Rendición del Callao

Al día siguiente de la salida de Canterac del Callao, San Martín intimó al general La Mar la entrega de la plaza, ofreciéndole el respeto a la guarnición. La Mar comprendió que la prolongación de la resistencia era inútil, pues carecía de víveres y no podría ser auxiliado con la rapidez necesaria. 


La rendición

El general La Mar designó al brigadier Manuel Arredondo y al capitán de navío José Ignacio Colmenares para que concertasen los términos de la rendición con el coronel José Tomás Guido, representante de San Martín. La capitulación se firmó el 19 de setiembre de 1821. Los defensores abandonaban la plaza con todos los honores de la guerra y la fortaleza pasaba con todo el parque a poder de los patriotas. La bandera española fue arriada en los castillos y se izó en su lugar la peruana.

El general La Mar y gran parte de sus tropas pasaron a las filas del ejército libertador, la ocupación de Lima y la rendición del Callao sin combate, fueron el fruto de la estrategia de San Martín, aunque los hechos mostraron pronto que el dominio de esos dos focos centrales de la resistencia realista no bastaba para dar por terminada la guerra de la independencia. El enemigo tuvo muchas pérdidas en hombres y materiales en el año transcurrido desde la fecha de la invasión, pero todavía contaba con franca superioridad numérica y pudo reorganizar sus fuerzas, sin ser molestado, en la sierra, agrupar las de Arequipa y Alto Perú y hacer frente a los patriotas con 15.000 hombres.
En cambio, San Martín no se hallaba en condiciones para operar abiertamente a causa de la escasez de recursos; se veía obligado a esperar los progresos de Bolívar en el norte, aunque había sido contenido por un tiempo en Pasto y el avance hacia Quito era mucho más difícil que hasta allí, después de Boyacá y Carabobo.

Jose La Mar

Jose La Mar obligado a permanecer en la fortaleza del Callao, La Mar afrontó un nuevo bloqueo de la Escuadra Libertadora desde octubre de 1820. No se sabe qué papel le cupo en el motín de Aznapuquio en el que los oficiales españoles derrocaron al virrey Pezuela. Por su grado debió ser elegido para reemplazarlo; el hecho es que se nombró nuevo virrey a José de la Serna (enero de 1821).
Cuando se produjo el avance de los patriotas hacia Lima, La Serna y los realistas abandonaron la capital el 6 de junio de 1821, quedando La Mar con la orden de continuar con la defensa de la Fortaleza del Callao, a la espera de refuerzos. Sitiado por mar y por tierra,
La Mar rechazó todos los ataques patriotas, hasta que en septiembre de ese año, llegó desde la sierra el general realista José de Canterac, quien acampó en el Callao tras una maniobra temeraria a la vista del ejército patriota. Antes de retornar a la sierra, Canterac dejó a La Mar provisiones para tres días, aunque no se sabe exactamente lo que acordaron en lo referente a la defensa del fuerte chalaco. Lo cierto es que La Mar, ante la carencia de provisiones y de armas, a lo que naturalmente se sumaría sus sentimientos de criollo y su vieja amistad con San Martín (a quien conocía desde los días de la guerra de la independencia española), poco después se rindió y firmó la capitulación del Callao (19 de septiembre de 1821), cuyos fuertes pasaron a poder de los patriotas. La Mar juzgó que ya había cumplido su compromiso de servir a la causa del rey; en consecuencia, renunció al grado y las condecoraciones que el monarca le otorgara; y el 26 de octubre se incorporó a las fuerzas patriotas, con la clase de General de División.