Explorador español, nacido hacia
1490 en Extremadura y muerto en Sevilla en 1560. Era nieto de
Pedro de Vera, conquistador de la isla de Gran Canaria. En
1527 participó como segundo de a bordo en la malograda
expedición a la península de Florida dirigida por Pánfilo
Narváez. La expedición de Narváez, que tenía como objetivo
la búsqueda de oro, desembarcó en las costas de Florida en
1528, y se aventuró hacia el interior, donde encontró la
resistencia enconada de las tribus indias. Diezmados y con las
manos vacías, los expedicionarios regresaron a la bahía de
Tampa, donde no encontraron sus navíos.
Según contó Cabeza de Vaca en su obra Naufragios,
los supervivientes construyeron frágiles embarcaciones de
cuero de caballo con las que pensaban alcanzar las costas del
Golfo de México, pero naufragaron en la desembocadura del río
Pánuco. El propio Narváez desapareció junto con la mayor
parte de la tripulación. Cabeza de Vaca, con otros tres compañeros,
entre ellos un esclavo negro llamado Esteban o Estevanico,
salvó la vida. Los supervivientes llegaron a la costa de la
actual Texas, donde fueron capturados por indios comedores de
marisco. Cabeza de Vaca practicaba la medicina tradicional y
la sanación mágica, lo que le valió fama de taumaturgo
entre los indígenas. Él mismo contó en sus memorias que
sanaba haciendo el signo de la cruz sobre el enfermo e
invocando a María. El ascendiente que como sanador ganó
entre los indios le facilitó la evasión después de 6 años
de cautiverio. Junto con sus compañeros emprendió una larga
travesía hacia el norte y el noroeste. Avanzando en pequeñas
etapas, remontaron el valle del río Grande del Norte,
atravesaron las mesetas áridas de Chihuahua y cruzaron el río
Bravo a través de Sierra Madre. Fue rescatado en 1536 cerca
de Culiacán, en la costa mejicana del Pacífico, dos años
después de su huida, por una patrulla española enviada a la
caza de esclavos y comandada por el capitán Melchor Díaz.
Su travesía por las regiones norteñas interesó a las
autoridades y Cabeza de Vaca y sus compañeros fueron
oficialmente interrogados. Fueron los primeros europeos en dar
testimonio de la existencia del búfalo americano. Pero Cabeza
de Vaca contó además historias fabulosas que pasaron a
engrosar el cuerpo de leyendas referidas al Nuevo Continente.
Así, su narración sobre la existencia de las Siete
Ciudades Doradas de Cíbola, colmadas de oro y piedras
preciosas, alentó la expedición de Alvarado en 1540. Las
autoridades mejicanas le instaron a regresar al norte como
conquistador, pero él rehusó. Sin embargo, el esclavo
Esteban fue enviado nuevamente hacia el norte en misión de
reconocimiento y evangelización.
Álvar Núñez regresó poco después a España, donde fue
nombrado por Carlos I gobernador de la ignota provincia de Río
de la Plata, mediante capitulaciones firmadas el 18 de marzo
de 1540. El contrato le otorgaba un generoso diezmo sobre todo
lo que encontrase en aquella desconocida región. Cabeza de
Vaca zarpó de nuevo hacia América desde Cádiz en marzo de
1541, con gran incertidumbre sobre lo que allí le esperaba ya
que no se conocía la suerte de Pedro de Mendoza, su
predecesor en Río de la Plata. Los títulos conferidos a
Cabeza de Vaca dependían de que Mendoza y su lugarteniente,
Juan de Ayolas, siguieran con vida.
La expedición desembarcó en la isla de Santa Catalina, en
Brasil, y allí Cabeza de Vaca supo que sus predecesores habían
perecido en el curso de enfrentamientos con los indios.
Asimismo se le informó de las penalidades de los pobladores
españoles de la región de Buenos Aires y de la fundación en
el interior de la ciudad de Asunción. Cabeza de Vaca partió
en auxilio de estas regiones. En el camino descubrió las
cataratas del Iguazú. Instalado en Asunción, se dedicó a la
reorganización del gobierno y dirigió una expedición a la
Sierra de la Plata, en Potosí. La empresa resultó desastrosa
para los españoles, pero sirvió para alimentar las leyendas
referentes a las míticas amazonas y a Eldorado.
Hombre extremadamente piadoso y comprometido en la defensa
de los pueblos indígenas frente a la barbarie de los
conquistadores, a su regreso a Asunción en 1544 fue expulsado
violentamente del gobierno por una facción que se oponía a
su política en favor de los indios. Su sucesor al frente del
gobierno, Martínez de Irala, emprendió un brutal avance
hacia el oeste, devastando las regiones que atravesaba y
aniquilando a los pobladores indígenas. Cabeza de Vaca fue
enviado a España tras su derrocamiento, juzgado y deportado a
Orán.
Tras ocho años de destierro recibió el perdón de Felipe
II, que lo nombró presidente del tribunal supremo de Sevilla.
Posteriormente tomó los hábitos y llegó a ocupar la
dignidad de prior en un monasterio sevillano, donde murió en
1560. El mismo Cabeza de Vaca dejó testimonio escrito de su
azarosa vida en su obra Naufragios de Álvar Núñez Cabeza
de Vaca, Adelantado Gobernador del Río de la Plata.