III
-Vea los pingos...
-¡Ah, hijitos!
Son dos
fletes soberanos.
-¡Como si jueran hermanos
Bebiendo la agua
juntitos!
¿Sabe que es linda la mar?
-¡La viera de mañanita
Cuando
a gatas la puntita
Del sol comienza a asomar!
Usté ve venir a esa
hora,
Roncando la marejada,
Y ve la espuma encrespada
Los colores de la
aurora.
A veces con viento en la anca,
Y con la vela al solsito,
Se
ve cruzar un barquito
Como una paloma blanca.
Otras, usté ve,
patente,
Venir boyando un islote,
Y es que trai a un
camalote
Cabrestiando la corriente.
Y con un campo quebrao,
Bien se
puede comparar,
Cuando el lomo empieza a hinchar
El río medio
alterao.
Las olas chicas, cansadas,
A la playa a gatas vienen,
Y
allí en lamber se entretienen
Las arenitas labradas.
Es lindo ver en
los ratos
En que la mar ha bajao,
Cair volando al desplayao
Gaviotas,
garzas y patos.
Y en las toscas, es divino,
Mirar las olas
quebrarse,
Como al fin viene a estrellarse
El hombre con su
destino.
Y no sé qué da el mirar
Cuando barrosa y bramando,
Sierras
de agua viene alzando
Embravecida la mar.
Parece que el Dios del
cielo
Se amostrase retobao,
Al mirar tanto pecao
Como se ve en este
suelo.
Y es cosa de bendecir,
Cuando el Señor la serena,
Sobre
ancha cama de arena
Obligándola a dormir.
Y es muy lindo ver
nadando
A flor de agua algún pescao:
Van, como plata, cuñao,
Las
escamas relumbrando.
-¡Ah, Pollo! Ya comenzó
A meniar taba: ¿y el
caso?
-Dice muy bien amigazo:
Seguiré contandoló.
El lienzo otra
vez alzaron
Y apareció un bodegón,
Ande se armó una runión
En que
algunos se mamaron.
Un don Valentín, velay,
Se hallaba allí en la
ocasión,
Capitán muy guapetón
Que iba a dir al Paraguay.
Era
hermano, el ya nombrao,
De la rubia y conversaba
Con otro mozo que
andaba
Viendo de hacerlo cuñao.
Don Silverio o cosa así,
Se llamaba
este individuo,
Que me pareció medio ido
O sonso cuanto lo vi.
Don
Valentín le pedía
Que a la rubia la sirviera
En su ausencia...
-¡Pues,
sonsera!
¡El otro qué más quería!
-El Capitán con su vaso,
A los
presentes brindó,
Y en esto se apareció
De nuevo el Diablo,
amigaso.
Dijo que si lo almitían
Tamién echaría un trago,
Que era
por no ser del pago
Que allí no lo conocían.
Dentrando en
conversación
Dijo el Diablo que era brujo:
Pidió un ajenjo, y lo
trujo
El mozo del bodegón.
No tomo bebida sola,
Dijo el Diablo; se
subió
A un banco y vi que le echó
Agua de una cuarterola.
Como un
tiro de jusil
Entre la copa sonó,
Y a echar llamas comenzó
Como si
juera un candil.
Todo el mundo reculó.
Pero el Diablo sin
turbarse
Les dijo: -No hay que asustarse,
Y la copa se
empinó.
-¡Qué buche! ¡Dios soberano!
-Por no parecer morao
El
capitán jué, cuñao,
Y le dio al Diablo la mano.
Satanás le
registró
Los dedos con grande afán
Y le dijo: -Capitán,
Pronto muere,
crealó.
El Capitán, retobao,
Peló la lata, y Luzbel
No quiso ser
menos que él
Y peló un amojosao.
Antes de cruzar su acero,
El
Diablo el suelo rayó:
¡Viera el juego que salió!
-¡Qué sable para
yesquero!
-¿Qué dice? ¡Había de oler
El jedor que iba
largando
Mientras estaba chispiando
El sable de Lucifer!
No bien a
tocarse van
Las hojas, creameló,
La mitá al suelo cayó,
Del sable del
Capitán.
"¡Este es el Diablo en figura
De hombre!", el Capitán
gritó
Y al grito le presentó
La cruz de la empuñadura.
¡Viera al
Diablo retorcerse
Como culebra, aparcero!
-¡Oiganlé!...
-Mordió el
acero
Y comenzó a estremecerse.
Los otros se aprovecharon
Y se
apretaron el gorro:
Sin duda a pedir socorro
O a dar parte
dispararon.
En esto don Fausto entró
Y conforme al Diablo vido,
Le
dijo: -¿Qué ha sucedido?
Pero él se desentendió.
El Dotor volvió a
clamar
Por su rubia, y Lucifer,
Valido de su poder,
Se la volvió a
presentar.
Pues que golpeando en el suelo.
En un baile apareció
Y
don Fausto le pidió
Que lo acompañase a un cielo.
No hubo forma que
bailara:
La rubia se encaprichó;
De balde el Dotor clamó
Por que no lo
desairara.
Cansao ya de redetirse
Le contó al Demonio el caso;
Pero
él le dijo: "Amigaso,
No tiene porqué afligirse:
Si en el beile no ha
alcanzao
El poderla arrocinar,
Deje, le hemos de buscar
La güelta por
otro lao.
Y mañana, a más tardar,
Gozará de sus amores.
Que otras
mil veces mejores
Las he visto cabrestiar."
¡Balsa general!
gritó
El bastonero mamao;
Pero en esto el cortinao
Por segundo vez
cayó.
Armemos un cigarrillo
Si le parece...
-¡Pues no!
-Tome el
naco, piqueló,
Usté tiene mi cuchillo.