Moritz Rugendas (1802-1858) |
El
alemán nacio en Ausburgo Moritz Rugendas fue un personaje curioso y andariego, que vivió
enamorado de los paisajes y de las costumbres americanas. Cuando llegó a la
Argentina, por 1845, había recorrido gran parte del continente pintando y
compenetrándose del espíritu de la tierra. Se consideraba un americano de
adopción, como lo había sido su compatriota el naturalista Alexander Von
Humboldt. Había pintado ya en el Brasil, en Haití, en México. Después de una
temporada en Francia e Italia volvió a Chile y, pasando la cordillera, visitó
a Mendoza y a San Juan. Cuanto veían sus ojos quedaba registrado en su álbumes
de dibujos y en sus cuadros, como si quisiera aprisionar todo el mundo en su
archivo personal. Desde el sur de Chile pasó a la Patagonia. luego subió al
Perú. En Bolivia se detuvo junto a las ruinas de Tiahuanaco. Después volvió a
bajar por Chile hasta Tierra del Fuego. Visitó las islas Malvinas y la costa
patagónica. En Marzo de 1845 estaba en Montevideo. En abril del mismo año, en
San Isidro, pintó un retrato muy romántico de doña Mariquita Sánchez de
Mendeville. Por
una carta de la misma doña Mariquita, sabemos que el pintor le habló de la
impresión que le había causado el poema de Esteban Echeverría La
Cautiva, y de cómo se había propuesto pintar varios cuadros de indios y de
cautivas, como ilustración de sus versos. "Este
señor -le escribe doña Mariquita a Echeverría- es
muy admirador de usted". Rugendas,
más que esos temas de imaginación, solía dibujar temas de la realidad, en
apuntes directos, tomados con exactitud, pero con una elegancia de líneas que
en algunos retratos llega a recordar a los grandes pintores. Sarmiento alabó la
importancia documental de los dibujos de Rugendas. "Rugendas
-dijo- es un historiador más bien que un paisajista; sus cuadros son documentos
en los que se revelan las transformaciones Imperceptibles para otro que di, que
la raza española ha experimentado en
América." Puede decirse que todas las regiones del continente quedaron
reflejadas en los álbumes de Rugendas. Entre nosotros pintó, con su exactitud
maravillosa, gauchos, troperos, soldados, carretas, personajes populares. Y en
nuestra ciudad, una escena del pintoresco desembarco en carretilla, y varias
esquinas porteñas, como la “esquina de
Victoria y Defensa", con un pedazo de la Recova vieja y, en el fondo,
la Iglesia de San Francisco. Cuando regresó a su país, en 1847, Rugendas había reunido un enorme material gráfico que -si se publicara- constituiría -tal vez- la más completa descripción del continente americano en el siglo XIX. |
Hacé click aquí para imprimir la biografía |