Sarmiento en Estados Unidos de Norteamérica


En esa época, los EEUU empezaron a crecer territorialmente. Y comenzó a evidenciarse la rivalidad entre el norte y el sur que culminaría con la guerra de la secesión norteamericana entre la Confederación sureña y la Unión. Años después, Sarmiento volvió a este país y se encontró con una nación que respetaba la libertad de expresión.

En esa época, los Estados Unidos crecían territorialmente. Durante las primeras dos décadas del siglo pasado habían comprado Luisiana a Francia, y La Florida a España. La incorporación del antiguo estado mexicano de Texas se produjo en 1845. Un año después se agregó Oregón de manos de Inglaterra. En 1848, terminó la guerra con México, y los EEUU recibieron de ese país unos tres millones de kilómetros cuadrados en Nuevo México y California. Allí se descubrió oro. El regreso de Sarmiento a Sudamérica coincidió con la fiebre del oro norteamericana.

Cuando se unió Texas, ya estaba planteada la rivalidad entre el sur esclavista y el norte abolicionista o antiesclavista. El sur -dominado por una aristocracia terrateniente-, tenía una actividad económica basada principalmente en las plantaciones de algodón y tabaco. En el norte, en cambio, predominaban las actividades comerciales, financieras e industriales.

La campaña abolicionista se inició por temor a que la incorporación de nuevos territorios esclavistas aumentaran la representación de los intereses agrarios en el Congreso. En 1860, el candidato republicano Abraham Lincoln ganó las elecciones al oponerse a la esclavitud.

Al conocerse el resultado electoral, Carolina del Sur, junto con otros diez estados, se separó de la Unión. Poco después, comenzó la Guerra de secesión norteamericana (1861-1865) entre la Confederaión sureña y la Unión.

Sarmiento volvió a los Estados Unidos como diplomático. Y llegó poco después de que terminara la guerra con el triunfo de los unionistas del norte. 

En ese país, encontró una sociedad donde se respetaba la igualdad ante la ley y la libertad de expresión. Sus productos industriales se basaban en pocos modelos que se hacían cada vez mejores. Existía un fuerte mercado interno que consumía los artículos que se conocían por los avisos publicados en los periódicos.

Allí también conoció a Horace Mann, que difundió la enseñanza popular. En adelante, para Sarmiento, la educación popular no será sólo la "educación del soberano" (el pueblo). Sino también, un instrumento de unión entre las clases sociales.

En los Estados Unidos encontró Sarmiento una sociedad en movimiento, una república representativa cuya base popular no dejaba de ensancharse, pese a la lacra de la esclavitud. Las formas contractuales, muy diferentes de los ensayos ilusorios que había criticado en Facundo, se sostenían en la política y en la sociedad. Mostraban un asociacionismo cívico y social, avanzaban sobre territorios vírgenes, erigían municipios con escuelas, periódicos e iglesias, organizaban empresas que ofrecían al público numerosos productos. Los Estados Unidos estaban surcados por vapores, ferrocarriles y la red invisible del mercado; la publicidad llevaba los productos del ingenio humano hasta el confín de un territorio, en el cual las poblaciones indígenas eran acorraladas o aniquiladas; y todo ese proceso, de arrogante conquista de la naturaleza, estaba coronado por escuelas públicas, construidas con el apoyo de la legislación, que transmitían los principios básicos de la instrucción popular. Descubrió Sarmiento en los Estados Unidos una cultura de pioneros y educadores, conoció a Horace Mann.
Se dejó deslumbrar por el tamaño de los hoteles, por la manera de vestir, por la independencia de la mujer soltera.

Sobre Nueva York Sarmiento escribio en su libro Viajes "Nueva York ... es la ciudad menos americana en su fisonomía. Los cerdos son personajes obligados en las calles y nadie les disputa sus derechos de ciudadanía...

 

Calle de Broadway ee la ciudad de Nueva York en 1840.