador de la provincia, entre ellos Ricardo López Jordán. Éste escribió a Urquiza: "Usted nos llama para combatir a Paraguay. 

Nunca, general; ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileños. Estamos prontos. Ésos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo de Entre Ríos". Pero al fin se impuso la autoridad de Urquiza y López Jordán concurrió a la concentración. Sin embargo, las palabras de López Jordán reflejan el estado de ánimo de la mayoría entrerriana.

Cuando volvió a convocarse a los entrerrianos en Toledo, volvieron a desbandarse el 10 de noviembre. Fue preciso, pues, prescindir de la provincia de Entre Ríos para la guerra del Paraguay, y del concurso de Urquiza, que se había puesto a las órdenes del general Mitre.

combate de São Borja

El combate de São Borja se produjo el 10 de junio 1865 el boceto de Mynssen muestra el 1º batallón de voluntarios brasileños defendiendo su bandera contra los paraguayos

Como fallase ese importante puntal del plan de Mitre, que era la acción de Urquiza con las unidades correntinas y entrerrianas en el territorio de Corrientes, el comandante en jefe de las tropas aliadas, que había instalado su cuartel general en Concordia, en vista de que las columnas de Payba y Reguera no podrían contener a los paraguayos que avanzaban por el río Uruguay a las órdenes de Cruz Estigarribia, adelantó tropas reunidas en Concordia a las órdenes del general Venancio Flores con el objeto de contener a los invasores, hasta que se hubiesen reunido los efectivos aliados. El 23 de junio, el jefe brasileño Osorio resolvió unir sus fuerzas con las argentinas en Concordia y realizó el cruce del río Uruguay desde el 24 de junio al 11 de julio.

Fue una decisión que costó a Mitre muchos esfuerzos de persuasión. En carta a Gelly y Obes le dice "que no han influido poco en esta determinación la tranquila resolución con que he hablado al general Osorio sobre el particular, dejándole entera libertad para obrar como lo creyera más conveniente a los intereses de su país, pero haciéndole comprender al mismo tiempo que, cualquiera que fuese su resolución, yo en el ejército argentino iría a buscar la suerte de las armas en cualquier punto y con cualquier número". Además pudo influir también la inactividad de Cruz Estigarribia en San Borja, desde donde no mostraba intención de proseguir la invasión.

Las fuerzas orientales fueron embarcadas en Montevideo y se encontraron el 13 de junio al norte del arroyo Ayuí, al noreste de Salto; y allí también se incorporó un contingente de caballería oriental, formando un total de 2.750 hombres. Nuevos contingentes argentinos fue-ron llegando por vía fluvial, aunque sin ganado y sin suficiente instrucción y disciplina. En Concordia, y bajo la dirección de Mitre, las unidades de operaciones fueron organizadas y abastecidas; la concentración terminó prácticamente hacia fines de julio; los aliados deseaban entonces que el enemigo aceptase una batalla decisiva en la Mesopotamia, pero no pareció dispuesto a ello, pues en lugar de avanzar, retrocedió.

Justo Jose de Urquiza

La caída del gobierno uruguayo provocó la Guerra del Paraguay. Mitre llamó a todas las provincias a movilizarse contra el gobierno de Francisco Solano López, y Urquiza repitió el llamamiento al pueblo entrerriano. Los federales entrerrianos estaban indignados; escribían contra la guerra y a favor del gobierno paraguayo. 

Pero Urquiza estaba obteniendo un gran provecho de la guerra: lo primero que hizo fue reunir la mayor parte de los caballos de la provincia y vendérselos a Brasil, poco después ordenó movilizar todas las fuerzas provinciales en el campamento de Calá. Curiosamente, en un gesto insólitamente racista, ordenó movilizar a todos los “pardos y morenos” entre los 20 y los 30 años. Se presentaron 8.000 voluntarios, la mayor parte de ellos convencidos de que iban a unirse a los paraguayos contra los brasileños. Fueron reunidos en cinco columnas y comenzaron a marchar hacia el norte; pero al llegar al pueblo de Basualdo, se enteraron de qué lado iban a pelear: simplemente se fueron a sus casas.

