General realista del Alto
Perú; configuró una amenaza al noroeste de la Argentina durante las
guerras de la independencia; comerciante español, radicado en Salta,
que estableció un vasto comercio en el virreinato, primordialmente
entre Potosí y Buenos Aires; profundamente conservador y totalmente
leal a la Iglesia y a la Corona, ofreció sus servicios al ejército
español cuando las fuerzas patriotas trataron de expandir la Revolución
de Mayo hacia el noroeste y hasta el Alto Perú (ahora Bolivia).
Sus recursos, sus contactos extraordinarios, su disponibilidad de
potencial humano, su conocimiento del terreno, su aguzada inteligencia
para aprender los procedimientos militares, hicieron de él un valioso
elemento para el ejército español; se vinculó estrechamente con el
general Joaquin de la Pezuela (más tarde virrey del Perú); luchó
contra las fuerzas patriotas en Salta, Tucumán, Vilcapugio, Ayohuma y
Sipe Sipe; después de 1816, encontrándose San Martín absorbido en la
formación del ejército de los Andes para llevar a cabo su estrategia
continental, la lucha en la frontera noroccidental se convirtió en una
operación de contención, más que en el teatro principal de las
operaciones bélicas.
Olañeta invadió reiteradamente Jujuy, ocupándola en 1817 y
estableciendo allí su cuartel general; intentó tomar Salta pero fue
derrotado por Martín de Güemes; en 1821 la tomó por sorpresa en una
acción durante la cual Güemes fue muerto; en ese momento, Olañeta
ostentaba el grado de general, al mando de las tropas realistas en el
Alto Perú; los acontecimientos que siguieron a la rebelión de 1820 en
España lo perturbaron considerablemente; La Serna, que reemplazó a
Pezuela como virrey y comandante y los nuevos oficiales españoles que
llegaron después: apoyaron la constitución liberal de 1812 que
Fernando VII había sido obligado a aceptar; durante los cinco años
siguientes Olañeta se sintió crecientemente frustrado a medida que
continuaba luchando contra los patriotas, pero al mismo tiempo crecía
su sospecha y odio contra los nuevos oficiales españoles a quienes
consideraba desleales para con Fernando VII y el dominio tradicional de
la Corona española; su sobrino Casimiro Olañeta trató de ganarlo para
la causa de la independencia boliviana como una tercera alternativa para
el poder patriota argentino o el liberal español; durante algún tiempo
Olañeta pareció interesarse (hasta el punto que Bolívar, en ese
momento comandante del ejército de la independencia, lo consideró casi
como otro libertador).
Olañeta, empero, mantuvo impertérrita su lealtad hacia Fernando VII; a
principios de abril, con Sucre en Bolivia para completar la conquista, y
abrigando la esperanza de ganar el apoyo de Olañeta, éste se Pronunció
tanto contra Sucre como contra los realistas; abandonado por la mayor
parte de sus seguidores, tuvo un encuentro en Tumusla con fuerzas
dirigidas por Carlos Medinaceli, su ex segundo comandante.
Fue muerto en combate el 1° de abril de 1825, siendo la única baja de
la refriega; dos meses después, irónicamente, Fernando VII (ignorando
su muerte), lo recompensó con el nombramiento de virrey del Perú y, de
manera igualmente irónica, la mayoría de los historiadores cree que
sus acciones, al dividir a las fuerzas realistas en esos momentos críticos,
pueden haber contribuido a la pérdida final de España de sus colonias
de la América del Sur; carente de oposición por parte de una Argentina
preocupada por sus problemas internacionales y, decididamente dispuesta,
en esos momentos, a que fracciones individuales del virreinato forjasen
sus propios destinos, Bolivia ganó su independencia poco tiempo después. |