Las enormes salidas de reservas, el retiro de los depósitos de los bancos y la depreciación del peso papel fueron algunas de las manifestaciones de la crisis económica de 1890.
La escasez de oro y la depreciación del peso -que tras ser defendido infructuosamente terminó perdiendo más de un 200% en 1891- colocaron al Gobierno en una dificilísima situación para pagar su deuda externa. Entre noviembre de 1890 y enero de 1891 se vio obligado a negociar una moratoria con la Baring, la casa bancaria acreedora.
La salida de reservas creó una generalizada desconfianza en los bancos. En abril de 1890, la mayor demanda de circulante fue cubierta con una emisión clandestina.
Ésta y otras medidas no evitaron que, en abril de 1891, se terminara con una corrida de depósitos y el cierre y la liquidación de los bancos más importantes.
La crisis se originó en la descomunal emisión monetaria producida por los bancos garantidos, contrapartida de las emisiones de deuda provincial y nacional, aunque su causa más Iejana se remonta al abandono de la convertibilidad en 1885.
Erosión de los ingresos fiscales
En 1881 se había establecido, por vez primera, una unidad monetaria nacional, el peso moneda nacional oro ($m/n oro). Desde entonces, el estado llevó sus cuentas en esa nueva unidad y recibió sus impuestos en metálico o en billetes en pesos moneda nacional. En 1885, ante la pérdida de reservas del Banco Nacional, el Gobierno decretó la suspensión de la convertibilidad de sus billetes y de los restantes bancos de misión. Esto afectó los ingresos fiscales, pues los impuestos se cobraban en pesos papel. La erosión de los ingresos fue el factor de mayor peso en los desequilibrios fiscales en los últimos años de la década.
Para frenar la depreciación del peso papel, el Gobierno decidió intervenir en el mercado de cambios, sobre todo usando las disponibilidades que tuvo el Banco Nacional al recibir en depósito de la venta de Fondos Públicos de los bancos garantidos (1887). Como resultado de ello, en un solo año, 1888, la emisión pasó de 88 millones a 215 millones de pesos.
Las reservas de oro
Por orden del Gobierno, el Banco Nacional vendía oro que el público atesoraba. Mientras existieron reservas metálicas, el tipo de cambio pudo sostenerse y, hasta 1889, el Gobierno fue relativamente exitoso en su esfuerzo por mantener el valor del peso papel. Sin embargo, la intervención no fue suficiente: los particulares optaron por adquirir oro, ya que su experiencia pasada les hacía temer una futura depreciación. Para ello contaron con la posibilidad de hacerlo por medio del crédito, gracias a la enorme creación de dinero realizada por los bancos garantidos.
El intento de estabilizar el cambio tuvo un efecto ruinoso sobre las reservas del Banco Nacional. Mientras el banco trataba de sostener el peso vendiendo oro, el público advertía que se le agotaban las reservas. Por esta razón, optaba por sustituir activos monetarios domésticos por externos, que no corrían el riesgo de la depreciación. Agotadas las reservas en 1889, saltó el tipo de cambio en más de un 100%. El abandono de la convertibilidad en 1885 había agravado el déficit fiscal y su financiación monetaria producía la depreciación del peso papel, que a su vez erosionaba los ingresos del Estado (cobrados en papel), acentuando el déficit. La inmensa deuda pública, contraída para hacerse de oro e intervenir en el mercado a fin de mantener la paridad del peso, terminó en una descomunal fuga de capitales, corridas de reservas y de depósitos y, finalmente, con el cierre de los bancos más importantes.
La crisis del Régimen
La revolución militar que estalló el, 26 de julio de 1890 fue sofocada, mientras Roca, el general Levalle y Pellegrini se mostraban públicamente como protagonistas de la represión, Juárez Celman abandonó la Capital. Aunque el presidente propuso diversos acuerdos para mantenerse en el cargo, Roca y Pellegrini le negaron su apoyo. Ambos ya habían negociado con Mitre, cabeza del sector moderado de la Unión Cívica, una salida que incluía la renuncia del presidente. Mientras tanto, arreciaban los rumores de nuevos levantamientos. El 6 de agosto, Juárez Celman presentó su renuncia. La asunción de Pellegrini provocó una gran algarabía en la ciudad, con la sola excepción de los partidarios de Alem.
Nace la Unión Cívica
La creciente agitación opositora al gobierno de Juárez Celman se basó en la crítica a las prácticas autoritarias y corruptas del gobierno, destacadas por la inminente crisis económica. En setiembre de 1889, la Unión Cívica de la juventud realizó una concentración de casi 30.000 personas en el Jardín Florida. El jardín Florida era un salón de espectáculos situado en Paraguay y Florida.
Alli se realizo en setiembre de 1889 una congregación de opositores al régimen de Juárez Celman . Participarón antiguos autonomistas seguidores de Bartolomé Mitre y jóvenes católicos . De este acto antecedente directo de los sucesos de 1890, surgio la Union Cívica de la Juventud
Escenas de la Revolución del '90 o Revolución del Parque
La Revolución del '90 marcó un punto de quiebre en la historia argentina. La Revolución del '90 marca con claridad el momento en el que comienza a emerger una sociedad civil urbana, diferenciada en grupos sociales con demandas específicas. En particular la Revolución del '90 marca el momento en que la clase media ingresó a la vida pública.
