Pacificación de la región

Aunque el Quiroga había sido vencido y el prestigio que infundía su nombre habían decrecido en las provincias, había que suponer que no renunciaría fácilmente al desquite y que volvería a invadir la provincia de Córdoba con tropas más numerosas;

Era evidente que la formación del nuevo ejército le llevaría un tiempo a Quiroga , sobre todo a causa de la pérdida de armamento que había sufrido en la Tablada, además, la oposición en las provincias de su predominio no dejaría de poner trabas a sus futuras iniciativas ofensivas.

Paz trató de organizar un gobierno fuerte censurando a los partidarios del ex gobernador Bustos que permanecían en la ciudad, también junto recursos para afrontar cualquier nuevo intento de Quiroga, por un lado, y de Estanislao López, cuya actitud no era del todo clara, por otro.

La Sala de representantes de la provincia, el 26 de junio, eligió al general Paz gobernador propietario por unanimidad de sufragios.

Las provincias y Quiroga

La derrota de Quiroga repercutió grandemente en las provincias, pues se le consideraba invencible y se le temía como tal. Salta y Tucumán, que ya se habían manifestado favorables a la obra emprendida, por Paz, intensificaron su apoyo. En esa emergencia, Estanislao López prefirió hacer el papel de mediador en favor de la paz más bien que lanzarse a una guerra dudosa. La oposición en San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca cobró aliento y no se esperaba más que un momento favorable para romper con el caudillo riojano.

Las resistencias interiores

Normalizada la situación en la ciudad, Paz salió a campaña por los departamentos del este de la provincia que se habían sublevado y desde los cuales el caudillo Guevara, fuerte en Río Segundo, amenazaba con la sublevación de toda la región. También resistían en la sierra los partidarios de Bustos, y todo el este de la provincia, hasta la frontera con Santa Fe, se hallaba alzada.
Los rebeldes recibían por un lado auxilios de La Rioja, por otro de Santa Fe, y Bustos alentaba esa resistencia, que favorecían las noticias hechas circular por las milicias cordobesas dispersadas en el primer encuentro del 22 de junio, sobre la derrota de Paz en la Tablada.
Algunos de los jefes de esas zonas se apresuraron a disolver las concentraciones de su mando, como Gaspar Corro en los departamentos del norte.
Paz salió de Córdoba en la noche del 24 al 25 de junio y tomó rumbo al norte, movimiento que tenía por objetivo la provisión de caballos. Pringles, ascendido a coronel en el campo de la Tablada, marchó a las sierras con una pequeña fuerza; el comandante Echevarría fue enviado a Río Cuarto para organizar milicias y quedar en observación de los movimientos de las fuerzas cuyanas, agitadas por Quiroga y Aldao.
Paz llegó el 26 a las proximidades de Caroya y el 29 abandonó la dirección norte y se dirigió hacia Santa Rosa y luego a El Tío, puntos de concentración de montoneros.
La rapidez de esos movimientos bastó para disolver los grupos rebeldes. Bustos no tuvo más remedio que refugiarse en la provincia de Santa Fe y la campaña quedó pacificada en pocos días. A fines de julio, el ejército regresó a Córdoba; Aráoz de Lamadrid quedó en El Tío con el escuadrón de voluntarios argentinos para asegurar el orden en la zona.