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Valiente e
impetuoso comandante militar, que desempeñó un importante papel en la
guerra de la independencia y en las luchas que le siguieron.
Nació en Tucumán; alistado en la milicia provincial, obtuvo despacho de
teniente en 1811; tomó parte en la mayoría de los combates del norte; en
los de Vilcapugio, Ayohuma, Venta y Media, y en Sipe Sipe en el cual salvó
al herido general Francisco Fernández de la Cruz, de ser capturado por los
realistas.
Sirvió como ayudante de San Martín en Tucumán; en 1818 había alcanzado
el grado de coronel; transferido del norte a Buenos Aires, combatió con las
fuerzas del Directorio contra los caudillos mesopotámicos Estanislao López
de Santa Fe y Francisco Ramírez de Entre Ríos, a principios de la década
de 1820. |
En 1825 Lamadrid fue enviado a las provincias del norte para reclutar fuerzas
para la inminente guerra con el Brasil; en lugar de ello, como firme partidario
de la causa unitaria, se lanzó a la guerra civil en Tucumán, derrocando al
gobernador Javier López y generalmente suscitando temores en las provincias
norteñas de que Rivadavia (líder unitario) trataba de imponer el poder
centralista por la fuerza; Lamadrid continuó su actuación en las guerras
civiles pero fue derrotado y gravemente herido por fuerzas de Quiroga en El
Tala, huyendo hacia el exilio en Bolivia después de una nueva derrota en Rincón;
regresando a Buenos Aires en 1828, se unió a las fuerzas unitarias del general
Paz, luchó en La Tablada, San Roque, Oncativo y después que el general Paz fue
inesperadamente capturado por los federales, Lamadrid, en su carácter de
segundo en el mando, asumió la responsabilidad del gobierno de Córdoba y del
mando de su ejército; retirándose a Tucumán fue derrotado por Quiroga en
Ciudadela, en 1831; Lamadrid volvió a Bolivia otra vez como exiliado,
permaneciendo allí durante siete años.
A su regreso a la Argentina, Lamadrid llegó a ser uno de los más prominentes
generales bajo el régimen federal de Rosas; enviado nuevamente a su Tucumán
natal (a principios de 1840) con la misión de reprimir la creciente revuelta
contra Rosas, Lamadrid decidió en cambio, unirse a la oposición y fue nombrado
comandante en jefe de fuerzas de las provincias que formaban la Coalición del
Norte poco tiempo después de haber sido derrotado por Aldao, en Pampa Redonda.
En octubre, un levantamiento producido contra el gobierno de Córdoba mientras
se aproximaba Lamadrid le otorgó asimismo el comando de las tropas de esa
provincia; se unió a las fuerzas de Lavalle para realizar un esfuerzo conjunto
destinado a derrocar a Rosas, pero este último, habiendo celebrado la paz con
Francia, pudo enviar un ejército federal completo contra Lamadrid y Lavalle;
ambos ejércitos, viajando juntos pero bajo mandos separados, salieron de Córdoba
retirándose hacia Tucumán donde esperaban obtener refuerzos y pertrechos.
En el camino Lavalle propuso una temeraria estratagema que ofrecía
posibilidades de éxito: él permanecería atrás manteniendo inmovilizados a
los federales en la provincia de La Rioja hasta tanto Lamadrid pudiera formar un
nuevo ejército en Tucumán; el desesperado ardid fracasó y Lavalle fue
obligado a huir a Tucumán en junio de 1841, prosiguiendo su marcha hasta Jujuy,
donde fue muerto; Lamadrid abrió campaña en San Juan, bajo su segundo en el
mando, general Mariano Acha, pero éste fracasó; Lamadrid, contando con la
mayoría de las fuerzas de coalición, se abrió paso entre dos ejércitos
federales hasta Mendoza, donde los ejércitos de Pacheco, Aldao y Benavídez
convergieron para derrotarlo, el 24 de septiembre de 1841, en Rodeo del Medio;
los sobrevivientes, incluyendo a Lamadrid, huyeron a Chile donde recibieron
ayuda de Domingo Faustino Sarmiento, también él exiliado de los federales.
Lamadrid prosiguió hasta Bolivia y luego se dirigió a Montevideo; se unió a
las fuerzas que combatían contra Rosas, distinguiéndose como comandante del
ala derecha del ejército de Urquiza, derrotando a Rosas en la batalla de
Caseros (1852). El general Gregorio Aráoz de Lamadrid murió en Buenos Aires
cinco años después.
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