Entre
las filas de la revolución de junio de 1943 se contaba un coronel
llamado Juan Domingo Perón, que funcionaba con un proyecto político
propio. Su ascenso hasta el 17 de octubre peronista fue una jugada
maestra del populismo.
Cuando
Perón, vicepresidente y ministro de la Guerra, declaró, muy
tardíamente, la guerra al Eje, juzgó necesario distanciarse del
general Perlinger, líder del sector pronazi, y con el apoyo del coronel
Alfredo Mercante, disolvió incluso la poderosa logia militar GOU.
El
pragmático Perón ya venía organizando desde dos años atrás una base
de poder distinta del militar: los sindicatos, nutridos con las masas de
proletariado urbano que el éxodo rural había engrosado desde que en
los años treinta se iniciase el leve proceso de industrialización.
Perón había operado sobre esta base política desde su puesto de
secretario de Trabajo y Previsión, otorgándoles una decena de leyes
protectoras.
El
9 de octubre de 1945, durante la presidencia de su amigo Edelmiro
Farrell, la preocupación de la embajada estadounidense y de los grupos
conservadores ante la creciente popularidad de Perón hizo que éste
fuera relevado del cargo de vicepresidente y arrestado.
Ocho
días después, el 17 de octubre, se produjo una manifestación nunca
antes vista en Argentina, para la que fue fundamental la actuación de
Eva Duarte,(futura esposa de Perón) , movilizando a miles de
«descamisados».
Al
anochecer una multitud colmaba la plaza de Mayo para exigir la libertad
de Perón.
Por
fin, Juan Domingo Perón habló desde los balcones de la Casa Rosada y
quedó sellada una nueva fuerza política: el peronismo.
Sus
enemigos dieron marcha atrás y Farrell pudo formar nuevo gobierno, esta
vez formado íntegramente por partidarios del coronel Perón. Al año
siguiente Perón será elegido presidente.
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