En
1955, una sucesión de golpes militares terminó con el gobierno peronista.
Primero había sido el levantamiento del 28 de setiembre 1951, encabezado por
un general retirado -Benjamín Menéndez-, rápidamente sofocado. Su única
víctima fue un cabo leal. Sus consecuencias: la sanción de una ley que
imponía la pena de muerte para hechos similares y una cantidad de militares
arrestados, varios de los cuales adquirirían luego notoriedad, como Alejandro
Agustín Lanusse, Julio Alsogaray, Tomás Sánchez de Bustamante, Luis M.
Prémoli, Rodolfo Larcher y Alcidez López Aufranc, entre otros. En 1954 se
produce un conflicto con la Iglesia proveniente , las acciones contra la
prensa desde hacia mucho tiempo , el desconocimiento a las minorías y la
intolerancia como desprecio a la opinión ajena por parte del peronismo
sirvieron de abono para la más violenta acción organizada contra un gobierno
popular en la Argentina.
Fue
el 16 de junio de 1955, al mediodía, cuando desde el oeste aparecieron raudos
y a baja altura aviones de la Marina. El bombardeo a la Casa Rosada dejó
varios centenares de muertos y heridos, en su gran mayoría oficinistas
sorprendidos a la hora del intermedio laboral y ocasionales pasajeros del
lugar.
El
bombardeo deja 300 muertos y unos mil heridos .
El
plan era que la casa de gobierno debia ser tomada y asaltada por infantería
de marina, cosa que no ocurrio , además de haberlo realizado Perón no estaba
allí en ese momento. Por el intento golpista fueron detenidas 800 personas y
se disolvio la Infanteria de Marina y la Aviación Naval, uno de los
responsables del fallido golpe el contraalmirante Gargiulo se suicidó.
Durante la tarde del 16 de junio la CGT convoca una concentración en la Plaza
de Mayo y Perón anuncia que el intento golpista ha sido sofocado. En
respuesta, fueron incendiadas la Curia Eclesiástica, las iglesias de Santo
Domingo, San Francisco, San Nicolás, La Piedad, San Ignacio, San Juan
Bautista, Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora de las Victorias y San
Miguel.
Por
la mañana, se perdieron vidas; por la noche, reliquias y obras de arte
irrecuperables. En eso había derivado la escalada desde que el 11 de junio se
había realizado la tradicional procesión de Corpus Christi, convertida en la
primera manifestación antiperonista desde 1946.
Al
día siguiente, domingo, se produjo un ataque a la Catedral por parte de
grupos peronistas, donde hubo heridos y detenidos: 19 sacerdotes y unos 400
feligreses. Fueron expulsados del país monseñor Manuel Tato, oblispo
auxiliar de Buenos Aires y Ramón Novoa, vinculado a Acción Católica, cuyos
locales se clausuraron. Como consecuencia de la llamada "Operación
Hoguera" en esa jornada doblemente trágica del 16 de junio, la Santa
Sede dispuso la excomunión "contra todos aquellos que han cometido tales
delitos", lo que obligó a Perón, después, solicitar el fin de la
sanción al papa Juan XXIII, así concedido en 1963. Fue el derrumbe de
Perón, que reorganizó su gabinete, lanzó una tregua política y habló, por
última vez, en ese tramo histórico en Plaza de Mayo, en la que una
muchedumbre le pidió que no renunciara. Y en la que él lanzase una consigna
exactamente contraria a la pacificación "...cuando uno de los nuestros
caiga, caerán cinco de ellos". El 27 de julio de 1955, a las 21.00
horas, los argentinos pudieron escuchar por radio una voz opositora: habló
Arturo Frondizi, presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical.
Su discurso causó impacto pero el gobierno no hizo ninguna propuesta ni de
negociación ni de lucha. Ya nada sería igual.
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