Simultáneamente, la organización de la clase obrera en sindicatos, de partidos políticos modernos (Unión Cívica Radical, Unión Cívica Nacional, Partido Socialista, Liga del Sur), de las primeras cooperativas, organizaciones feministas, de revistas políticas opositoras, etc., conformó una sociedad urbana compleja que hizo cada vez más inevitable la toma del poder mediante revoluciones callejeras.
En ese sentido la Revolución del '90 señala en la Argentina la emergencia del pueblo como sujeto político y social, exigiendo que se lo reconozca efectivamente como protagonista de la vida política, social y cultural, y demandando la configuración de una sociedad democrática.
La Revolución del '90 aparece así como un puente histórico entre los antiguos enfrentamientos armados rurales entre caudillos seguidos por masas indiferenciadas, y una sociedad urbana moderna fundada en el trabajo asalariado y una amplia clase media proveedora de servicios, que exige resolver los conflictos mediante procesos institucionales.
Pellegrini designó entre sus ministros a hombres de reconocida reputación pública, provenientes de los centros partidarios más importantes del momento, tales fueron los casos del Partido Autonomista Nacional que dirigía Roca, de los cívicos dirigidos por Mitre, e inclusive un cierto núcleo de la Unión Cívica. El expresidente Julio Argentino Roca fue nombrado Ministro del Interior, era la persona más influyente en el gabinete, y logró evitar el triunfo de la revolución de Alem. Se vio en Pellegrini un intérprete de las aspiraciones generales; su nombre fue vitoreado y aplaudido y llegó a creerse que su sola presencia bastaba para curar los gravísimos males del momento y para cicatrizar los del pasado. El gobierno en aquellas circunstancias era una pesada carga.
El propio Pellegrini habría dicho mientras lo vitoreaban en las calles de Buenos Aires: "Lo único que debo desear es que el edificio no se me venga encima mientras lo esté apuntalando; que si no, los entusiastas de hoy no encontrarán en él cascotes bastantes con que lapidarme". Tuvo que arengar varias veces a la muchedumbre desde los balcones de su despacho y anunciar que haría de la honradez y del patriotismo las bases de su gobierno. Realmente ascendió a la primera magistratura en un clima de confianza y de adhesión que prometía un apoyo consistente.
Antes de asumir el cargo reunió en su domicilio a un grupo de banqueros y de hombres de fortuna, a los que explicó la situación crítica por que atravesaba el país y sobre la necesidad de disponer de ocho a diez millones de pesos para pagar en Londres el 15 de agosto el servicio de la deuda externa y la garantía de los ferrocarriles. Pidió un empréstito interno y sin publicidad; los asistentes a la reunión lo suscribieron en el acto por una suma apreciablemente mayor. Con ese apoyo asumió la presidencia el 7 de agosto en medio de manifestaciones entusiastas de banqueros, bolsistas y de masas populares. Después de cuatro presidentes provincianos, aparecía uno porteño.
Alem y Pellegrini
La revolución no logró su cometido original, que era deponer al Partido Autonomista Nacional, proclamar a Alem como presidente provisional y llamar a elecciones, si fue un gran triunfo político para la Unión Cívica, ya que el presidente Miguel Juárez Celman se vio obligado a renunciar y en su lugar asumió el vicepresidente Carlos Pellegrini, mucho más moderado que el primero, además dio el puntapié inicial del declive del poder político del PAN, un proceso que de aquí en adelanta irá creciendo cada vez más.
Entre los que no se sintieron satisfechos con el rumbo político que tomó Pellegrini y el renacimiento de la influencia de Roca, partícipe en el origen de los males subvenidos, se destacaba Alem, retraído, que incubaba las lecciones de la revolución de julio. Ya el 12 de agosto escribe al presidente de la Unión Cívica de Mendoza, Agustín García:
"Aun cuando se haya derribado un presidente, la máquina opresora y corruptora del oficialismo ha quedado armada en las provincias y es la energía del pueblo la que debe desmontarla ahora pieza por pieza"
Se dijo que si Carlos Pellegrini se proponía elevar el nivel de las clases desvalidas, Alem tendía a disminuir el de las clases privilegiadas; el uno quería nivelar al pueblo por lo alto, el otro por lo bajo. En uno de sus discursos, Pellegrini aludió a algunos dirigentes de la Unión Cívica, que tenían cuentas turbias en los bancos; entonces Alem recogió la alusión, suscitándose una polémica personal en la que defiende su conducta y rebate acusaciones, y una respuesta despiadada de Pellegrini que no tuvo réplica, pero si en cambio un reto a duelo, que los padrinos y un tribunal de honor evitaron; el tribunal de honor fue integrado por José Evaristo Uriburu, Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Bernardo de Irigoyen y Leonardo Pereyra.
Carlos Pellegrini no había olvidado que el día en que se hizo cargo de la presidencia, Alem mandó enlutar los balcones de la sede de la Unión Cívica. Leandro N. Alem se convirtió en el profeta y en el caudillo de un movimiento político-social regenerador y luchó desde entonces por impregnar con su mística al pueblo.
