Biografias de Argentina
 
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Santiago Derqui

 
   

Nació en Córdoba, 21 de junio de 1809   fue un político argentino, el primer presidente de Argentina en gobernar el país entero desde la jura de la Constitución. Su breve gobierno —unos dieciocho meses entre 1860 y 1861— acabó con su renuncia al cargo luego de la derrota de la Confederación Argentina en la batalla de Pavón.

Santiago Derqui
 
 

Derqui nació en Córdoba el 21 de junio de 1809, siendo bautizado Santiago Rafael Luis Manuel José María Derqui Rodríguez en honor a su padre y abuelo, militares de origen gaditano. Tras recibir instrucción privada, como era corriente entre las familias acomodadas de la época, realizó estudios superiores en el prestigioso colegio de Monserrat en la misma ciudad. Entre 1826 y 1831 cursó estudios de derecho y filosofía, y el 22 de diciembre de este año se graduó como abogado por la Universidad Nacional de Córdoba. Obtuvo la cátedra de derecho público pocos años más tarde; sería eventualmente también catedrático de filosofía y vicerrector de la Universidad.

   
 
   

Simpatizante de la invasión del general José María Paz a su provincia en 1829, editó el periódico oficialista "El Cordobés". Cuando Paz fue capturado en 1831, pidió en nombre del gobernador interino Mariano Fragueiro por la vida del general, aunque probablemente Estanislao López no lo quería ejecutar. Pero Paz le estuvo muy agradecido, y lo acompañó en la cárcel de Santa Fe, como su principal contacto con el exterior.
Regresó a Córdoba en 1833, y fue elegido legislador provincial; llegó a presidir la legislatura durante la gobernación de José Vicente Reinafé. Intentó la expulsión del obispo Lascano, pero éste se refugió en La Rioja y desde allí lo excomulgó. Pero Derqui ni siquiera respondió.
El 7 de agosto de 1835, el gobernador Reinafé fue depuesto por el congreso de la provincia, acusado junto con su hermano del asesinato del caudillo federal Facundo Quiroga en Barranca Yaco. En su reemplazo la legislatura dirigida por Derqui eligió a Pedro Nolasco Rodríguez, pero su parentesco con los Reinafé y el hecho de que no los persiguiera por el crimen motivó la oposición de Juan Manuel de Rosas; para la formación de un nuevo gobierno fue electo Derqui, quien designaría el tribunal que finalmente condenó a los Reinafé.
La figura de Derqui, un destacado antirrosista que hacia públicas su críticas al gobierno porteño, no satisfizo a Rosas, que deseaba un hombre más afín a su perfil en Córdoba, influyó en la realización de nuevas elecciones para consagrar al coronel Manuel López, alias Quebracho; cuando las fuerzas de éste capturaron a tres de los hermanos Reinafé, Derqui fue acusado de negligencia y complicidad con los asesinos y enviado a Buenos Aires como prisionero.

 
   
 
   

Fue puesto en libertad poco más tarde, y se exilió en la Banda Oriental; fue secretario del gobierno de Fructuoso Rivera, y ejerció el periodismo. Rivera lo designó en 1840 como enviado a la provincia argentina de Corrientes, donde negoció con el gobernador Pedro Ferré la firma de un tratado de alianza contra el centralismo porteño de Rosas.
Se quedó en Corrientes como ministro de gobierno de Ferré, y cuando a mediados de año llegó el general Paz y fue nombrado jefe del ejército de la provincia, ajustó con él sus responsabilidades. Se identificó con el pensamiento federal de Ferré, que centraba la cuestión federal en la navegación de los ríos y la cuestión de la aduana de Buenos Aires.
A principios de 1841 firmó una alianza con el gobernador santafesino Juan Pablo López, que se había pasado de bando a destiempo. Desde abril de 1841, además, editaba el periódico oficialista “El Nacional Correntino”. Asistió como asesor letrado de Paz a la batalla de Caaguazú. En 1842 acompañó a Ferré a Paraná, cuando Paz invadió Entre Ríos, y de quedó en esa provincia como ministro de gobierno del nuevo gobernador, el mismo Paz. Pero como éste tuvo que evacuar la provincia, terminó nuevamente exiliado en Montevideo.