Los paraguayos sobre el río Uruguay

El coronel Duarte fue adelantado por Cruz Estigarribia desde Pindapoy, para explorar los pasos sobre el río Uruguay y reunir ganado. En cumplimiento de esa misión llegó a Santo Tomé el 10 de mayo; después de algunos encuentros con las tropas de Payba, quedó allí hasta junio, y recibió refuerzos mientras los aliados se mantenían al sur del Aguapey con patrullas sobre el Cuay Chico.

Estigarribia, que marchó con el grueso de sus tropas por la margen derecha del río Uruguay, cruzó éste, entre el 10 y el 12 de junio, sin mayor oposición de los defensores de Río Grande y se apoderó de San Borja; el 19 del mismo mes continuó el avance hacia Uruguayana, mientras los contingentes de Duarte seguían por la margen derecha, venciendo las débiles hostilidades de Payba

La columna paraguaya llegó el 7 de julio a Itaquí; desprendió una fracción de la columna principal al mando del capitán López para capturar una tropa de carretas con armamentos, objetivo que no pudo alcanzar, y en cambio fue batida el 26 de junio por la brigada de Fernández Lima.

Reunidos en Concordia los últimos contingentes aliados, Payba y Paunero quedaron dependientes directamente del cuartel general en el desarrollo de sus operaciones. La escuadra brasileña, autónoma en sus decisiones, quedó inactiva frente al Riachuelo.

El ejército de vanguardia

La columna de Estigarribia no era el centro de gravedad estratégico de la invasión; sin embargo preocupaba a los aliados, mientras que la invasión de Robles por el Paraná, numéricamente poderosa y bien equipada, había perdido interés inmediato por su retiro hacia la ciudad de Corrientes.

ricardo lopez jordan

La guerra en el Uruguay provocó la reacción paraguaya, que llevó a la Guerra de la Triple Alianza. Urquiza llamó al pueblo entrerriano a la guerra contra el Paraguay, López Jordán lo acompañó, pero luego le respondió:

"Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileños. Estamos prontos. Estos son nuestros enemigos."
Urquiza ordenó la movilización de las fuerzas de Entre Ríos en el campamento de Basualdo en el norte de la provincia. Se presentaron 8.000 hombres, pero casi todos creían que iban a unirse a los paraguayos contra los brasileños. Pero cuando descubrieron de qué lado iban a pelear, simplemente se fueron a sus casas. López Jordán apoyó y celebró la deserción y fue acusado de instigarla. 

No se explica hoy cómo no pudo comprender entonces el mariscal López que su plan de invasión había fracasado; haciendo retroceder también a Estigarribia, que se hallaba próximo a las tropas aliadas, habría podido salvar un fuerte contingente de tropas para las futuras operaciones. El 12 de junio penetró Duarte en La Cruz y Estigarribia se hallaba en Itaquí. Fernández Lima, con parte de la división Canabarro, operaba sobre el flanco izquierdo paraguayo y con el resto se disponía a avanzar sobre Paso Santa María, en el río Ibicuy.

Los aliados resolvieron operar ofensivamente contra Estigarribia, y se formó para ello el ejército de vanguardia, integrado por 1.850 jinetes y 1.700 infantes, con el apoyo de 8 piezas de artillería. Ese contingente llegó el 4 de agosto al paso de las Piedras, sobre el río Mirifíay. Por orden de Mitre, las tropas de Paunero, 3.600 hombres, se incorporaron al ejército de vanguardia en el arroyo Santa Ana, a 40 kilómetros al suroeste de Paso de los Libres, el 13 de agosto. También había sido incorporada a ese ejército la caballería correntina, a las órdenes de Madariaga, en la que revistaban las fuerzas de Payba.