Ley de anmistia
La Cámara de Senadores se reunió para tratar lo sucedido en la revolución del Parque , siendo en ese mismo año sancionada la «Ley de Amnistía», la cual había sido de la autoría del doctor Dardo Rocha. El 21 de agosto, el senador Rocha presentó un proyecto de amnistía; sobre su promesa se suspendió el fuego en las jornadas sangrientas de julio y era necesario olvidar lo ocurrido. Pellegrini aprovechó la ocasión para exponer su criterio en un mensaje al Congreso.
Admitía la iniciativa, pero no quería silenciar los reparos que se creía obligado a exponer: "Si las reglas severas de la disciplina no han de ser la ley suprema de los ejércitos permanentes en la Nación, valiera más disolverlos, si queremos resguardar las libertades públicas, la autoridad y el orden de los amagos de la anarquía en su forma más repudiada".
La fracción de la Unión Cívica que acaudillaba Alem fomentó la lucha contra el gobierno de Pellegrini y logró crearle constantes dificultades y zozobras en momentos en que había que sacar al país de la bancarrota con procedimientos audaces y riesgosos: una nueva emisión de papel moneda en medio de una circulación ya excesiva, un recargo de impuestos al contribuyente que apenas podía abonar los antiguos, la moratoria comercial, la suspensión del retiro de los depósitos en los bancos oficiales, el empleo del empréstito interno para prolongar la situación angustiosa. Todos ellos eran expedientes del momento; braceadas contra la corriente para llegar a puerto. Mientras hacía frente a la situación desesperada, Pellegrini no se opuso a la ley de amnistía, pero señaló los inconvenientes de un ejército dispuesto siempre a la indisciplina y a la subversión.
La Casa Rosada el día de la asunción de Carlos Pellegrini, 1890.
La asunción de Carlos Pellegrini provocó una gran algarabía en la ciudad, con la sola excepción de los partidarios de Alem había gente en la recientemente inaugurada Plaza de Mayo y hasta en los techos de la casa rosada , este era el primer presidente porteño desde Mitre y ademas el primer hijo de inmigrantes en acceder a tal cargo
Leandro N. Alem
Luego de la revolución el Dr. Alem se hizo muy popular a nivel nacional en las elecciones legislativas del 15 de marzo de 1891, Alem es electo senador nacional junto a Aristóbulo del Valle. Es por ello que sus amigos le encomendaron realizar viajes al interior del país, y una de las paradas la hizo en la ciudad de Córdoba (Argentina), en donde llegó por tren hasta la estación homónima el día martes, 22 de septiembre de 1891. Comenta que la sociedad cordobesa lo recibió con muchas aplausos, incluso la oposición del Partido Autonomista Nacional (PAN) lo recibió con agrado pues era muy popular pero el gobernador Eleazar Garzón y el intendente Luis Revol (también del mismo partido), se notaron muy preocupados por la presencia del revolucionario porque temían un nuevo motín pero se presentaron para recibirlo a la estación y acompañarlo hasta el Hotel La Paz, lugar en donde se hospedaría por unos días. La finalidad del viaje era simplemente protocolar y, mientras estuvo en la ciudad, se rodeó de simpatizantes que buscaban complacerlo; Alem estuvo en diversas fiestas, realizando paseos y contactos. Durante los días que el Dr. estuvo en la ciudad, el Sacerdote Presbítero Eleodoro Fierro lo acompañó en cada momento que podía ya que un mes antes, había sido el co fundador de la “Liga Política Unión Cívica Radical” de Córdoba; presidiendo la asamblea y fundación el 5 de agosto de 1891. Finalizado la estadía, el Dr. Alem debió continuar a tren por otras ciudades del norte de la provincia; quedando registrado el hecho como un viaje único en la historia cordobesa ya que nunca más volvería a visitar la ciudad.
Dardo Rocha fue el fundador de las ciudades de La Plata, Necochea, Pehuajó, Tres Arroyos y Coronel Vidal, y también quien dio origen a la Universidad de La Plata.En 1891 siendo senador de la provincia de Buenos Aires presento ante la Cámara de Senadores el proyecto de «Ley de Amnistía» para tratar lo sucedido en la revolución del Parque de 1890
Las rentas nacionales no podían menos de resentirse a consecuencia de la gran crisis; disminuyeron las importaciones, hubo numerosas quiebras y suspensiones de pago, muchos improvisadamente ricos quedaron de la noche a la mañana en la pobreza, falsos capitales de la especulación se desvanecieron y sólo quedó en pie el trabajo de la tierra, la siembra de cereales y la ganadería.
Las 223 toneladas de cereales exportados en 1875 fueron 1.160.000 en 1890; las 73.000 hectáreas de trigo de 1872 llegaron a 1.320.000 en 1891, y las 130.000 hectáreas dedicadas al maíz en 1872 sumaron 800.000 en 1888; la producción de azúcar fue de 14.000 toneladas en 1872 y 49.321 en 1889.
Las exportaciones de maíz que proporcionaron 1.717.000 pesos en 1882, alcanzaron a 11.316.000 en 1890, y las del trigo, en el mismo período, de 60.000 pesos oro a 13.672.000 en 1891.
Los viñedos ocupaban en 1891 una superficie de 29.000 hectáreas. Esto contribuyó a un saldo favorable del intercambio internacional, que había tenido grandes déficit desde los primeros años de la presidencia de Roca. Sobre 164 millones de pesos oro que sumaron las importaciones en 1889, las exportaciones fueron sólo de 80 millones; en 1890, las cifras respectivas fueron 142 y 100 millones; desde 1891 hay una inversión de los términos: las exportaciones superan a las importaciones.