Regresó a Corrientes a fines de 1843, enviado por Rivera a firmar un tratado con los nuevos caudillos unitarios de la provincia, los hermanos Madariaga. Se quedó por segunda vez en Corrientes, dedicado al periodismo político. Tuvo problemas con Juan Madariaga, que pretendía casarse con Modesta García de Cossio, con quien Derqui se casó en 1845, y que le daría su primer hijo al año siguiente. Esta enemistad hizo que el gobernador Joaquín Madariaga lo alejara de la provincia en sucesivas misiones diplomáticas: firmó una alianza con el presidente paraguayo Carlos Antonio López, y gestionó el Tratado de Alcaraz con el gobernador entrerriano Justo José de Urquiza. Se refugió en Brasil después de la derrota de batalla de Vences, y luego regresó a Montevideo

 
   
 
   

En 1852, tras la caída de Rosas y la firma el 31 de mayo de ese año del acuerdo de San Nicolás, Urquiza asumió como líder provisional de la Nación. Sin embargo, la provincia de Buenos Aires no ratificaría el tratado, lo que llevó a su separación de la Confederación.
Urquiza, a cargo de las relaciones exteriores de la Confederación, envió a Derqui en misión especial al Paraguay. Fue delegado por Córdoba al congreso constituyente de Santa Fe en 1853, del cual ocupó la vicepresidencia, y fue uno de los signatarios de la Constitución Nacional Argentina.
En 1854 fue designado para la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública por Urquiza; poco más tarde pasaría a ocupar la de Interior, en la que permanecería durante todo el gobierno de Urquiza. Desarrolló una actividad intensa y de corte fuertemente ilustrado, promoviendo la creación de colegios, la apertura de una imprenta en la Universidad de Córdoba, reglamentando la enseñanza y la educación de los indígenas, nombrando la comisión encargada de la redacción unificada de los códigos jurídicos nacionales, instituyendo la primer Corte Suprema de Justicia de la Nación y proyectando la construcción de una línea ferroviaria hasta Santiago de Chile.
Fue además enviado con frecuencia como interventor a las provincias, donde su prolongada acción le había granjeado conocidos. Fue interventor federal en Santa Fe en 1856 y en la provincia de San Juan dos años más tarde, para solucionar la crisis iniciada con el asesinato del caudillo Nazario Benavídez, y que desemboacaría en la guerra con Buenos Aires, que culminó en la batalla de Cepeda y el Pacto de San José de Flores. Por su vigor y lealtad —pese a no contar con el carisma personal de los caudillos de la época— Urquiza lo prefirió a Mariano Fragueiro y Salvador María del Carril como candidato a su sucesión. En 1860 fue electo como sucesor de Urquiza, y asumió la presidencia el 5 de marzo de ese año, acompañado por el general Juan Esteban Pedernera.

 
   
 
   

El panorama de aparente concordia en el que asumió Derqui resultó sólo aparente. Las relaciones con Buenos Aires, en las que éste había desempeñado un papel fundamental como ministro de Urquiza, no eran malas. Bartolomé Mitre, quien había sido electo gobernador por esas fechas, negoció con Derqui las modificaciones a la constitución deseadas para reincorporar la provincia a la Confederación. Sin embargo Urquiza, ahora gobernador de Entre Ríos a cargo de las fuerzas armadas, se resistió a lo que consideró cesiones excesivas a los intereses porteños, y entabló negociaciones independientes con Buenos Aires. Las reuniones trilaterales del 9 de julio de ese año entre Derqui, Urquiza y Mitre para celebrar el aniversario de la Independencia resultaron extremadamente tensas.
Sin embargo, el 18 de octubre de 1860 Derqui promulgó la Constitución modificada según los deseos de Buenos Aires; tres días más tarde el Congreso de la provincia la jura, y se establece el nombre de República Argentina para el país en su conjunto. A cambio del apoyo de Mitre Derqui avaló la creación de sucursales del Banco de la Provincia de Buenos Aires en el interior y el empleo de la moneda porteña en la aduana, la principal fuente de ingresos de la ciudad porteña y un bien codiciado por el gobierno nacional.
Urquiza se entrometía constantemente en las cuestiones de gobierno, y Derqui decidió que, para poder hacer una política autónoma, sólo podía contar con un aliado poderoso: el gobierno porteño. Por eso permitió a éste retener el control de la aduana de Buenos Aires por varios años más, y sostener un ejército autónomo.
Urquiza también se esforzó por atraerse a los porteños para mantener su control del gobierno federal, y él también intentó acercarse a Mitre.
El 16 de noviembre las relaciones con Buenos Aires volvieron a tensarse por la rebelión en la provincia de San Juan, liderada por Antonino Aberastain, que culminaría con el asesinato del gobernador José Virasoro; Domingo Faustino Sarmiento, ministro de Mitre, no sólo financió y organizó la revolución, sino que aplaudió el asesinato en la prensa. Derqui designó al gobernador de la provincia de San Luis, el general Juan Saá como interventor. Saá rodeó a los amotinados en la batalla de Rinconada del Pocito, el 11 de enero de 1861 y los redujo; Aberastain, antes de ser fusilado, implicaría a Sarmiento.
A principios de 1861, el gobernador cordobés Mariano Fragueiro derrotó una revolución en su contra, pero la provincia quedó envuelta en el caos. Derqui decidió intervenir el gobierno de la misma, y se trasladó él mismo a Córdoba. Fue el único caso de una intervención federal dirigida por un presidente en la historia argentina.

