Intento de juicio político

Jamás un presidente argentino había tolerado la libertad de prensa y de palabra en el grado que lo hizo Yrigoyen. Ni siquiera cuando se le injuriaba en todos los tonos se había sentido movido a tomar medidas restrictivas de la libre expresión.

Su respeto de la libertad de prensa era, según Arturo Capdevila, en aquellas horas pretotalitarias del mundo, uno de los rasgos más característicos de la alta personalidad cívica de Yrigoyen, como también el rigor para consigo mismo en materia de principios, pues aquella libertad de prensa que no quiso cercenar .

El mismo Yrigoyen aludió a esa norma de su conducta cuando se hallaba confinado en la isla de Martín García, en 1931.

Carlos Ibarguren confiesa que es justo reconocer que se respetaron las libertades y garantías individuales amparadas por la Constitución nacional. "La pública emisión del pensamiento no tuvo obstáculos ni cortapisas, así como la libertad de reunión, de difundir ideas y críticas por la prensa, llegando ésta hasta la licencia en sus ataques al gobierno, sin que las demasías contra el presidente, ministros y altos funcionarios provocaran procesos ni condenas; no hubo tampoco persecuciones políticas. Se tuvo respeto en esta primera presidencia de Yrigoyen por la independencia del poder judicial, cuyo correcto funcionamiento, libre del influjo, oficial, es la mejor garantía de los derechos y de los intereses".

El 25 de junio de 1919 la Cámara de diputados pasó a la comisión de investigación judicial el pedido de juicio político al presidente de la República que habían presentado Melitón Arroyo y Mario Arenas sobre la base de los atropellos cometidos contra la provincia de Mendoza,  y el 6 de noviembre del mismo año, el diputado Matías G. Sánchez Sorondo presentó un proyecto de juicio político al presidente "por mal desempeño en el ejercicio de su cargo". Alegó Sánchez Sorondo incapacidad para el cargo de presidente, a quien calificó de dictador, expresando que su psicología era morbosa, acusándole de usurpación de facultades del Congreso, de atropello a las autonomías provinciales y de irregularidades administrativas. 

matias guillermo sanchez sorondo

Matías Sánchez Sorondo desde su posicion de diputado propuso el juicio polítco del presidente por la  creación de la flota de la marina mercante, cuyo objetivo era afianzar la política agrícola y defender el comercio exterior del país.El gobierno había adquirido, mediante un acuerdo de ministros, el buque Bahía Blanca, un navío de origen alemán que había luchado en la Primera Guerra Mundial.En la sesión del 6 de noviembre de 1919, Sánchez Sorondo manifestó que

la compra del Buque Bahía Blanca es un escándalo inaudito que coloca al Presidente y a sus ministros en pleno código penal.

Con esto, afirmaba que se había actuado a espaldas del Congreso Nacional con el acuerdo de ministros y que el barco no podía navegar ya que quedaba incluido en un acuerdo firmado por los aliados y Alemania, en la que esta última debía entregar los buques con un peso superior a 1600 toneladas. Los argumentos de Sánchez Sorondo fueron refutados por el bloque radical, que le respondió que la Ley de Contabilidad de 1885 avalaba el acuerdo de ministros para designar el presupuesto y que el navío podría ser utilizado, ya que el acuerdo citado sólo afectaba a los países que habían participado en la guerra; Argentina quedaba fuera de él, ya que se había mantenido neutral.


Fue aquella una acumulación de hechos y circunstancias de los mentideros políticos, posibles abusos de funcionarios subalternos y decisiones tomadas sin llenar todos los requisitos burocráticos, como en el caso de la compra del buque "Bahía Blanca", que calificó de escándalo inaudito, que colocaba al presidente de la República y a sus ministros en pleno código penal"; también se refirió a los indultos, a los negociados del azúcar, etcétera.