Fueron 103 millones de pesos oro las primeras en 1891 y 67 millones las segundas; en 1892 las importaciones pasaron de 91 millones, pero las exportaciones sumaron 131 millones; en 1892 las primeras alcanzan a 91 millones y las segundas 113. En 1893 hay relativo equilibrio entre unas y otras, pero en 1894 y 1895 se muestra todavía notable superávit en las exportaciones. La crisis fue superada, tanto por las medidas de gobierno, y principalmente, por el trabajo de la tierra y el rendimiento de la campaña en general.
La deuda pública se elevó de 355.762.000 de pesos oro en 1890 a 425.470.000 a fines de 1892, y las rentas de la nación descendieron en 1891 a 19.498.000 pesos oro y los gastos de la administración a 33.664.000; en 1892, los ingresos fueron de 32.597.000 y los egresos de 38.685.000 pesos oro.
Aunque sobraron las perturbaciones de toda índole, los ferrocarriles fueron extendiendo su red; a fines de 1892, las líneas instaladas sumaban 12.920 kilómetros, o sea, 3.660 más que los que existían al dejar el gobierno Juárez Celman.
Hubo un descenso de la inmigración y muchos de los llegados en los años recientes volvieron a dejar el país por falta de confianza en el porvenir. Antes de 1890 los inmigrantes pasaban de 100.000 por ario; en 1891 fueron solamente 52.000; en 1892, alcanzaron a 73.000.
El crédito nacional
El estado de la economía, las finanzas y la política del país era muy delicado pero las medidas tomadas por Carlos Pellegrini, fueron pragmáticas y prudentes hicieron mejorar la situación. El desbarajuste de carácter nacional y particular por causa de la psicosis especulativa de los años de prosperidad engañosa en la época de Juárez Celman había dañado peligrosamente la situación interna y debilitado en extremo el crédito exterior. Una ley del 6 de setiembre había autorizado una emisión de 60 millones en billetes de la tesorería con el siguiente destino: 25 millones para el Banco Hipotecario Nacional, otros tantos para el Banco Nacional y diez millones para la deuda exigible de la municipalidad.
Pero el gobierno, en la urgencia de defender el crédito en el exterior, dispuso de 50 millones, los convirtió en oro y los transfirió a la Banca Baring. De la plaza fueron sacados quince millones de pesos oro; el poco stock metálico de que se disponía fue agotado y los bancos quedaron en liquidación, con la amenaza para el próximo futuro de la suspensión del servicio de las deudas por agotamiento de todos los recursos. Al inaugurar el 17 de diciembre el Congreso sus sesiones, el presidente expuso sus opiniones sobre la crisis y anticipó proyectos de solución; la desvalorización de la moneda era uno de los efectos más desastrosos de la crisis, que se había intensificado por el pánico reinante y ello ponía en peligro el cumplimiento de los compromisos exteriores. Expuso en esa ocasión las negociaciones del doctor de la Plaza en Londres, con banqueros ingleses, franceses y alemanes y vaticinaba un arreglo ventajoso que permitiría saldar los compromisos. Anunció estrictas economías en la administración y exhortó a todos a disminuir sus gastos y condenó a los partidos que en esa hora difícil se dedicaban a sembrar alarmas y suscitar desconfianzas.
Pero las negociaciones de Victorino de la Plaza no correspondieron a las expectativas del gobierno; la crisis se había extendido en Europa misma y la casa Baring, tradicional banquero de la Argentina, corría serios peligros de colapso. Sin embargo, la banca británica mostró comprensión y disposición para llegar a soluciones. El Banco Hipotecario de la Provincia, era la institución más importante del país, junto con el Banco Nacional, suspendió en forma definitiva el servicio de los cupones de sus cédulas en los primeros tiempos de la presidencia de Pellegrini; el Banco de la Provincia y el Banco Nacional, a pesar del esfuerzo del gobierno para que se mantuviesen, sufrieron nuevas corridas en sus depósitos.
El gobierno decretó una feria de varios días y proyectó la emisión de un empréstito interno de cien millones con 6 % de interés, cuyo producto debía ser entregado a la Caja de Conversión para que lo destinara al redescuento, pero la suscripción apenas pasó de 43 millones, de los que sólo se cobraron 28 millones en efectivo, suma que se repartió entre el Banco Nacional y el Banco de la Provincia. Pero continuaron las corridas y el gobierno tuvo que disponer la clausura de los Bancos oficiales el 7 de abril de 1891. La caída de los Bancos oficiales repercutió en los particulares y en junio habían suspendido los pagos cinco establecimientos de crédito.
Caja de conversión
La Caja de Conversión de la Argentina fue una institución financiera creada en 1890, mediante la Ley 2.241. Predecesora del Banco Central de la República Argentina, su función principal era organizar las emisiones nacionales y atender a la circulación y amortización gradual de la moneda de curso legal, con independencia del Gobierno Nacional. Se creaba un fondo con las reservas de la ley de Bancos Garantidos y los créditos contra los mismos. En ese mismo período, se crea mediante la Ley 2.841, el Banco de la Nación Argentina. Existía entonces, de forma rudimentaria un sistema de control de la emisión monetaria (la Caja de Conversión) y un sistema bancario de reservas (Banco Nación). En 1895 la Caja de Conversión emitió los primeros billetes Peso Moneda Nacional a nombre de «La Nación Argentina», prohibiendo las emisiones particulares o provinciales. Después de varios intentos de proyectos nunca realizados, en 1935 esta entidad fue reemplazada por el Banco Central de la República Argentina.
