Londres revela un secreto

En 1866 el gobierno de Londres dio a conocer el tratado secreto de la Triple Alianza, que fue objeto de críticas en la Argentina, en los países del Pacifico y en Europa. 

Nuevas gestiones de paz

En setiembre del mismo año, el mariscal López celebró con Mitre una entrevista en Yataytí-Corá, pero el emperador Pedro II no quiso que se mantuviesen tratos con el dictador y pidió su rendición incondicional. En setiembre de 1867, por mediación del representante inglés en Buenos Aires, volvió a ofrecer la paz; entre otras cláusulas prometía. su alejamiento voluntario del Paraguay. El gobierno argentino aceptó esas bases, pero el Brasil insistió en la "deposición" de Francisco Solano López y la guerra continuó encarnizada y sangrienta.

Alberdi continuaba desde Europa su oposición irreductible a la guerra: 

"Si algún peligro corriese hoy el honor argentino, no sería por causa del abandono inminente del tratado, sino por la prolongación y sostén de él, después que su publicidad ha revelado su iniquidad y escandalizado al mundo.
Si el tratado hecho para destruir al Paraguay está destruyendo más bien, a la República Argentina, ¿deberá ser mantenido por ésta, a precio de su vida, que nunca prometió inmolar a los intereses del Brasil? Curiosa cosa es ver a la República Argentina, que se dice al nivel de la civilización de este siglo, dejarse fusilar y enterrar, por no romper una cadena venenosa, formada de telas de araña":


Sir John Rusell

Cuando Palmerston murió repentinamente a fines de 1865, Russell se convirtió nuevamente en Primer Ministro el habia sido testigo de la firma del pacto secreto de la Triple Alianza, pero en ese momento Gran Bretaña estaba perdieno mucho dinero entre cuatro paises en guerra con lo cual dio a conocer publicamente el tratado secreto de la triple alianza lo que causo un gran revuelo interno e internacional y lo obligo a renunciar a su cargo

Adolfo Alsina, al inaugurar las sesiones de la legislatura bonaerense en mayo de 1868, no vaciló en referirse a la situación desconsoladora que vivía la República. La guerra del Paraguay era "bárbara, carnicera y funesta, y la llamo así porque nos encontramos atados a ella por un tratado también funesto . Sus cláusulas parecen calculadas para que la guerra pueda prolongarse hasta que la República caiga exánime y desangrada".

Manuel Quintana, José Mármol, Nicasio Oroño, Daniel Aráoz hicieron oír igualmente su voz condenatoria de la continuación de la contienda.

En marzo de 1868 las antiguas líneas paraguayas, incluyendo Curupaytí, fueron evacuadas; la artillería fue llevada a Humaitá; pero esta plaza quedó aislada de las otras posiciones y confiada únicamente a la capacidad y a los recursos del comando propio, a cargo del coronel Paulino Alen.