Mi amado amigo:
"...La opinión acerca de la forma de gobierno se va dejando conocer aun en los más encapotados, por la controversia que ofrecen a este respecto nuestros periódicos; y aunque el juicio de los más ilustrados se fije en la monarquía constitucional, se divide ésta según comprendo en Incas, Portugueses, o algún otro príncipe extranjero. Mientras se discute una materia tan espinosa en el Congreso, en las tertulias y en los papeles públicos, la esperanza de los monarquistas no se disminuye con relación al héroe que cada uno privativamente se propone...
...En contra de los que discurren a favor del sistema monárquico, se presenta una masa enorme de federalistas que trabajan sobre un campo preparado, contando con el vulgo de todos los pueblos y algunos hombres de séquito que apadrinan sus pensamientos. Las ideas de todos éstos están en oposición con las que el Congreso ha dejado entrever en sus sesiones; y no es despreciable la fuerza física y moral que obra en cada una de las Provincias en apoyo de un desenfrenado republicanismo.
La contradicción de principios en los diversos partidos que conspiran a constituir un gobierno nacional, amaga la disolución del Estado si la decisión del problema se precipita por el Congreso...
La política, cuando menos, se resiste a precipitar las deliberaciones de este orden, y la detención que se observa en el Congreso en materia tan importante, justifica su moderación y su prudencia...
Yo quisiera por ahora e ínterin las Provincias de arriba, en plena libertad no envíen sus diputados al Congreso, mande indefinidamente un Director, sujeto a un código provisional..."
Marcos Estrada, "Belgrano y Anchorena en su correspondencia". Buenos Aires, 1966, p.45