El sistema monetario argentino se creó en 1881 por intermedio de la Ley Nº 1130 durante la primera presidencia de Julio Argentino Roca. Según la misma se estableció que 1 peso de oro equivaldría a 1,6129 gramos de oro y sobre esta definición se acuñaron dos tipos de moneda: el Argentino de oro (8,0645 gramos) equivalente a 5 pesos de oro y el Medio Argentino (4,0322 gramos) que representaría a 2,5 pesos de oro. También se acuñaron monedas de plata y de cobre. En 1883 se procedió a fijar la convertibilidad del peso papel con el peso de oro en una relación de 1 a 1, aunque la emisión de papel moneda sin el suficiente respaldo en metálico provocó la suspensión de dicha paridad en 1885.
En 1887 durante el gobierno de Miguel Juárez Celman se sancionó la Ley Nº 2216 de Bancos Nacionales Garantidos, que permitía a cualquier persona con un capital mínimo de 25.000 pesos moneda nacional fundar un banco que a su vez estaría autorizado a emitir billetes de curso legal con el respaldo de las reservas de oro del Estado. La crisis de 1890 generó que la relación cambiaría entre el peso papel y el peso oro pasara de 1 a 1 en 1884 a 3,87 a 1 en 1891. En este contexto es que se crea la Caja de Conversión como entidad responsable de los billetes generados por los Bancos Nacionales Garantidos, siendo también la única institución habilitada para la emisión de papel moneda. Su función básica sería la de entregar billetes únicamente a cambio de oro y viceversa, resguardando el tipo de cambio fijado legalmente de 1 peso papel por cada peso oro. Sin embargo, la falta de reservas de oro generó que durante sus primeros nueve años de existencia la Caja de Conversión no pudiese asegurar el respaldo de todos los billetes en circulación.
En 1891 el gobierno argentino llegó a un acuerdo con sus acreedores donde se le garantizaba al país un préstamo de 15 millones de libras esterlinas y una moratoria de 3 años para el pago de los intereses de la deuda a cambio de no incurrir en nuevos pedidos de créditos durante el mismo período y al compromiso de reducir el circulante monetario. No eran tiempos aquellos para medidas reposadas de gobierno; había que responder de algún modo a las exigencias perentorias impostergables, y era difícil acertar siempre. en medio de tantos escollos, dos creaciones de Pellegrini fueron notablemente fecundas: la Caja de Conversión y el Banco de la Nación. La Caja de Conversión tuvo su antecedente en la Oficina de cambios de 1867, fue creada por ley del 6 de octubre de 1890.
La Nación se constituía en única responsable del circulante; simultáneamente otra ley fijaba a los Bancos garantidos un plazo de diez arios para volver a la conversión, pudiendo eximirse siempre que los fondos públicos que respaldaban lo emitido se transfiriesen en propiedad al Estado y se hallaran pagados. Ninguno de los bancos llegó a la conversión de sus emisiones y la Nación tuvo que hacerse cargo de sus compromisos, celebrando arreglos cuya liquidación duró varios años. Tan pronto como se hizo cargo del gobierno, Pellegrini envió al Congreso una serie de proyectos financieros que tenían por objetivo "dar al gobierno y al mercado los elementos que urgente e indispensablemente requieren para salvar su actual situación por medio de una emisión y un empréstito, y proveer al mismo tiempo los medios para eliminar rápidamente este exceso de circulación y aumento de deuda, que en otros casos menos agudos no serán indicados ni aceptados".
Entre esos proyectos circunstanciales y para fines momentáneos, figura la creación de la Caja de Conversión, que tuvo tanta influencia en lo sucesivo para el mantenimiento del equilibrio financiero y como entidad reguladora de la riqueza del país. El proyecto de la creación establecía la Caja "para atender a la conversión y amortización gradual de la moneda de curso legal", incorporando la oficina nacional de Bancos garantidos al nuevo organismo. De ese modo se garantizaban las emisiones recientes de papel moneda y las que se hallaban en circulación desde tiempo atrás; así se fue restableciendo la fe pública comprometida por los abusos e irregularidades cometidas. El senador Absalón Rojas, en su informe sobre el proyecto, lo juzgó así: "Era necesario que cada individuo supiera que el billete, que constituía tal vez su único patrimonio, o su único medio de subsistencia, estaba garantido por valores reales, que aseguraban su conversión y amortización oportuna, y que también su emisión y circulación estaban garantidas por una administración correcta y honrada". Los Bancos nacionales y provinciales, en 1887, antes de la fundación de los Bancos garantidos, habían emitido 85 millones de pesos moneda nacional; al 31 de diciembre de 1890 la cifra había pasado de 251 millones.
Banco de la Nación
El Banco de la Nación Argentina (más conocido como Banco Nación) fue fundado el 26 de octubre de 1891 por iniciativa del Presidente Carlos Pellegrini y mediante la Ley Nº 2.841, comenzando a funcionar el 1 de diciembre de ese año en la sede central ubicada en la ciudad de Buenos Aires.
