En marzo de
1944, ante un casi ultimatum estadounidense, el gobierno de facto del general
Pedro Pablo Ramírez rompió relaciones con Alemania y Japón (no así con
Italia). La Segunda Guerra Mundial enfrentaba sus tensiones culminantes y las
presiones pusieron al gobierno argentino ante una difícil situación. El
cónsul alemán Hellmuth había sido sorprendido en tareas de espionaje para
el Eje (Berlín, Roma, Tokyo) y es cesanteado. Hay críticas por esta medida
en la publicación nacionalista "El Pampero", pero también se ve
obligado a renunciar el ministro Gustavo Martínez Zuviría (el escritor Hugo
Wast), quien es además señalado como antisemita. La situación culmina el 9
de mayo de 1944, cuando presionado por los nacionalistas más germanófilos,
Ramírez debió renunciar. El general Edelmiro J. Farrel, su vicepresidente,
ocupó la presidencia y le declarará finalmente la guerra a Alemania y Japón
(al año siguiente, en 1945), mientras el nuevo embajador de los Estados
Unidos, Spruille Braden, se convertiría en el nuevo referente de los
aliadófilos. Mientras tanto, en 1944 se gestaba una revolución todavía
imprevisible: el 15 de enero de 1944, un terremoto destruyó la ciudad de San
Juan. De inmediato se organizó el socorro a los
damnificados. El coronel Perón, a cargo de la secretaría de Trabajo y
Previsión, organizó la ayuda, habló por radio, presidió festivales
solidarios y en pocas semanas logró recaudar más de doce millones de pesos.
El gobierno promete que la histórica ciudad será reconstruida y
efectivamente así se hace, aunque las tareas llevarán varios años. Con
motivo de la colecta, Perón conoce a Evita e inicia una relación
sentimental. Cuando asuma Farrell, Perón será, además, su ministro de
Guerra y también su vicepresidente.
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