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Estatua de Quevedo
en Madrid |
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Poeta, dramaturgo y narrador
español, nacido en Madrid en 1580 y muerto en Villanueva de
los Infantes (Ciudad Real) en 1645. Máximo representante de la
corriente conceptista que floreció en las letras hispánicas
del Siglo de Oro, tuvo el acierto de forjar una prosa tersa,
pulida y esmerada, cuya riqueza y variedad sólo tienen
comparación con la altura a la que se remontan los alardes
lingüísticos de su poesía.
Vida.
En 1606, vuelve a la Madrid
con la corte y comienza a buscar acomodo dentro de ella. Lo
hallará en primer lugar con el Duque de Osuna, al que conoció,
al parecer, durante sus años de estudiante en Alcalá de
Henares. Comienza a escribir sus Sueños y su España
defendida de los tiempos de ahora, y traduce a Anacreonte
y a Focílides; concurre a academias como la del conde de
Saldaña. Al tiempo, orgulloso de su origen nobiliario, inicia
un pleito por el señorío de la Torre de Juan Abad, que ganaría
en 1631 y que le costaría abundantes esfuerzos y dineros. En
1613, y tras padecer una crisis espiritual que se plasmó en
sus Lágrimas de Jeremías castellanas (entre
otras obras), acepta el puesto de secretario del Duque de
Osuna, con el que parte a Sicilia y, de allí, a Nápoles.
Durante sus años en Italia, realiza importantes misiones
diplomáticas para el Duque, que, en pago, le consigue el
hábito de Santiago. Entre ellas, además de sobornos en la
corte para lograr el virreinato de Nápoles para el duque,
destacará la famosa la conjuración de Venecia, en la que el
poeta se verá involucrado. Al caer en desgracia su protector
en 1620, sufrió destierro en la Torre y prisión al año
siguiente y hasta 1622.
En 1634, se casa con Esperanza de Mendoza, señora de
Cetina, viuda de la que se separó a los dos años y que lo dejó
viudo en 1641. Mientras, la dureza de sus burlas contra todo
el mundo le han granjeado numerosos enemigos, entre ellos el
todopoderoso Olivares del que tanto había esperado en
principio el autor (véanse al respecto obras suyas como El
Chitón de las Tarabillas o la dedicatoria
enderezada al valido al frente de la edición de la
Poesía de fray Luis de León, así como el nombramiento
del autor para secretario del rey, que dan muestra de una
relación que en principio no podía ser mejor). Todo ello lo
sitúa en una posición incómoda que propicia ataques como los
enderezados por Pacheco de Narváez, el padre Niseno y Juan
Pérez de Montalbán en el Tribunal de justa venganza,
erigido contra los escritos de don Francisco de Quevedo,
maestro de errores, doctor en desverguenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de
vicios y protodiablo entre los hombres, publicado en 1635.
En este mismo año, Pacheco de Narváez lo denuncia a la
Inquisición. Los ataques se centran, con frecuencia, en su
cojera y en su miopía, de los que hizo burla él mismo.
En 1639, es detenido acusado de ser espía de los franceses
y conducido a San Marcos de León, donde permanece hasta 1643
en tan malas condiciones que su salud se resiente. La anécdota
de que el poeta logró hacer llegar hasta la servilleta del rey
un memorial contra el valido y que éste fue el origen de la
indisposición nunca ha logrado ser comprobada. Con todo, la
epístola "No he de callar por más que con el dedo" dirigida al
valido, señala cierta indisposición del poeta para con un
régimen que perpetuaba los errores del que había querido
corregir. Durante estos años de cárcel, escribe obras como el
Marco Bruto, que publica a su regreso a Madrid en 1644.
Al año siguiente se retira a la Torre de Juan Abad, donde
continúa escribiendo hasta que su enfermedad lo obliga a
trasladarse a Villanueva de los Infantes, donde muere el día 8
de septiembre.
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