La discusión del pedido de juicio político absorbió varias sesiones de la Cámara de diputados. Rodolfo Moreno pidió que se agregasen al capítulo de cargos las demandas formuladas contra la intervención en Catamarca, y todavía el 3 de febrero de 1920 Sánchez Sorondo solicitó que se agregase a los antecedentes del juicio político el decreto que aprobaba las elecciones realizadas en La Rioja el 2 de junio de 1918, a pesar de que él interventor Echagüe aconsejó su anulación en virtud de haberse realizado con el padrón nacional en lugar del provincial.

Otro candidato para todas las acusaciones fue el ministro de hacienda Domingo Salaberry, de la firma Salaberry y Bercetche, que acabó por quitarse la vida, no avezado a los sinsabores de la política y de sus recursos tantas veces reñidos con la verdad y la moral. La comisión investigadora de la adquisición y venta de bolsas, del cumplimiento del impuesto al trigo y de las concesiones de buques, pidió la formación de juicio político al ministro de hacienda y al de agricultura, Alfredo Demarchi.

Habrían bastado los recursos legales ordinarios para cortar esas fáciles explosiones de la oposición de intereses lesionados por las medidas de gobierno. Sin embargo se disfrutó de plena libertad para el ataque, para el responsable y para el irresponsable. El propio Sánchez Sorondo, en su evocación de la revolución de 1930 (Revista de historia, n. 3, 1958), habla de la brillantez parlamentaria de 1916-22: "El presidente Yrigoyen, y esto indica su respeto por la opinión, timbre de honor de su período, hizo posible esta magnífica eclosión de los debates, por las garantías que dio siempre a la palabra y a la persona de sus más encarnizados opositores. Cierto que esa palabra no fue nunca soez. Pero fue acusado con sus ministros en términos que sus autores consideraban justos y sus partidarios, injuriosos, sin provocar de su parte ninguna reacción intempestiva.

Todo lo soportó con serenidad y ecuanimidad. Acaso se consideraría muy por encima de la lucha, y es posible que así fuera. El juicio del historiador no puede penetrar en lo íntimo de su conciencia. Aprecia el hecho y lo califica objetivamente anotándolo junto a su recta conducta internacional, como uno de sus aciertos".


domingo salaverry

En marzo de 1921 se vivía en el Congreso Nacional un clima convulsionado, ya que se estaba tratando una acusación contra el Ministro de Hacienda, Domingo Salaberry "por el asunto de la exportación del azúcar" a cargo de una comisión investigadora.

Se trató de un escándalo político que prácticamente ha pasado inadvertido y que sin embargo, tuvo un trágico epílogo, dado que las denuncias por corrupción, fueron una sombra en su vida, resolviendo tres años más tarde, quitarse la vida cuando apenas contaba con 44 años de edad.

En aquellas intensas jornadas de marzo de 1921, señalaba la crónica que "El intenso interés despertado en la opinión pública por conocer las incidencias partidistas a que daría lugar el memorable debate político, hizo que los que no pudieran resistir la curiosidad siguiendo las alternativas por medio de los diarios se agolparan en las aceras del palacio Legislativo en procura de entrada, costando no poco trabajo a la policía facilitar el acceso aún a los mismos legisladores".

Fue electo diputado nacional en el año 1916, asumiendo su cargo en mayo de ese año y renunciando en octubre, para asumir como Ministro de Hacienda del presidente Hipólito Yrigoyen, cargo que ejerció durante todo su mandato.
Fue acusado de venalidad en distintas actividades, en particular en la distribución de cupos para la exportación de azúcar, acusaciones que el ministro rechazó, afirmando que era una campaña orquestada por el conservadurismo desplazado del poder. No obstante, tras bajar de su cargo, el gobierno de Marcelo T. de Alvear se hizo parcialmente eco de esas acusaciones. La continuidad de las acusaciones provocó que Salaberry se suicidara en noviembre de 1923. El presidente Alvear y el ministro de Hacienda, Víctor M. Molina, asistieron a su solemne funeral, descartando con esa actitud toda acusación en su contra. Fue enterrado en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires.