El retorno radical

Las elecciones de 1963 llevaron al poder al radicalismo, después de 35 años en el llano. En los comicios parlamentarios de 1965, el peronismo hizo sentir su fuerza.

Pasó de todo en la agitada vida institucional argentina, antes de que el país llegara a las elecciones presidenciales de 1963. A pesar de las graves diferencias políticas que se habian suscitado entre ambos partidos durante el gobierno de Frondizi, la UCRI y el justicialismo volvieron a intentar un acuerdo electoral. Esta vez, intentaron constituir el denominado Frente Nacional y Popular. Para ganar tiempo, la UCRI proclamó la fórmula Oscar Alende-Carlos Sylvestre Begnis, con la promesa de levantarla en cuanto Perón designara a un nuevo candidato para el Frente. Desde Madrid, Perón propuso al conservador popular Vicente Solano Lima. Los "alendistas" de la UCRI se negaron a aceptar que un conservador encabezara la fórmula y mantuvieron en pie la candidatura de Alende, que basaba su prestigio personal en su gestión como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

- Fecha de la elección: 7 de julio de 1963 -

La decisión de Alende y los suyos dejó al borde de la fractura a la UCRI, porque los "frondicistas" del partido decidieron permanecer en el Frente. Un mes antes de los comicios, los candidatos del Frente fueron vetados y los partidos que lo integraban llamaron a votar en blanco. La Unión Cívica Radical del Pueblo, mientras tanto, llegó a los comicios con la fórmula integrada por Arturo Umberto Illia y Carlos Perette, y la promesa central de anular los contratos petroleros firmados con empresas extranjeras durante el gobierno de Arturo Frondizi. La fórmula de los radicales consiguió el triunfo con el 25 por ciento de los votos en comicios donde la libertad de elegir era más que relativa.

Carlos perette, Ricardo Balbín y Arturo Illia, Durante la proclamación de la fórmula radical

El desgaste del gobierno radical, jaqueado por la falta de respaldo popular, el plan de lucha en su contra de la CGT, la presión de la prensa y la aparición de las organizaciones guerrilleras, determinaron el triunfo de la peronista Unión Popular en los reñidos comicios de renovación parlamentaria de 1965. El oficialismo obtuvo el segundo puesto, y esta vez, a diferencia de lo que había sucedido en 1962, los resultados no desencadenaron una crisis institucional sino que fueron recibidos y aceptados con naturalidad.

- Fecha de la elección: 14 de marzo de 1965 -

"Las cifras del 14 de marzo han sido recibidas con serenidad en los círculos políticos y militares -comentó entonces el periodista Mariano Grondona-. (…) El país no peronista está atento, y aquí el juego pasa, inexorablemente, al comando peronista. Si sigue un curso apaciguador, quizá pueda desmontar el mecanismo de temor y prevención que opera en la mente de sus adversarios".

La UCRI, por su parte, se había fracturado en 1964, cuando los frondicistas formaron el Movimiento de Intransigencia Radical, que luego pasó a llamarse Movimiento de Integración y Desarrollo. Ni la vieja UCRI ni el nuevo partido de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio fueron una alternativa de peso para los votantes. Esta vez no se le permitió participar al partido Comunista, al que los militares miraban con desconfianza desde la Revolución Cubana.

Paulino Niembro, Diputado de Extracción
Gremial de la Unión Popular

"Balbín no ha aceptado ser candidato. Percibió en su momento que sus amigos 'no hacían fuerza' para que lo fuera, que el partido debía presentar una figura más potable para el peronismo, que era la hora de Córdoba con un gobernador radical triunfante. Por eso la victoria electoral del 7 de julio de 1963 lo encuentra en la vieja casa de Alsina 1786, sede del Comité Nacional que preside".
(Tomado de Historia del Radicalismo, de Mario Monteverde y Juan Manuel Moure.)

"Si nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo sentido moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad, porque sabemos también las razones fundamentales de porqué luchamos, y desterraremos el temor y será superada cualquier acción psicológica que pretenda desnaturalizar nuestras rectas intenciones. En este obstinado combate para lograr una justa convivencia nacional, no asumimos el poder para dominar nuestro país, sino para servir a su grandeza, no apartándonos jamás de la Constitución y de la ley, asegurando a todos nuestros conciudadanos iguales derechos y responsabilidades".

Arturo Illia prometió "no apartarnos jamás
de la constitución y de la ley"