Duarte quedó inmovilizado en Paso de los Libres, pues Estigarribia se había encerrado en Uruguayana. La superioridad del enemigo era evidente, pero tenía orden de defenderse y sacrificarse y así lo hizo. Los aliados sumaban 10.700 hombres, con 31 piezas de artillería, de los cuales 5.200 eran infantes; los paraguayos eran sólo 3.000 hombres, sin artillería (1.800 infantes, 1.000 jinetes y 200 auxiliares orientales y correntinos).

batalla de Yatay

La batalla de Yatay fue librada el 17 de agosto de 1865 entre las tropas de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) y las del Paraguay en las cercanías de Paso de los Libres, actual departamento Paso de los Libres, provincia de Corrientes, Argentina.
La batalla de Yatay fue la primera gran batalla terrestre de esta guerra, y la más importante de la segunda fase de la Guerra de la Triple Alianza, transcurrida en territorio correntino. 


Combate de Yatay

La infantería de Duarte ocupaba el 17 de agosto una posición al suroeste del arroyo Despedida, mientras su caballería se hallaba dispuesta para resistir contra el flanco derecho de los aliados, al sur del arroyo Yatay.

El general Flores, bajo cuyo mando se hallaba el ejército de vanguardia, resolvió atacar, combinando el avance frontal con una maniobra de envolvimiento del ala derecha y un ataque a la espalda del enemigo. La infantería uruguaya inició el ataque frontal; los paraguayos se replegaron; Duarte cargó entonces con la caballería contra la caballería uruguaya, que se dispersó en desorden; acudió un regimiento de caballería argentino y la escolta y cargaron a su vez contra los paraguayos, obligándoles a retroceder maltrechos; Duarte cayó prisionero. La infantería ofreció una resistencia desesperada, pero el fuego de la artillería aliada desde el flanco y la maniobra de envolvimiento de Paunero culminaron en una lucha cuerpo a cuerpo, de la que se salvaron pocos en la fuga.

El contingente paraguayo fue aniquilado, pues perdió 1.500 muertos, 300 heridos y 1.200 prisioneros; los aliados tuvieron 320 muertos y 220 heridos, en su mayor parte infantería oriental. Flores comunicó a Mitre:

"Los enemigos han combatido como bárbaros. No hay poder humano que los haga rendir, y prefieren la muerte cierta antes que rendirse."

Después de ese combate quedaron interceptadas las comunicaciones de Estigarribia con el Paraguay, y su posición resultó algo como un puesto perdido, por no haber socorrido a Duarte en su crítica situación.

Batalla de Yatay

La batalla terminó al mediodía, y lo que siguió fue una cruenta matanza. Los pequeños grupos de paraguayos que pelearon “como bárbaros” –según Flores- fueron acorralados sobre al ribera pantanosa del Yatay, sin pedir ni aceptar cuartel. El corresponsal del “Evening Star”, de Londres, después de haber recorrido el campo de batalla, escribe lo siguiente:
“Era un espectáculo horrible. Mil cuatrocienteos paraguayos yacían allí sin haber recibido sepultura; los más de ellos tenían las manos atadas a la espalda y las cabezas destroncadas. ¿Cómo había sucedido esto? Es que habían sido hechos prisioneros y después del desarme habían sido degollados y abandonados en el campo de batalla...”
Los pocos sobrevivientes de este salvaje degüello fueron distribuidos entre los diversos cuerpos enemigos o enviados a Buenos Aires o Montevideo para servir de criados a los deudos de sus vencedores. ¡Muchos fueron vendidos como esclavos en el Brasil!

La columna del Paraná

El general Resquín reemplazó a Robles en el mando de la columna paraguaya del Paraná y el 24 de julio emprendió una nueva ofensiva con 30.000 hombres y 60 cañones, y llegó el 28 del mismo mes a Bella Vista; pero en todo el mes de agosto no se movió de ese lugar. Sólo Bruguez emplazó su artillería de gran calibre, 30 piezas protegidas por dos o tres mil hombres, en Cuevas, 20 km al sur de Bella Vista, para interrumpir las comunicaciones de la escuadra brasileña, que se hallaba en Cancha del Simbolar, 20 km. al sur de Empedrado.

