Batalla del Rincón

La Batalla del Rincón, fue el primer encuentro militar entre las tropas revolucionarias comandadas por Fructuoso Rivera y las tropas de origen portugués fieles al Imperio del Brasil del comandante João Propício Mena Barreto, siendo vencedor Rivera y los revolucionarios.

Antecedentes

El 25 de agosto de ese año, los revolucionarios con el poder de la campaña declararon en la Asamblea de Florida, su independencia del Imperio del Brasil y su ímpetu de volver a integrar a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Inmediatamente se reabrieron las hostilidades y los ejércitos revolucionarios chocaron varias veces con los ejércitos del Imperio del Brasil.

Una de las pocas fuerzas militares brasileñas que continuaron sus operaciones en el interior de la Banda Oriental era la comandada por Mena Barreto, quien operaba sobre la costa del río Uruguay, y tenía bajo su custodia una gran cantidad de caballos. Los caballos estaban encerrados en un cuadrilátero casi enteramente rodeado por ríos, al norte de la desembocadura del río Negro en el Uruguay, en el sitio llamado "Rincón de Haedo" o "Rincón de las Gallinas". La entrada al Rincón, hacia el este, estaba cruzada por un zanjón cavado de río a río, con una sola abertura, cerrada también por unas tranqueras, los "Portones de Haedo".

Tras pedir autorización a Lavalleja, Rivera decidió dar un golpe de mano y apoderarse de los caballos; inicialmente la idea no era chocar con las fuerzas de Mena Barreto.

Fructuoso Rivera

Fructuoso Rivera si bien en un principio Rivera siguió el partido independentista con lealtad, consiguiendo la victoria en Rincón y secundando a Lavalleja en Sarandí, posteriormente comenzó a tener actitudes que lo hicieron sospechoso de connivencia con los brasileños a los ojos de Lavalleja y de su segundo, Manuel Oribe, pero también para muchos jefes porteños. Cuando Rivadavia ordenó su arresto, huyó a refugiarse bajo la protección del gobernador de Santa Fe, Estanislao López, que era también el más veterano y uno de los más influyentes caudillos federales. Allí permaneció casi olvidado más de un año.

Trascurso de la batalla

Al frente de solamente 250 hombres, y haciendo la máxima utilización del terreno y de las horas de oscuridad, las fuerzas de Rivera cruzaron el río Negro en la madrugada del 23 de septiembre. Entre los oficiales a sus órdenes se contaban los futuros generales Servando Gómez y Julián Laguna, y los futuros coroneles Augusto Possolo, José María Raña y Cesáreo Montenegro. Ocultos durante el resto del día, al amanecer del día siguiente reaparecieron en el interior del Rincón y sorprendieron a la guardia brasileña que custodiaba los portones. De inmediato juntaron las caballadas – unos 8.000 caballos – e iniciaron la retirada a través del portón.

En ese momento llegó la noticia de que se dirigían hacia allí las fuerzas de los coroneles Mena Barreto y Jardim; este último había avanzado rápidamente desde Paysandú y momentáneamente se puso al frente del total de 700 soldados brasileños.

Temiendo que, en caso de tener un choque parcial debería posteriormente enfrentar las fuerzas del general Abreu, que operaba cerca de Mercedes, Rivera decidió enfrentar al ejército que tenía a su frente. De modo que lanzó una primera guerrilla en posición frontal y el resto de sus tropas cruzando un bañado, dando un ataque de flanco en momentos en que las agotadas tropas de Jardim estaban cambiando de caballos. Parte de la infantería brasileña alcanzó a dar una descarga de fusilería, e inmediatamente los orientales estuvieron sobre ellos.

Obligados a replegarse, los brasileños perdieron al coronel Mena Barreto, de modo que Jardim logró salvar menos de la mitad de sus tropas gracias a una huida acelerada, siendo perseguidos por tres leguas

Las fuerzas brasileñas perdieron alrededor de 140 muertos y 300 prisioneros, además de 189 carabinas, 167 sables y 164 pistolas, 7.500 cartuchos y gran cantidad de vestuario. Repuestos del esfuerzo, y llevando más prisioneros que su propia tropa, los hombres de Rivera partieron del lugar arreando los 8.000 caballos, que llevaron hasta el cuartel de su jefe, en Durazno.