El banco fue creado debido a que el sistema financiero argentino se encontraba en estado crítico, y en ese momento era necesaria la promoción de la agricultura, la ganadería y diferentes actividades relacionadas con el modelo agro-exportador que se había iniciado en la Argentina a finales del siglo XIX. El anterior Banco Nacional, que había sido fundado por iniciativa de Nicolás Avellaneda en 1872, había entrado en quiebra.
Las exportaciones en aumento fueron uno de los medios efectivos para superar la crisis, pues esa producción era entonces la riqueza real del país, basada en el trabajo y en la fertilidad de la tierra. La catástrofe que obligó al Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires a suspender el servicio de sus cédulas, llevó a la ruina a los pequeños capitalistas, a menores, a viudas y familias humildes.
Pellegrini reorganizo con esa esperanza el directorio en esta forma: presidente, Vicente L. Casares; vocales: Amancio Alcorta, Marco Avellaneda, Juan Blaquier y Francisco B. Madero, personas todas de autoridad moral y de experiencia en los negocios, el comercio y las finanzas. Los esfuerzos de ese directorio no dieron los resultados prácticos esperados.
Mientras tanto las zonas rurales habían aumentado las áreas de siembra y se preveía un aumento de las exportaciones de cereales y de carnes; los inmigrantes que se radicaron en la campaña confiaron en su trabajo y se ofrecieron así perspectivas de superación de la crisis por el incremento de las exportaciones.
Para alentar ese movimiento se sintió la necesidad de crear un Banco vinculado al capital, al trabajo y a la tierra, para extender los beneficios del crédito a las fuentes de producción. Coincidió Carlos Pellegrini con su ministro de hacienda Vicente Fidel López y con Vicente L. Casares en la liquidación del Banco Nacional y en la creación de un instituto nuevo.
En mayo de 1891 envió el poder ejecutivo al Congreso un proyecto autorizando la fundación de un gran Banco que abarcase en su giro la República entera. Sería una entidad mixta y su patrimonio de 30 millones de pesos moneda nacional y 20 millones de pesos moneda metálica. El Banco proyectado pertenecería en esencia a los accionistas particulares con exclusión de toda injerencia del gobierno; así se quería evitar los vicios orgánicos de que adolecieron las entidades bancarias precedentes.
Al mismo tiempo se presentó un proyecto del senador Pizarro sobre la creación del Banco de la República. La comisión de hacienda del Senado, integrada por Absalón Rojas, Carlos Doncel y Emilio Civit, se pronunció el 11 de agosto en favor del proyecto. Se discutió, ampliamente en la Cámara de diputados, se objetó por algunos que el título Banco de la Nación Argentina no correspondía, pues ni era de la nación ni era argentino, ya que se trataba de una institución que se formaría por suscripciones particulares y su directorio sería elegido por los accionistas.
Impuestos internos
Las corrientes proteccionistas, que en Europa y en los Estados Unidos se habían impuesto sobre el librecambismo, tenían ya adeptos en la Argentina y eran propulsadas desde su cátedra en la Facultad de Derecho por Vicente Fidel López, quien había entusiasmado a muchos discípulos, entre ellos, Carlos Pellegrini. La prédica apuntaba a la industrialización del país, a fin de acabar con la dependencia exclusiva de la renta de aduana que el liberalismo habla instaurado como única pauta de enriquecimiento nacional.
Los primeros ensayos de superar la crisis sólo a través de medidas fiscales, conforme a la tradición liberal, fueron reemplazados por medidas proteccionistas aplicadas al desenvolvimiento de industrias manufactureras, a través de un régimen aduanero que obstruía la entrada de artículos competitivos e innecesarios, mientras facilitaba el afincamiento de una incipiente industria nacional.
En apoyo del proyecto de impuestos internos, que proponía Vicente Fidel López, decía el presidente Pellegrini en diciembre de 1890 al Congreso:
"El gobierno no tiene fondos, el Tesoro Nacional está exhausto y el peso de la deuda es enorme, o el Congreso vota los impuestos internos, o el poder ejecutivo suspende todo servicio".
Los impuestos internos tuvieron su origen en la necesidad de la administración pública de superar la bancarrota financiera que siguió a la crisis del 90. Fueron parte de un plan financiero en el que figuraban la fundación del Banco de la Nación Argentina, la aplicación de nuevos derechos a la importación y la duplicación de las tarifas aduaneras para artículos similares a los que se fabricaban en el país.
El objeto de todo ello era crear recursos y como un arbitrio circunstancial se recurrió a gravar con impuestos los consumos viciosos (alcoholes). El proyecto llevaba la firma de Carlos Pellegrini y de Vicente Fidel López, como presidente y ministro de hacienda, respectivamente. En la Cámara de diputados tropezó la idea con una gran oposición y fue vencida la resistencia diciendo que el impuesto era transitorio y que el gravamen era moderado.Decía el mensaje que "en la ley sobre impuestos se castiga las bebidas alcohólicas y la cerveza y no habría razón para eximir de una contribución a las elaboradas en el país. Estas constituyen ya una industria poderosa y floreciente que puede soportar perfectamente un gravamen módico como el que se proyecta".