El 8 de agosto una fuerza paraguaya llegó a San Roque, después de dispersar las milicias correntinas de los pasos de Santa Lucía; una columna avanzó el 10 de agosto hasta Goya, y las milicias de Nicanor Cáceres y Hornos retrocedieron. Con esos movimientos, el jefe paraguayo quería atraer la atención de los aliados sobre el ejército. del Paraná, para aliviar de ese modo la presión sobre Cruz Estigarribia.

Pero el avance hacia Curuzil Cuatiá y Mercedes no continuó y los aliados mantuvieron su atención sobre el enemigo más próximo. La maniobra de Resquín, por tanto, falló enteramente. La escuadra brasileña, al saber a los paraguayos en Bella Vista, se movió el 12 de agosto y fue a fondear en Rincón de Soto, después de sufrir averías de relativa importancia en el paso de Cuevas, donde Bruguez había instalado su artillería.

El sitio de Uruguayana

El 16 de julio, las fuerzas de Canabarro habían iniciado el sitio Uruguayana, pero no pudo accionar de ninguna manera contra las fuerzas sitiadas. Casi simultáneamente con la batalla de Yatay, se unió al mismo el ejército de Manuel Marques de Sousa, aunque disminuido por las fuerzas enviadas a incorporarse al ejército de Flores.

Tras la victoria de Yatay, gran parte de las fuerzas aliadas cruzaron el río Uruguay y se unieron al sitio. El 19 de agosto, el general Flores envió a Estigarribia una intimación a rendirse, en que le decía que, dado que no tenía posibilidades de éxito, más le valía evitar efusiones de sangre. Afirmaba también que

Los aliados no hacen la guerra a los paraguayos, sino al tirano López que los gobierna y los trata como esclavos; nuestro propósito es darles la libertad e instituciones, dándoles un gobierno por libre elección.”

Estigarribia respondió que

”…como militar, como paraguayo y como soldado que defiende la causa de las instituciones e independencia de su patria, rechazo la oferta de V. E. Los jefes, oficiales y soldados de División son del mismo parecer, y están todos dispuestos a sucumbir antes que aceptar una proposición que deshonraría y llenaría de eterna infamia el nombre del soldado paraguayo.”

A una intimación similar del jefe brasileño, contestó que

”…si las fuerzas de que dispone V. E. son tan numerosas como asegura, venga y entonces sabrá lo que debe esperar el Emperio del Brasil y sus aliados del soldado paraguayo, que sabe morir gloriosamente cerca de su bandera, pero no rendirse.”

Por otras dos veces, los jefes aliados enviaron a Estigarribia sendas intimaciones, a las que responde altivamente, en parecidos términos heroicos, llegando a compararse con el rey de Esparta, Leónidas I, que murió combatiendo en la batalla de las Termópilas.

Pero su principal enemigo no era el ejército sitiador, sino el hambre: sus soldados se debilitaban a vista de todos, y las enfermedades costaban vidas diariamente. Para tratar de disminuir el consumo de alimentos, solicitó permiso a los sitiadores para dejar salir a toda la población civil hacia el campamento sitiador; la operación tuvo lugar el 11 de septiembre. Mientras tanto, sus efectivos se habían visto reducidos a apenas 5.500 hombres, la mayor parte de los cuales enfermos.

Ese mismo día, llegaba al campamento sitiador el Emperador Pedro II, encontrándose allí con los presidentes aliados, Mitre y Flores. El primer le hizo saber que los jefes brasileños no aceptaban el mando militar, a lo que Don Pedro puso fin de inmediato, poniendo al mando de sus tropas a sus dos yernos, Augusto, príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, y Gastón de Orleans, Conde d'Eu.

En ese momento, las fuerzas aliadas contaban con 17.346 combatientes, de los cuales 12.393 brasileños, 3.802 argentinos y 1.220 uruguayos, con 54 cañones. Las tropas argentinas – todas de infantería – estaban bajo el mando del general Paunero y su jefe de estado mayor era Indalecio Chenaut; las divisiones eran mandadas por: Julio de Vedia comandaba la artillería; Manuel Rosetti, Adolfo Orma, Juan Bautista Charlone, Manuel Fraga y Matías Rivero. La caballería había quedado del lado argentino del río.

