Hizo imprimir a comienzos de abril por la imprenta de Niños Expósitos la carta del marqués de Casa-lrujo, fechada en Lisboa el 21 de enero, según la cual no había ninguna novedad importante en la situación española y los ejércitos peninsulares se mantenían en sus posiciones.
El 7 de abril reiteró Hidalgo de Cisneros a Joaquín Soria, nuevo gobernador de Montevideo, la vigilancia de las embarcaciones que llegasen a aquel puerto para retener la correspondencia relativa a la gravedad de la situación en España y evitar la difusión de noticias infaustas.
El estado de ánimo general es indicio la incitación que a- hizo en el Cabildo el 25 de abril Tomás Manuel de Anchorena, a fin de qué se tomasen medidas para el caso de que la península se rindiese a los ejércitos invasores. La alarma cundió al saberse la rendición de Gerona y la caída de Almadén. El 8 de marzo de 1810 llegó a Buenos Aires la noticia de los ahorcados en la ciudad de La Paz y el 31 del as mismo mes se tuvieron noticias graves de España.
El 27 de abril, el virrey dirigió una circular nueva de carácter reservado a los gobernadores intendentes, en la que expresaba la esperanza de que las provincias cooperarían en el mantenimiento del orden y la tranquilidad pública y exhortaba a los jefes y funcionarios a poner en acción su celo y amor al rey para salvar de los riesgos amenazantes la parte del patrimonio de la corona que les estaba confiada.
Sabía Hidalgo de Cisneros que no podía confiar en la fidelidad y la obediencia de la capital y procuraba alentar a las provincias para contrarrestar los eventuales acontecimientos subversivos.
El 24 de marzo Hidalgo de Cisneros ordeno a Xavier de Elio que no permitiese la salida de Montevideo de ninguna embarcación procedente de la península a fin de que, si traía malas noticias, no se esparciesen directamente, sino a través de comunicaciones medidas y retaceadas del gobierno.
18 de mayo de 1810
En mayo de 1810 el ánimo de los criollos estaba inflamado de fervor patriótico. Muchos sucesos importantes habían sucedido en los últimos años: la Reconquista y la Defensa durante las invasiones inglesas, la Revolución Francesa, la independencia de los Estados Unidos, las ideas del "Iluminismo", la invasión de Napoleón a España, y poco más atrás en el tiempo el movimiento de los Comuneros de Asunción y de Túpac Amaru. Los criollos comenzaron a comprender que eran capaces de gobernarse solos.
La idea de la Revolución comenzó tomar fuerza en muchos criollos notables. Los primeros pasos comenzaron a trazarse en reuniones secretas que se llevaban a cabo en diversas casas. La consigna corría de boca en boca. Rápidamente la semilla de libertad se expandió por toda la ciudad. Una sociedad secreta integrada, entre otros, por Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Hipólito Vieytes, Agustín Donado, Manuel Alberti, Terrada, José Darragueira, Feliciano Chiclana, Juan José Castelli, Domingo French, Antonio Beruti, Juan José Viamonte y Tomás Guido, organizaba las acciones. Las reuniones se realizaban en la casa de Vieytes, en la de Rodríguez Peña o en la quinta de Orma. Cornelio Saavedra ofreció su contingente armado, los Patricios.
En la mañana del 15 de mayo, el Virrey Cisneros supo, por noticias traídas en el barco inglés "Milestoe" que la Junta de Cádiz estaba a punto de caer en manos francesas. La noticia fue confirmada por los viajeros del "John Parish Robertson", que arribó a Buenos Aires dos días después
El virrey Cisneros no ocultó la verdad y el 18 de mayo, por medio de una Proclama expuso los hechos con claridad y manifestó su voluntad de luchar por Fernando y por la "libertad e independencia " de toda dominación extranjera y alertó también sobre la necesidad de no adoptar ninguna decisión sin consultar a las provincias del interior. Esta proclama no fue suficiente para calmar la inquietud de los vecinos ni de los Comandantes de Armas, algunos de los cuales se reunieron para evaluar los acontecimientos.
19 de mayo de 1810
Los criollos reclaman la realización de un Cabildo Abierto para tratar la situación por la que atravesaba España.
Para lograr ese propósito, Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José Lezica, para que convocara, con anuencia de Cisneros, un Cabildo Abierto. Castelli cumplió idéntica misión ante el síndico procurador Julián de Leiva.