Se decía, además, que el impuesto interno proyectado era cuatro veces menor que el aplicado en la aduana para el alcohol y nueve veces menor para la cerveza.El ministro de hacienda Hansen decía en 1892:
"La creación de los impuestos internos sobre alcoholes, fósforos, etc., representa una de las iniciativas más fecundas de los últimos tiempos en materia de finanzas nacionales... La competencia de la industria nacional en la producción de vinos, azúcares, alcoholes y cervezas, representa una disminución en la renta, proveniente del derecho de importación de esos artículos, de más de 10 millones de pesos oro por año entre 1889 y 1891, y toda esta suma, se puede afirmar, que ha sido donada a esas industrias".
En la discusión se mencionó, por ejemplo, que las destilerías de alcohol, unas 18 o 20 empresas, repartían dividendos fabulosos, de 50 a 60 %; aunque pagasen los impuestos nuevos, siempre quedarían amplios márgenes de ganancias.
El primer impuesto fue de 7,5 centavos por litro; la cerveza abonaba 5 centavos y una caja de fósforos de 6 docenas, un centavo; los tabacos no se gravaron enseguida, pero se obligó a las cigarrerías a pagar patentes elevadas. En 1891 lo recaudado en concepto de impuestos internos representa dos millones y medio de pesos; en 1892 se duplicó la cifra, y en 1898 alcanzó a 21.500.000 pesos. Pero la elevación de los impuestos produjo disminución en varios rubros imponibles; por ejemplo, en 1891 se producían 45 millones de litros de alcohol, principalmente de maíz; hacia 1898 la producción oscilaba en unos 26 millones.
Victorino de la Plaza era abogado de bancos y como diplomático; residió muchos años en Londres en 1890 fue encargado por el presidente Carlos Pellegrini de la renegociación de la deuda externa del país, en medio de la crisis económica de ese año.
Producida la crisis de 1890, el Banco Hipotecario Nacional entró en liquidación y el presidente Pellegrini, que asumiera luego de la revolución de julio, crea en su lugar el Banco de la Nación Argentina en 1891.
Cédula hipotecaria emitida por el banco nacional en la época de la crisis, estas cédulas se debían vender en la Bolsa de valores y cambiar por pesos moneda nacional , esto llevo a gran especulación que termino con las crisis de deuda de 1890.
Vicente Casares fundó el del Banco Sudamericano en 1888, y a pedidos de Carlos Pellegrini fue el primer presidente del nuevo Banco de la Nación Argentina en 1891, anteriormente habia sido un importante estanciero y fue un pionero en la industria lactea creando la primera industria láctea de la Argentina, con el nombre de La Martona iniciando una nueva forma de manejar todos los aspectos del ciclo de un producto, la leche, en especial en la producción, la industrialización y finalmente la comercialización.Como novedades que introdujo La Martona en el campo de la industria lechera, se dseracaron: el proceso de pasteurización de la leche; el envasado de la manteca en papel sulfurizado, lo que anteriormente se hacía mediante envoltorios de tela o lienzo; también la producción generalizada de dulce de leche respetando los procesos de elaboración según la tradicional receta de la época de la colonia; y las progresivas mejoras que se introducían en maquinarias para el mejor y más higiénico tratamiento de la leche y sus derivados.
El Banco Nacional naufragó con la Banco crisis en 1890 y el flamante banco de Pellegrini banco compró el edificio del antiguo teatro Colón que habia cerrado sus puertas en 1888 con todo su mobiliario, incluidos los empleados. El viejo Teatro Colón, modificado en 1912 cuando se le incluyó una "mansardá " típicamente francesa, fue demolido por el arquitecto Alejandro Bustillo para construir allí la nueva sede en 1937 en estilo monumental edificio neoclásico.
Vicente Fidel López en este período lideró el primer movimiento que propugnó la industrialización del país, cristalizado alrededor del debate sobre una nueva ley aduanera, destacándose por ser el primer parlamentario en cuestionar sin tapujos al librecambismo consolidado. Entre sus argumentos el más novedoso era el de resaltar la necesidad de reducir la dependencia respecto de los mercados extranjeros, esbozando un nacionalismo económico que, a pesar de lograr mayores aranceles a la importación, no encontraría mayor resonancia política hasta mediados del siglo siguiente.
Desde 1890 los cambios impositivos ya no vienen empujados por cambios institucionales. Ahora son cambios económicos, internos e internacionales los que marcarán a fuego el sistema impositivo. que llevaron a unificar su mercado interno e incorporarlo al mundo. Su reflejo tributario llevó a la creación de los impuestos "internos" por oposición a los de Aduana.
La caricatura del Mosquito muestra a Mitre reunido con Pellegrini , luego a a Mitre abrazado a Roca y por último a Mitre con Alem, mostró la falsedad en búsqueda de poder de Mitre dinamitando la Unión Cívica que había salido luego de la revolución del parque
La Unión Cívica se organizó en todo el país y consagró una fórmula para las elecciones presidenciales de 1892 conformada por Bartolomé Mitre y Bernardo de Irigoyen , sin embargo, Julio Argentino Roca, líder indiscutido del oficialista Partido Autonomista Nacional (PAN), acuerda con Mitre una fórmula de unidad nacional entre ambos partidos, encabezada por el propio Mitre.