Capitulación de paraguayos encerrados en la ciudad de Uruguayana

Capitulación de paraguayos encerrados en la ciudad de Uruguayana

Rendición de Uruguayana.

La columna de Estigarribia entró en Uruguayana el 15 de agosto y se apoderó de todos los recursos acumulados allí por los brasileños. Después del combate de Yatay, en el que fue aniquilada la fuerza al mando de Duarte, Estigarribia quiso replegarse, pero se lo impidieron las divisiones de Canabarro y del barón de Yacuhy. Los jefes aliados intimaron al jefe paraguayo la rendición, pero éste opuso una tenaz negativa. El 20 de agosto se hizo cargo del mando de las fuerzas de Rio Grande do Sul el barón de Porto Alegre y el 21 dos cañoneras brasileñas, aprovechando una creciente, remontaron el río desde Concordia, con mil hombres, para incomunicar a las tropas encerradas en Uruguayana.

Mitre concibió un plan, pero no logró el acuerdo de los jefes brasileños. En carta a Marcos Paz decía:

"He hablado con el almirante Tamandaré. La discordia está en el campo de los griegos, y si esto sigue así, el sitio de Troya de la Uruguayana puede prolongarse más de lo que nos conviene. He visto que a la altura en que están las cosas no se hace nada con cartas y nuevas órdenes, por lo cual he determinado irme yo mismo a la Uruguayana con el almirante... Me ha explicado francamente respecto a mi posición militar en territorio brasileño, y me ha dicho que, aunque no es constitucional, se me reconocerá como general en jefe de los aliados y se subordinarán a lo que yo diga".

El ejército de vanguardia cruzó el río Uruguay y el 29 se hallaba en la otra orilla. El general Castro, con la división de caballería oriental y el regimiento escolta, recibió orden de llegar a Santo Tomé, previa reunión con el coronel Reguera, para limpiar la región de enemigos y recuperar el ganado y los abastecimientos que había en su poder.

El 31 acordaron los jefes aliados intimar juntos la rendición. Surgieron rozamientos entre el barón de Porto Alegre y Flores en cuanto al mando supremo, y Mitre acudió al sitio, como dijo en su carta al vicepresidente; el 11 de setiembre llegó también el emperador Pedro II. 
Las fuerzas aliadas dispuestas para el ataque sumaban 16.000 hombres con 36 piezas de artillería. Comenzó el avance para el asalto final el 18 de setiembre y se interrumpió un momento antes de las operaciones, para que el propio ministro de la guerra brasileño llevase al jefe paraguayo una nueva intimación; esta vez el jefe paraguayo resolvió rendirse.

Antonio de la Cruz Estigarribia

A principios de septiembre la situación se tornaba desesperada por la falta de alimentos y cuando el comandante de la división paraguaya del ejército aliado le escribió rechazando el cargo de traición a la patria y acusando a López de traicionar a su patria por llevar adelante una política opresiva hacia su pueblo, Estigarribia respondió «…compañeros, yo les contestaré más tarde. Tengo que consultar a los míos, cuyas opiniones están divididas.»
​Los días 5 y 7 de septiembre Estigarribia se entrevistó con líderes de los paraguayos en el exilio, Juan Francisco Decoud, Benigno Ferreira y Jaime Sosa. El 11 de septiembre se autorizó la salida de la población civil. El 18 de septiembre, mientras el ejército aliado tomaba posiciones para un asalto, Marques de Souza le envió una intimación final que fue aceptada por Estigarribia sin más condición que los mandos superiores pudieran regresar al Paraguay o retirarse a donde desearan y que los soldados y oficiales orientales que formaban en sus filas no fueran entregados a Flores. Mientras muchos soldados paraguayos prisioneros fueron convertidos en esclavos en Brasil8​ o incorporados a los ejércitos aliados,9​ Estigarribia permaneció en Río de Janeiro el resto de sus días.