 
   
 
   

El clima de hostilidad dominó la elección de los delegados porteños a la nueva convención constituyente, en la que se empleó la ley provincial, pese a haberse promulgado normativa nacional para la misma. El gobierno de Derqui declaró nula la elección y convocó a una nueva, pero Mitre se negó a acatar la medida. Urquiza negó su apoyo al presidente, con lo que las relaciones con Buenos Aires se paralizaron. Derqui declaró a la provincia en sedición, y el resultado casi inmediato fue la reanudación de las hostilidades.
Estando en Córdoba, el presidente organizó un ejército en esa provincia y encargó a Urquiza que reuniera la caballería y la artillería del litoral. Igualmente, el presidente intentó seguir negociando, mientras Urquiza negociaba por su parte. Poco antes de la batalla, Derqui decidió reemplazar a Urquiza por Saá como comandante en jefe del ejército de la Confederación, pero por el momento debía apoyarse una vez más en el entrerriano. Cuando se enteró, Urquiza se sintió traicionado por el presidente, como si éste no pudiera elegir al comandante del ejército. El sistema de los caudillos se había metido impropiamente en un asunto nacional.
El 17 de septiembre de ese año Mitre avanzó con más de 15.000 hombres contra las fuerzas ligeramente superiores y mejor equipadas de Urquiza en la batalla de Pavón. La caballería confederada arrasó con el frente del ejército porteño, pero gracias a una hábil estrategia la columna central de la infantería porteña se hizo con gran parte de la artillería de sus oponentes y soportó la embestida. La batalla estaba ún indecisa cuando Urquiza, juzgando demasiado alto el precio a pagar por la victoria, se replegó, dejando a los porteños momentáneamente dueños del campo.
Sin caballería, Mitre tuvo que replegarse a San Nicolás de los Arroyos, con lo que el campo de batalla quedó en manos federales; pero Urquiza cruzó el río Paraná con sus tropas y se encerró en Entre Ríos. El gobierno nacional y el presidente Derqui quedaron así abandonados.

 
   
 
   

Algunas semanas más tarde, el ejército de Mitre avanzó hacia el interior, deponiendo al gobernador de Santa Fe y masacrando a las fuerzas federales en Cañada de Gómez; el avance no se detendría hasta dominar todo el interior del país, lo que llevaría a la deposición de ocho gobernadores legítimamente electos.
El 5 de noviembre, Derqui embarcó hacia el Uruguay en el buque inglés Ardent; nunca firmó una renuncia, apenas una carta personal a Pedernera, en la que le pedía que arreglara con Urquiza y revirtiera la situación. Pero era demasiado tarde; Entre Ríos y varias provincias más desconocieron la autoridad del gobierno nacional y delegaron las funciones de éste en Mitre. Pedernera declaró disuelto el gobierno nacional el 17 de diciembre.
Vivió humildemente en Montevideo hasta 1864; las estrecheces que pasó indujeron al Canciller del gobierno de Mitre, Rufino de Elizalde, a ayudarlo a regresar a Corrientes. Cuando el mariscal Francisco Solano López invadió por sorpresa la ciudad en abril de 1865, Derqui se negó a prestarle apoyo, lo que lo llevó a la cárcel brevemente. Cuando la ciudad fue reconquistada por las tropas argentinas, volvió a la cárcel por sospechoso de haber colaborado con la invasión. Al salir, se encerró en su casa para siempre.
El 5 de noviembre de 1867 murió en Corrientes en la pobreza más extrema; sea por enemistad personal con el obispo de la diócesis, el mismo Benito Lascano a quien había expulsado de Córdoba 37 años antes, o por la imposibilidad de sufragar los gastos del funeral, sus restos permanecieron varios días insepultos hasta que una moción popular logró que se le enterrase en el cementerio de Corrientes. Actualmente sus restos descansan en la Parroquia La Santísima Cruz de los Milagros, en Corrientes (Capital).
Era un hombre muy capaz y tenaz, y que muchas veces lograba lo que se proponía. Pero sus costumbres lo hacían aparecer como un holgazán, al punto que a veces despachaba sus asuntos desde la cama. Por lo menos, eso se dijo en su época.
De inclinaciones liberales, era un federal convencido, que buscó con tenacidad la unión del país y la paz. Pero éstas no eran ya posibles; finalmente todos le echaron la culpa del fracaso y nadie lo defendió. Los dos bandos culparon por la guerra iniciada en Pavón quien más había tratado de evitarla, el presidente Derqui.

 
 
 
       

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