Rosas y los franceses

Mientras el ministro del Carril, el Consejo de gobierno y los demás ministros sostenían la dramática discusión en defensa de los derechos de la soberanía argentina contra la intervención en los asuntos del país por el comandante de las naves francesas Rosas negociaba con los franceses 

El papel de Rosas

Juan Manuel de Rosas se dirigió al jefe francés Venancourt  en una extensa nota felicitándole por la conducta que había seguido contra la escuadra nacional y agradeciéndole la liberación de los prisioneros detenidos a bordo de dichas naves, le informaba también que había estado en relaciones con el cónsul general de Francia, Mr. Mendeville, y que se consideraba autorizado para disponer todo lo concerniente al restablecimiento de las leyes y de las autoridades legítimas de la provincia de Buenos Aires.

Rosas pidió a Venancourt: 

  • a) que la escuadra nacional tomada por los franceses no fuese devuelta, sino mantenida cerca y en seguridad; 
  • b) que se tomasen los buques nacionales que se encontraban en el Paraná; 
  • c) que se le permitiera una entrevista en la Ensenada; 
  • d) que se informara acerca de estas resoluciones al cónsul general, y para tener relación permanente con él, el comandante de la escuadra francesa facilitaría los medios de comunicación en la Ensenada; 
  • e) allí pondría Rosas a disposición del comandante francés la carne fresca que necesitase para los barcos y navíos que quisiera proveer. Su hermano Prudencio se encontraba en Ensenada para suministrar al comandante de la escuadra francesa todo lo que necesitase desde Quilmes hasta el Tuyú y en todas las costas y puertos en que se encontraban sus tropas. 
Juan Manuel de Rosas

El 12 de mayo el cónsul Mendeville escribió desde Montevideo al líder federal de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas anunciando que tomaría medidas contra el gobierno unitario. Rosas respondió "vea usted en que puedo serle útil por aquí, ya para sus buques, ya para cuanto usted quiera, pues estoy pronto y lleno de deseos por ser útil a usted en algo. La campaña toda está ocupada por las tropas de mi mando, y donde quiera pueden arrimarse los buques o entrar a los puertos. Descanse usted respecto a la protección y consideraciones que solicita para todos los individuos de la nación francesa. Obraré en todo como usted desee, y vea cuanto más quiere que haga."

Ernesto H. Celesia documenta este período en su obra Rosas. Apuntes para su historia.

¿Se había convenido con el cónsul francés, antes del ataque a los barcos de guerra nacionales y su captura sorpresiva, que los prisioneros serían puestos a disposición de Rosas? Entre los presos se hallaban Juan y José Tomás Anchorena, que no admitieron la libertad y pidieron que se les trasladase a una fragata inglesa a disposición del gobierno de Buenos Aires. Esa actitud hizo que Lavalle dispusiese que fuesen puestos en libertad y restituidos en el goce de sus derechos.

El decreto sobre la libertad de los Anchorena fue objetado por Venancourt como injurioso, porque denunciaba su injerencia en los asuntos internos del país al disponer por su cuenta la libertad de los presos del gobierno y su entrega en las costas para facilitar su llegada al campo enemigo.

La intervención de Rosas en estas contingencias no se conoció en su tiempo; Mendeville jugó en todo ello un papel decisivo, de conformidad con Rosas.

Lavalle se manifestó contrario a toda intervención, incluso amistosa, de los representantes extranjeros en los asuntos internos y no vio con ninguna simpatía el ofrecimiento que había hecho el representante inglés, Mr. Woodbine Parish, para mediar.

Los papeles se trocaron diez años más tarde, cuando Lavalle inició su expedición libertadora desde Montevideo al amparo de los franceses e ingleses bloqueadores. Rosas asumió entonces la misma actitud que Lavalle en 1829 y siendo ministro de Rosas, en 1850, Tomás Manuel Anchorena, argumentó en defensa de los derechos del país, contra una reclamación del cónsul francés, en la misma forma y con el mismo espíritu que lo habían hecho en 1829 los ministros de Lavalle, Díaz Vélez y Salvador María del Carril.