Parque Nacional Monte León - Santa Cruz
 
 
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Parque Nacional Monte León
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Parque Nacional Monte León
 

Monte León, una estancia santacruceña, se convertirá en el primer parque nacional costero de la Argentina gracias al aporte de un grupo ambientalista

 

El litoral de la Patagonia , con sus multitudinarias colonias de aves y mamíferos, resulta una de las ecorregiones más espectaculares del planeta. Sin embargo, apenas seis de sus casi 4000 kilómetros están representados en nuestra red federal de áreas naturales protegidas: la franja costera del Parque Nacional Tierra del Fuego, sobre el Canal de Beagle.

En 1997, dispuesta a cubrir el bache, la Administración de Parques Nacionales (APN) echó el ojo al salvaje pedazo de costa que preside el cerro Monte León, en el sudoeste de Santa Cruz. Contaba con la venia provincial, y la asistencia del Banco Mundial para dotar al proyectado parque de infraestructura y parte de lo embolsado por la venta del hotel Llao Llao para adquirir las tierras en cuestión. La familia Braun, su propietaria, estaba dispuesta a vender. Pero el precio exigido superó las posibilidades del organismo.

La Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) recurrió entonces a Doug Tompkins y Kristine McDivitt, una pareja de ecofilántropos norteamericanos. Los Tompkins no se hicieron rogar. Con US$ 1,7 millón de Patagonia Land Trust -el grupo que crearon para canalizar fondos hacia proyectos de conservación en nuestro sur-, la FVSA compró en carácter de fiduciario la estancia Monte León el 14 de mayo de 2001. Dentro de pocos días, la propiedad pasará a manos de la APN para convertirse en el primer parque nacional costero de la Argentina. Escudará un frente oceánico de 40 kilómetros y 60.798 hectáreas de estepa patagónica, otro ambiente urgido de protección. Y se pretende extender su protección varias millas Atlántico adentro.

 
 

Monte León es un muestrario casi completo de la biodiversidad propia del litoral patagónico.

Según relevamientos preliminares, su patrimonio faunístico incluye 67 especies de aves, 20 de mamíferos, 4 de reptiles y un generoso porcentaje de las 300 variedades ictícolas que pueblan el Mar Argentino.

Junto a las aguas brotan, cada primavera, dos apostaderos de lobos marinos de un pelo (Pico Quebrado, el mayor de ellos, agrupa 1135 adultos y 536 crías) y la cuarta colonia en importancia del pingüino de Magallanes, con una población reproductiva que supera las 30.000 parejas. También nidifican el ostrero negro, el gaviotín sudamericano, tres especies de cormoranes y dos de gaviotas. Y aparecen de visita peregrinos del aire como el chorlito doble collar y el petrel gigante. Así, el espectáculo más subyugante es el que ofrecen las restingas durante la bajamar. En cada uno de sus pozones bulle un mundo liliputiense de anémonas, estrellas de mar, cangrejos, mejillones y algas que parece obra de un inspirado acuarista.

Mar adentro, róbalos y pejerreyes nadan entre bosques de cachiyuyo, se cría la tonina overa y cada tanto se avista el lomo de alguna ballena franca. La animación no es menor del otro lado de las pedregosas playas y los acantilados. El severo paisaje de la estepa hospeda guanacos, pumas, choiques, zorros, copetonas, flamencos y la apenas conocida comadrejita patagónica. Y los cielos se estremecen con las picadas del halcón peregrino y el acecho del águila mora.

Estos prodigios no agotan los dones de Monte León. Archivados en las barrancas, ostras y cangrejos fósiles evocan un mar perdido hace millones de años. La crónica de ocho milenios de ocupación indígena corre por cuenta de conchales, puntas de flecha, bolas, cuchillos, raspadores. Y el frente marino parece un compendio de geomorfología con sus islas, cavidades, farallones y playas de canto rodado.

 
 

Uno de los hitos paisajísticos del futuro parque es la isla Monte León, antigua península, desgajada del continente por la acción de las olas y el viento. Entre sus escarpados bordes nidifican miles de cormoranes, gaviotas y gaviotines. No extraña que una gruesa capa de guano -abono orgánico de primer orden- recubra la chata superficie insular.

De hecho, Monte León fue el yacimiento guanero más explotado del país. Entre 1933 y 1960, se le extrajeron más de diez mil toneladas. Esto explicaría la jibarización de la imponente cormoranera que fotografió el padre De Agostini en 1935. Otro tanto ocurrió con los lobos marinos apostados en el extremo del cabo que los tehuelches meridionales llamaban Kimirik Aike (la lobería) y pasó al mapa como Cabeza del León. En una sola década (1938-1948), a fuerza de garrotazos, los loberos redujeron su población de 105.000 a 700 individuos. Hoy apenas doscientos se dejan ver por el lugar.

Con el tiempo, los dominios de la pálida mole pasaron a integrar una estancia ovejera. Alcanzó su apogeo entrado el siglo XX, con la globalización de la industria lanera, timoneada primero por los ingleses de la Southern Patagonia Sheep Farming Co. y luego por Moritz Braun, comerciante chileno. La naturaleza debió enfrentar entonces nuevos retos. El incremento de la hacienda, por ejemplo, desató fenómenos erosivos y empobreció la diversidad florística. Y hasta hace pocos años, se cosechaban cientos de huevos de pingüino para inyectarles estricnina y usarlos como cebo tóxico contra los zorros colorados, aunque en la volteada caían muchas más especies. La decadencia ganadera hizo que esta práctica fuera abandonada y que la fauna local comenzara a contemplarse como recurso turístico. El nuevo enfoque dio aire a las iniciativas de conservación. En 1996, el gobierno santacruceño creó la Reserva Provincial Isla Monte León. Y ahora, afortunadamente, toda el área va camino de convertirse en parque nacional.

 
 

La ubicación es al sudeste de Santa Cruz e llega por la ruta nacional 3 (la entrada se abre en el kilómetro 2385).

El parque cuenta con un quiosco-cafetería sobre el acceso y, en el sector costero, un camping organizado, una proveeduría y un área de acampe agreste; el casco de la estancia funciona ya como hostería; y en las localidades vecinas de Comandante Luis Piedrabuena ( 35 km ) y Puerto Santa Cruz ( 50 km ) hay un puñado de hoteles, cabañas de alquiler, campings y restaurantes. Temporada propicia: de noviembre a abril.

 
 
       

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