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Nacido y muerto en Salta en
1872.
Héroe militar argentino.
Adhirió a la Revolución de Mayo de 1810.
En 1812 participó en la batalla de Tucumán y, al año siguiente, en la
de Salta, en ambas ocasiones a las órdenes del general Manuel Belgrano.
Formó parte de la escolta de Juan Martín de Pueyrredón. Con José
Rondeau se batió en Sipe Sipe. En agosto de 1816, junto a San Martín
atravesó los Andes.
En 1818 se distinguió en Chacabuco; mandando el ala izquierda del Ejército
que aseguró la independencia chilena, obligó al famoso regimiento de
Burgos a rendirse por vez primera en Maipú. Su sereno coraje ante el
desastre de Cancha Rayada salvó a gran parte del ejército. Creó la
campaña al sur de Chile, para luego retornar a Mendoza para descansar
sus tropas y obtener nuevos reclutas. Intrépidamente recruzó los Andes
hacia Chile.
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Organizo un ejército
para la futura empresa de San Martín en el Perú, en prevención de que
sus tropas se contagiaran de los motines de Cuyo. En 1820 pasó a ser
comandante del famoso regimiento de granaderos a caballo.
En el Perú operó junto a Tomás Guido representando a San Martín en
las reuniones previas a las negociaciones de Punchauca. Fue jefe del
Estado Mayor de San Martín cuando Lima fue ocupada.
Permaneció al frente del ejército unido tras la renuncia y partida de
San Martín del Perú.
En octubre de 1822 emprendió la previamente planeada expedición de los
puertos intermedios peruanos, con desastrosos resultados; sin embargo,
tanto el gobierno peruano como Bolívar, lo excusaron.
Nombrado gobernador del Callao, hubo de hacer frente a una rebelión de
la guarnición, que lo retuvo prisionero hasta después de la batalla de
Ayacucho (1824).
Fue remitido a los españoles, se fugó, junto con otros prisioneros
patriotas, al conocer las noticias sobre la victoria de Sucre en
Ayacucho, para levantar a los bolivianos contra los realistas que
quedaban.
A su retorno a Lima, ya ganada la independencia, Alvarado recibió de
Bolívar los más altos honores, incluyendo el grado de gran mariscal
del Perú.
Vuelto a la Argentina, Alvarado obtuvo distinciones y cargos, pero
pronto comenzó su oposición a Rosas y a los caudillos locales. En 1831
Quiroga lo obligó a exiliarse mientras era gobernador de Salta.
En 1848 regresó, a su provincia natal con permiso especial de Rosas.
Después de Caseros reanudó su vida pública.
En 1854 fue nombrado ministro de la Guerra en el gobierno de Justo José
de Urquiza (1853-1860), conforme a la nueva Constitución de 1853.
Renunció para reasumir la gobernación de su provincia. Hasta sus últimos
días.
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