20 de mayo de 1810
Cisneros reunió en la Fortaleza a los jefes militares para pedir su apoyo, pero como éstos se lo negaron, no tomó ninguna decisión. Entonces, los patriotas decidieron que Castelli y Martín Rodríguez se presentaran ante el Virrey para exigirle la reunión de un Cabildo Abierto. Se reunieron con él durante la noche y le reiteraron la necesidad de la convocatoria. Cisneros finalmente aceptó a convocar a los principales vecinos para deliberar acerca de la gravedad de la situación.
21 de mayo de 1810
Algunos vecinos se reunieron en la Plaza Mayor para apoyar la solicitud de un Cabildo Abierto. Se convocó a los vecinos por medio de esquelas a participar del Cabildo Abierto del 22 de mayo. En total se repartieron 450 invitaciones.
22 de mayo de 1810
De los 450 invitados, concurrieron sólo 251, quienes iniciaron la sesión a las 9 de la mañana. El debate se inició con la proclama del escribano del Cabildo, Justo Nuñez, quien aconsejó evitar toda innovación y acatar la autoridad del Virrey. En su discurso, Nuñez también se refirió al peligro que representaba la ambición portuguesa, al señalar "No olvidéis que tenéis a la vista un vecino que acecha vuestra libertad, y que no perderá ninguna ocasión en medio del menor desorden. Tened por cierto que no podréis por ahora subsistir sin la unión de las Provincias interiores..."
Siguió en el uso de la palabra el obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega, quien sostuvo que aún en caso de una pérdida total de la Península, los españoles debían continuar gobernando en América y los criollos sólo podrían llegar a ejercer el poder cuando no quedara ningún español en estas tierras. A continuación habló el doctor Juan José Castelli quien fundamentó los derechos del pueblo de Buenos Aires para ejercer su soberanía y formar un nuevo gobierno en el cautiverio de Fernando VII y la disolución de la Junta Central de Sevilla.
Ruiz Huidobro, en nombre de algunos grupos militares, sostuvo que Cisneros debía cesar en el mando por haber caducado la autoridad que lo nombró. El Cabildo debía reasumir el poder para entregarlo luego a otra persona.
El fiscal Manuel Genaro Villota afirmó que las resoluciones de los vecinos porteños carecían de validez porque no representaban a todo el virreinato.
El presbítero Nepomuceno Solá se mostró partidario de entregar el poder al Cabildo hasta que se reuniera una Junta integrada por diputados de todo el virreinato. Juan José Paso, abogado criollo, sostuvo la necesidad de establecer en Buenos Aires una Junta Gubernativa lo antes posible.
A continuación se decidió votar una propuesta concreta. Entre todas se destacó la proposición de Cornelio Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular. Según sus palabras "No queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando..." Adhirieron a su opinión Castelli, Belgrano, Paso, Moreno y Rivadavia entre otros. El escrutinio se postergó para el día siguiente.
23 de mayo de 1810
El Cabildo del 22 terminó muy tarde en la noche por lo que se decidió escrutar los votos al día siguiente. El recuento arrojó las siguientes cifras: 155 votos por la destitución del Virrey; 69 por su continuación en el mando sólo o asociado.
Los miembros del Cabildo Ordinario Manuel José de Ocampo y el Dr. Tomás Manuel de Anchorena le comunicaron a Cisneros que había cesado en el cargo. Según la mayoría, el cargo debía quedar en manos de una Junta de Gobierno a nombre de Fernando VII.
24 de mayo de 1810
En este día, el Cabildo resolvió nombrar una Junta de Gobierno, conforme al mandato recibido. Esta junta quedó compuesta por: el Virrey Cisneros, el Dr. Juan Nepomuceno Solá, el Dr. Juan José Castelli, Cornelio Saavedra y José Santos de Incháurregui. Queda claro que con la designación de esta Junta se buscó que todos los factores de poder estuvieran representados. Cisneros era funcionario; Saavedra, militar; Solá, clérigo; Castelli, abogado e Incháurregui, comerciante.
A pesar de que el Cabildo determinó la separación del virrey, éste fue nombrado al frente de la Junta por la necesidad de no alarmar a las provincias del interior, ya que el Cabildo era una institución local. Saavedra y Castelli aceptaron este argumento, ya que durante el Cabildo ellos habían sugerido la importancia de consultar a los pueblos del interior.
La Junta juró en la tarde del 24, pero el pueblo porteño comenzó a inquietarse; no quería a Cisneros. En el descontento de los cuarteles, los corrillos en los conventos y los rumores de los comerciantes comenzó a tomar forma la agitación popular.
