El ejército paraguayo

El ejército paraguayo fue elevado por López de 48.000 a 90.000 hombres y se convirtió en el principal instrumento de su ambición de desempeñar un papel de primer plano en la inestable política de los países del Plata.

El ejército

Se trataba de un ejército a la europea, con una leva anual, mientras que las reservas eran llamadas de nuevo al servicio parcialmente cada año. López podía movilizar, en poco tiempo, a casi cien mil hombres y maniobrar con facilidad pues ya estaban adiestrados. La caballería se componía de cuarenta regimientos al mando de capitanes, ya que no se daba el ascenso de coronel con facilidad. Los soldados estaban, en su mayoría, armados de lanza y con sable, y algunos con carabinas.

La Guardia Presidencial, compuesta por 250 jinetes escogidos, armados con carabinas de retrocarga modernas, llevaba poncho escarlata, pantalones blancos y botas. En su quepis lucían un rabo de mono como adorno y por ello los llamaban «cabezas de mono». La infantería estaba dividida en batallones de ochocientos hombres cada uno; la primera llamada de «Granaderos», comprendía los hombres más altos y robustos, las otras se llamaban sencillamente según los números: «Segunda», «Tercera», etc.

El armamento

El armamento era variado, ya que provenía de diversas casas europeas, y ello constituía un serio inconveniente. Un solo batallón tenía fusiles Minie británicos, modernísimos, con cañón estriado; otros batallones tenían fusiles Witton, estriados también, y el resto, viejos fusiles alemanes de cañón liso a percusión, Brown Besse, británicos y Clarinette, franceses de 1830 o Kunhfuss, prusianos. Estos fusiles habían sido comprados en Francia, Alemania y Gran Bretaña luego de las campañas napoleónicas. La bayoneta no poseía vaina y los soldados la llevaban siempre acoplada.

Cañon Cristiano

En 1866, el técnico y dibujante Michael Hunter ideó la construcción del cañón de enormes dimensiones con el fin de arremeter contra los acorazados y encorazados aliados, según los trabajos de investigación de la historiadora licenciada Noelia Quintana Villasboa.
Este artefacto de 10 toneladas, fue fabricado en Fundición de Hierro de Ybycuí con las campanas de bronce de las iglesias que fueron ofrecidas y descolgadas con el mayor regocijo por parte de curas párrocos de la región, para que pueda ajusticiar los derechos ultrajados de la Iglesia Paraguaya.
Asimismo, otros cañones fueron creados para que aumenten los elementos de resistencia y hacer escuchar los ecos terribles en los campos de batalla.
No obstante, desde el 1868 esta pieza fue tomada como trofeo de guerra por parte de los aliados y actualmente se encuentra expuesto en el Museo Histórico Nacional de Río de Janeiro.

Los paraguayos eran buenos tiradores, pacientes y valientes, capaces de largas marchas, descalzos, sobre cualquier tipo de terreno.

El orgullo del ejército era la artillería. La componían veinte mil hombres y casi cuatrocientos cañones. La unidad básica era el regimiento con cuatro baterías de seis piezas cada uno. El instructor británico, mayor George Thompson no logró hacerles aprender a los soldados el uso de la mira para apuntar y al final les dejó hacer lo que quisieran. 

Apuntaban a ojo cuando se trataba de objetivos lejanos y tras algunos tiros de ajuste lograban acertar. Había cien mil caballos al servicio del ejército, pero después del primer año de guerra éstos comenzaron a faltar, y se utilizaron bueyes y finalmente brazos. Había variedad de tipos y calibres en la artillería paraguaya. En las fundiciones de lbucuy los técnicos británicos que allí trabajaban fabricaron cañones de acero de doce pulgadas que habrían dejado satisfecho al mismo Krupp y al general piamontés Cavalli, el inventor del ánima estriada. Pero la mayoría de los cañones eran veteranos de las guerras napoleónicas y después de algunos disparos quedaban inservibles. Los técnicos británicos al servicio de López fabricaron en los arsenales de Asunción cañones excepcionales como El Cristiano, de doce toneladas y un calibre de ciento cincuenta. También El Criollo y El guaraní eran cañones de enorme tamaño y calibre.

Soldados paraguayos

Una tropa singular

La infantería llevaba uniforme de algodón, con casacas rojas con solapas azules y un cinturón blanco a la cintura. El quepis de infantería se parecía al de la guardia francesa de Luis Felipe: de forma cilíndrica, estrechándose arriba, negro o rojo, adornado con una cinta vertical rosa o negra. El quepis de la caballería llevaba un lirio blanco y un distintivo tricolor la artillería. Después del primer año de guerra, los uniformes se fueron deteriorando hasta desaparecer, salvo el quepis. Al final, el ejército combatió casi desnudo, con una especie de taparrabos.

Todo el ejército estaba sometido a una férrea disciplina. López era llamado por los soldados «Caray guazú», el gran señor. Para dirigirse a su superior debía decirse: «Padre mío». Los castigos eran severísimos y los cabos llevaban siempre un látigo a la cintura. El oficial podía ordenar hasta cuarenta latigazos al soldado. Todos los soldados iban descalzos. Detrás de los batallones que marchaban a la lucha siempre había grupos de tiradores para disparar sobre los que retrocedían o huían.

La comida de la tropa era principalmente la carne asada, un buey cada ochenta hombres, y verduras. El pan y los bizcochos eran desconocidos. Junto con la carne se distribuía una libra de yerba mate al mes, sal, tabaco y maíz. En el segundo año de la guerra se distribuía un buey entre doscientos hombres. En los días de batalla se repartía una ración de aguardiente. Durante la noche solamente la mitad de los soldados dormían, los otros estaban siempre alerta. Esto explica por qué los aliados no lograron nunca atacar por sorpresa. Este era el ejército singular que López había llamado a las armas. A pesar de sus deficiencias era ciertamente el ejército más fuerte de América del Sur.

El fusil Minié era un fusil de avancarga francés de mediados del siglo XIX, cuyo diseño influyó el desarrollo de varios fusiles similares. Fue adoptado en 1849 tras la invención de la bala Minié en 1847 por el Capitán Claude-Étienne Minié de los Chasseurs d'Orléans del Ejército francés y Henri-Gustave Delvigne. La bala fue diseñada para permitir una rápida recarga del fusil, una innovación que difundió el empleo masivo de esta arma en combate. Fue desarrollado luego de las dificultades que tuvo el Ejército francés en el norte de África, donde habitualmente era atacado desde grandes distancias gracias a las espingardas artesanales, pero con cañones largos, de los argelinos.