La proscripción
Como Pellegrini fuese informado de la preparación de un movimiento revolucionario encabezado por Alem, hizo detener en la madrugada del 2 de abril de 1892 a las personas más conocidas del partido radical y conducirlas a bordo del buque de guerra La Argentina; entre los detenidos, además de Alem, figuraban: Liliedal, Castellanos, Leguizamón, Saldías, Barroetaveña, Marcelo T. de Alvear, Martín M. Torino, Juan Posse, Rufino Pastor, Víctor M. Molina y Julio Figueroa. La proclamación del estado de sitio anuló la sentencia favorable en favor de los detenidos del juez Tedín.
Nace la Unión Cívica Radical
El 17 de noviembre de 1892 fue sancionada la carta orgánica de la Unión Cívica Radical, declarando en el preámbulo que era "una asociación política esencialmente impersonal, a cuyas filas pueden ingresar todos los ciudadanos que quieran adherirse a su programa, formado para luchar por el resurgimiento de la vida institucional; que asegure a la patria su paz y su progreso por el cumplimiento honrado de la ley, la pureza de la moral administrativa, el ejercicio efectivo de la soberanía popular y el amplio reconocimiento de la autonomía de los estados y de los municipios, bases fundamentales de nuestro sistema de gobierno y existencia nacional". Así nació el partido Radical.
También declaró en otra resolución que "si los partidos de principios son necesarios en todo el país libre para ase-pirar los beneficios de la civilización, la experiencia nos enseña que la falta de estos partidos en la República, y en especial la de un gran partido que controle los gobiernos, ha influido mucho en los males del país, de donde surge la necesidad de constituir vigorosa y sólidamente el que representamos".
La carta orgánica la firmaban Enrique S. Pérez, Francisco A. Barroetaveña, Lisandro de la Torre, Celestino J. Marcó, Martín M. Torino, Carlos F. Gómez, Damián Totino, Prudencio M. Clariá y otros más.
José Nicolás Matienzo señaló en 1930 cómo al llegar la nueva situación electoral de 1912, la carta orgánica fue olvidada y se proclamó candidato a Yrigoyen sin programa alguno y sin obligación de principios determinados.
Aristóbulo del Valle, que había resultado electo senador nacional por la capital y que se había incorporado al Congreso, renunció a su mandato el 27 de junio en vista de la situación creada; y la escisión de la Unión Cívica llevó a la reunión de dos convenciones; Bernardo de Irigoyen envió una nota al doctor Torrent, presidente de una de ellas, renunciando a la vicepresidencia; la convención designó en su puesto a José Evaristo Uriburu, pero dejó en primer término a Mitre; la otra, presidida por Juan M. Garro, eliminó la candidatura de Mitre y proclamó en su lugar a Bernardo de Irigoyen para la presidencia y a Juan M. Garro para la vicepresidencia.
Se produjeron diversos hechos que echaron leña a la hoguera de la oposición; en Mendoza fue elegido senador Emilio Civit, y Rocha denunció la intervención del gobernador Guiñazú en la elección de Civit, y de él mismo cuatro meses después. Aristóbulo del Valle habló durante tres sesiones en favor de la investigación de los hechos sobre injerencia de las fuerzas nacionales en las elecciones de Mendoza. El senador Alem, que había sido elegido por la capital junto con del Valle, dijo entonces:
"El señor presidente de la República no ha cumplido ante propios y extraños, ni en el orden político, ni en el orden económico, ni el orden administrativo, los solemnes compromisos que contrajo. La misma política de opresión sigue en toda la República", y denunció luego la injerencia de la fuerza de línea en los asuntos políticos de Córdoba, Entre Ríos, Santiago y Catamarca.
Se volvieron tirantes las relaciones y se vio en peligro el acuerdo. Mitre renunció a su candidatura en carta enviada a Roca el 15 de octubre de 1891, diciendo que estaba persuadido de que su nombre había dejado de ser la solución nacional que creyó que era, al aceptar la candidatura, y se adhirió a la política del acuerdo para suprimir la lucha en beneficio del bien común.
"Ya se acerca el momento en que veamos que clase de fierro es este clavo" dice abajo de la caricatura del mosquito del 9 de octubre de 1892 donde se ve a Roca y Mitre modelando la cabeza del nuevo presidente Luis Saenz Peña
La Unión Cívica Radical (UCR) fue fundado el 26 de junio de 1891 por Leandro N. Alem, el 15 de agosto de 1891 en la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical proclamó a Bernardo de Irigoyen como candidato a presidente. Leandro Alem decía por entonces que el programa de la UCR tiene cuatro banderas: libertad política, honradez administrativa, impersonalidad de la coalición y sentimiento nacional.
Pocos días antes de las elecciones, el 2 de abril de 1892, el presidente Carlos Pellegrini denunció falsamente que había un complot radical para tomar el poder y asesinar a los principales líderes oficialistas, inmediatamente decretó el estado de sitio y detuvo a los principales líderes radicales, entre ellos Leandro Alem. En esas condiciones y sin la participación de la Unión Cívica Radical, se realizaron las elecciones del 10 de abril en las que resultó elegido presidente el candidato oficialista Luis Sáenz Peña.
El nuevo presidente Luis Sáenz Peña deberá enfrentar la crisis política que afecta al país por las divisiones interna en la UCR y el PAN.