Los cabecillas del descontento eran Domingo French, Antonio Beruti y otros jóvenes conocidos como chisperos, integrantes de la llamada Legión Infernal.
25 de mayo de 1810
Saavedra y Castelli se plegaron al clamor popular y renunciaron. A su vez los cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey y le aconsejaron a éste imponerse por la fuerza. Para lograrlo consultaron a los jefes militares quienes negaron su apoyo. Mientras se llevaba a cabo esta reunión un grupo de patriotas entró por los corredores del Cabildo y, luego de dar fuertes golpes en la puerta cerrada de la sala, manifestaron que "querían saber de qué se trataba". El comandante Martín Rodríguez tuvo que contener a los más exaltados.
Ante la presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la Junta. Un grupo de jóvenes encabezado por Beruti se presentó en la sala de Acuerdos y dio a conocer la nómina de las personas que integrarían la nueva Junta Gubernativa. Además se pedía que, una vez establecida debería enviarse una expedición de 500 hombres al interior.
Los cabildantes exigieron la ratificación de un petitorio firmado por 400 personas. El síndico Leiva se asomó al balcón y al ver solo a un pequeño grupo de vecinos preguntó: "¿Dónde está el pueblo?", a lo que los patriotas respondieron que se tocase la campana del Cabildo o que se llamara a generala y se abriesen los cuarteles. Sin medios para resistir, los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta Revolucionaria.
Nicolás Rodríguez Peña, fue uno de los miembros de la llamada sociedad de los Siete, círculo clandestino que comenzó a hablar de revolución, a menudo sin precisar exactamente los contenidos políticos y los alcances del término. La sociedad de los Siete se reunía en la casa de Rodríguez Peña o en la jabonería de Hipólito Vieytes
Juan José Lezica fue electo como alcalde de primer voto del Cabildo el 1 de enero de 1810 ,el fue el responsable de la nota llamando a un Cabildo abierto en 22 de mayo por orden y pedido de Cisneros.
El día 24, el cabildo de Buenos Aires fraguando los datos de la elección del Cabildo Abierto del 22 de mayo nombró una Junta, de la cual Cisneros fue nombrado presidente. Sin embargo, mucha gente rechazaba su permanencia en el cargo. Cornelio Saavedra afirmó que esa maniobra no se sostendría: la gente se rebelaría de todas formas, y los soldados desertarían de sus puestos. En consecuencia, la Junta fue disuelta.
En sólo siete meses, su nombre quedó unido a una larga lista de realizaciones revolucionarias: estableció una oficina de censos y planificó la formación de una Biblioteca Pública Nacional; reabrió los puertos de Maldonado (Uruguay), Ensenada y Carmen de Patagones; mediante varios decretos, liberó de las antiguas restricciones el comercio y las explotaciones mineras. Intentó regular el ejercicio del patronato sobre la Iglesia, estableció las ordenanzas militares para los oficiales y cadetes, creó nuevas compañías de voluntarios y organizó la policía municipal.
Fundó y dirigió la Gazeta de Buenos Ayres, el periódico oficial, desde el cual difundió sus ideas. Casi todas las semanas publicaba largas y detalladas notas de gobierno, que reunidas llenan cientos de páginas. Publicó un decreto de libertad de prensa según el cual se podía publicar por la prensa cualquier cosa que no ofendiera la moral pública, ni atacara a la Revolución ni al gobierno.
El Obispo Lue fue singularísimo en este voto. Dijo que solamente no había que hacer novedad con el Virrey, sino que aun cuando no quedase parte alguna de España que no estuviese subyugada, los españoles que se encontrasen en las Américas debían tomar y reasumir el mando de ellas; y que este sólo podía venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese quedado un solo español en él.
Juan José Castelli , era compañero de Belgrano en el consulado y fue uno de los mas activos miembros del sector patriota., formando parte de la delegación que pidio a Cisneros la convocatoria a Cabildo Abierto y ocupo un lugar en las Juntas del 24 y del 25 de Mayo
Después de la primera invasión inglesas Cornelio Saavedra fue elegido como comandante pese a que no era militar de profesión, vocación ni estudio. Primaron su estatus de miembro de la elite capitular, por ser nieto y bisnieto de capitanes, por los vínculos familiares a través de su nuevo suegro, el coronel de los Reales Ejércitos y regidor José Antonio de Otárola y Larrazabal y su capacidad organizativa.