964 He servido en la frontera en un cuerpo
de milicias; no por razón de justicia como sirve cualesquiera.
965 La bolilla me tocó de ir a pasar malos ratos por la
facultá del ñato, que tanto me persiguió.
966 Y sufrí en aquel infierno esa dura penitencia, por una
malaquerencia de un Oficial subalterno.
967 No repetiré las quejas de lo que se sufre allá: son cosas
muy dichas ya y hasta olvidadas, de viejas.
968 Siempre el mesmo trabajar, siempre el mesmo sacrificio, es
siempre el mesmo servicio, y el mesmo nunca pagar.
969 Siempre cubiertos de harapos, siempre desnudos y
pobres, nunca le pagan un cobre ni le dan jamás un trapo.
970 Sin sueldo y sin uniforme lo pasa uno aunque
sucumba: confórmese con la tumba; y si no... No se conforme.
971 Pues si usté se ensoberbece o no anda muy voluntario, le
aplican un novenario de estacas... Que lo enloquecen.
972 Andan como pordioseros sin que un peso los alumbre, porque
han tomao la costumbre de deberle años enteros.
973 Siempre hablan de lo que cuesta; que allá se gasta un
platal: ¡pues yo no he visto ni un rial en lo que duró la fiesta!
974 Es servicio estrordinario bajo el jusil y la vara, sin que
sepamos qué cara le ha dao Dios al comisario.
975 Pues si va a hacer la revista se vuelve como una bala: es
lo mesmo que luz mala para perderse de vista.
976 Y de yapa cuando va, todo parece estudiao: van con
meses atrasaos de gente que ya no está.
977 pues si adrede que lo hagan, podrán hacerlo mejor: cuando
cai, cai con la paga del contingente anterior. |
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984 Y esos pobres infelices, al volver a su
destino, salen como unos longinos sin tener con que cubrirse.
985 A mí me daba congojas el mirarlos de ese modo, pues el más
aviao de todos es un perejil sin hojas.
986 Aura poco ha sucedido, con un invierno tan
crudo, largarlos a pie y desnudos pa volver a su partido.
987 Y tan duro es lo que pasa que, en aquella situación, les
niegan un mancarrón para volver a su casa.
988 ¡Lo tratan como a un infiel! Completan su sacrificio no
dándole ni un papel que acredite su servicio.
989 Y tiene que regresar más pobre de lo que jué; por
supuesto, a la mercé del que lo quiere agarrar.
990 Y no averigüe después de los bienes que dejó: de hambre,
su mujer vendió por dos lo que vale diez.
991 Y como están convenidos a jugarle manganeta, a reclamar no
se meta, porque ése es tiempo perdido.
992 Y luego, si a alguna estancia a pedir carne se arrima, al
punto le cain encima con la ley de la vagancia.
993 Y ya es tiempo, pienso yo, de no dar más contingente: si
el Gobierno quiere gente, que la pague y se acabó.
994 Y saco así en conclusión, en medio de mi inorancia, que
aquí el nacer en estancia es como una maldición.
995 Y digo, aunque no me cuadre decir lo que naides dijo: la
provincia es una madre que no defiende a sus hijos.
996 Mueren en alguna loma en defensa de la ley, o andan lo
mesmo que el güey, arando pa que otros coman.
997 Y he de decir ansí mismo porque de adentro me brota que no
tiene patriotismo quien no cuida al compatriota. |
978 porque son como
sentencia para buscar al ausente, y el pobre que está
presente que perezca en la endigencia;
979 hasta que, tanto aguantar el rigor con que lo tratan o se
resierta, o lo matan, o lo largan sin pagar.
980 De ese modo es el pastel, porque el gaucho -ya es un
hecho- no tiene ningún derecho, ni naides vuelve por él.
981 ¡La gente vive marchita! Si viera cuando echan tropa: les
vuela a todos la ropa que parecen banderitas.
982 De todos modos lo cargan, y al cabo de tanto andar, cuando
lo largan, lo largan como pa echarse a la mar.
983 Si alguna prenda le han dao se la vuelven a
quitar: poncho, caballo, recao, todo tiene que
dejar. |