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Nació en Buenos Aires y
murió allí mismo.
Abogado, presidente de la República (1892-1895). Estudió allí se
recibió de abogado en 1845 junto con Bernardo de Irigoyen, Rufino de
Elizalde, Federico Pinedo y Delfín Huergo. Comenzó su vida pública
como miembro de la convención constituyente de Buenos Aires de 1860, en
la que apoyó la incorporación de Buenos Aires a la Confederación
Argentina. Fue senador provincial (1870), miembro del Congreso Nacional
(1873) y fue elegido vicegobernador de la provincia de Buenos Aires en
1874. Participó en el Congreso Nacional de 1880 a 1882, luego fue
miembro de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, en la que casi
de inmediato ocupó el cargo de presidente, y también se desempeñó
como presidente del Banco de la Provincia. En 1890, durante la
presidencia de Carlos Pellegrini, fue nombrado ministro de la Suprema
Corte de Justicia. |
A medida que las
elecciones de 1892 se acercaban, una intensa actividad se desarrolló en
la Unión Cívica, que esperaba ganar la presidencia con Bartolomé
Mitre, y en el grupo conservador, que deseaba continuar con la política
de Pellegrini. Hubo divisiones en los dos partidos y un grupo de jóvenes
argentinos influyentes se separó del Partido Autonomista Nacional (PAN)
y designó a su propio candidato: Roque Sáenz Peña. Temerosos por los
cambios que su designación podría provocar, Mitre, Roca y Pellegrini
hicieron una alianza con los grupos más conservadores y propusieron
como presidente al septuagenario Luis Sáenz Peña, padre del joven
Roque, como vicepresidente a José Evaristo Uriburu. Roque abandonó su
candidatura y su padre fue nombrado presidente. Encontró a la nación
sumida en problemas económicos -la crisis de 1890- y en agitaciones políticas
en todos los niveles, desde el partido a la provincia y del Congreso al
Poder Ejecutivo hubo veintitrés crisis de gabinete y numerosas
revueltas por parte del grupo de la Unión Cívica Radical- A pesar de
las dificultades, se hicieron adelantos en varias áreas: se mejoraron
los puertos de Buenos Aires y Rosario, se dio ubicación permanente al
Colegio Militar y a la Escuela Naval, se amplió la Armada, se modernizó
a Buenos Aires, se promulgó un código médico, se proyectó el segundo
censo nacional y se creó la Dirección General de Estadística de la
República.
La falta de apoyo político alcanzó una etapa crítica. Cuando Sáenz
Peña se negó, por una cuestión de principios, a seguir los consejos
de Mitre y Roca, este último hizo que el Congreso se pusiera en su
contra. Como católico devoto se opuso a algunos de los planes de
secularización de Roca. Sus conocidas ideas sobre la reforma electoral
hicieron que los miembros más conservadores de la oligarquía se
pusieran en su contra. Como la oposición radical se tornaba cada vez más
amenazadora, decidió aceptar la sugerencia de Pellegrini de incorporar
a Aristóbulo del Valle. En el gobierno para que reorganizara el poder
ejecutivo, en un esfuerzo por hacer una revolución reformista desde la
cima. Desdichadamente, en ese momento, se produjeron levantamientos en
San Luis, Santa Fe y Buenos Aires, dirigidos por los seguidores de la
Unión Cívica Radical de Leandro Alem. Este le pidió a del Valle que
se uniera a la revolución pero éste se negó a luchar contra el
gobierno del que formaba parte y renunció con el resto de los
ministros. La revolución se extendió a Corrientes y Tucumán y a otras
provincias.
El presidente impuso el estado de sitio en toda la nación y, hacia fin
de año, se había restaurado el orden y los líderes radicales habían
ido al exilio. Las presiones continuaron ejerciéndose sobre Sáenz Peña,
especialmente por parte de los líderes del "acuerdo" que lo
había llevado al poder; cada vez le resultaba más difícil constituir
un gabinete y, por fin, cuando el Congreso insistió en aprobar una ley
de amnistía para los líderes de la revuelta de 1893 contra su
voluntad, Luis Sáenz Peña renunció y, en enero de 1895, lo sucedíó
su vicepresidente José Evaristo Uriburu. Finalmente se retiró a la
vida privada. |