Gobernadores del Tucumán

Al iniciarse el siglo XVII, la gobernación de Tucumán comprendía las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba, con una extensión total de unos setecientos mil kilómetros cuadrados y ocho ciudades: Jujuy, Salta, Madrid de las Juntas, Talavera o Esteco, La Rioja, San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba, esta organización duro hasta el inicio del Virreinato del Rio de la Plata.

Gobernadores de Tucumán

En este vastísimo territorio vivían unos setecientos españoles y alrededor de cincuenta mil indios. Los pobladores españoles se concentraban en las ocho ciudades, que no eran en realidad más que simples aldeas, y en sus alrededores. Hubo largas luchas contra los indios calchaquíes, muy aguerridos, y contra otras tribus. Los diaguitas eran más mansos y estaban obligados a trabajar para los españoles, los cuales no se querían «degradar» realizando trabajos agrícolas o de artesano. Los negros esclavos eran pocos.

Francisco de Aguirre (1564-1571)

Conquistador nacido en Talavera de la Reina (Toledo). En 1517 fue alférez en las guerras de Italia y en 1527 participó en el saqueo de Roma. En 1536 pasó a América y en Perú luchó con Pizarro contra Almagro. En 1540 acompañó a Valdivia en la conquista de Chile. En 1553 entró en los valles calchaquíes para disputar sus territorios a Juan Núñez del Prado, quien había fundado la ciudad del Barco en 1552; lo derrotó e hizo prisionero y repartió 46.000 indios entre 56 encomenderos españoles. Luchó contra los indios sublevados y en mayo de 1553 trasladó Barco media legua más arriba para evitar las inundaciones. Así se fundó la ciudad de Santiago del Estero, centro de la gobernación de Tucumán. Volvió a Chile y en 1561 fue nombrado gobernador de Tucumán, haciéndose cargo en 1564. Sometió a las tribus hostiles y decidió construir una nueva ciudad sobre las ruinas de Cañete, que había sido fundada en 1560 por Pérez de Zorita. Con ese fin envió a su sobrino, Diego de Villarroel, a que fundara San Miguel de Tucumán en 1565. Aguirre murió en La Serena (Chile) en 1580.

Jerónimo Luis de Cabrera (1571-1574).

De noble abolengo, nació en Sevilla, hijo de un maestre de campo y de María de Toledo, de la casa de los duques Alba. Llegó a América en 1538 con su hermano Pedro de Cabrera, conquistador de Perú. En 1549 alcanzó en el Cusco el grado de maestre de campo, luchando contra los indios de Ica, Pisco y Nazca. También en el Cusco, contrajo matrimonio con Luisa Martel de los Ríos, viuda del conquistador Garcilaso de la Vega. Fue corregidor de Potosí. El virrey de Perú Francisco Toledo lo designó gobernador de Tucumán, en 1571, por el término de cuatro años. Entró en Santiago del Estero el 19 de julio de 1572. Organizó una expedición contra los indios comechingones, en junio de 1573, con cien soldados españoles, cuarenta carretas, mil caballos, vacas, ovejas, cerdos, etcétera. En su marcha descubrió más de seiscientos poblados indígenas y, a orillas del río Suquía (Primero), fundó la ciudad de Córdoba (6 de julio de 1573). Siguió su marcha en busca del Atlántico y llegó al Paraná, hasta las ruinas del fuerte Sancti Spiritu, que había fundado Caboto en 1528, donde estableció Puerto Luis y se encontró con Garay, el fundador de Santa Fe. Regresó a Córdoba y estaba preparando una expedición a Jujuy cuando Gonzalo de Abreu, quien había sido designado con anterioridad gobernador de Tucumán, llegó a Santiago del Estero. Abreu tomó prisionero a Cabrera y lo hizo ajusticiar por garrote, en un pilar de su propio lecho, sin dejarlo despedirse de sus familiares (17 de agosto de 1574).

Gonzalo de Abreu y Figueroa (1574-1580).

De noble familia, nació en Sevilla. En 1570 el rey Felipe II lo designó gobernador de Tucumán. Tardó tres años en llegar a su destino; en Perú se enteró de que el Consejo de Indias tenía el propósito de dejar sin efecto su designación y confirmar a Cabrera en el cargo que ocupaba por nombramiento del virrey del Perú. Con una numerosa comitiva llegó a Santiago del Estero en agosto de 1574 e hizo aprisionar y ajusticiar sumariamente a Cabrera, acusándolo de conspirar contra el virrey. Cometió una serie de abusos y crímenes que lo rodearon de una permanente aureola siniestra. Dispuesto a efectuar varias expediciones militares contra los indios y reconquistar el valle de los calchaquíes, llamó a las armas a los habitantes de la provincia, pero una vez en marcha fue atacado por los indios y perdió la mayor parte de su tropa. Salvó su vida en esa ocasión por casualidad. En 1578 organizó una «entrada» para buscar la mítica e inexistente Ciudad de los Césares y marchó, dejando en San Miguel de Tucumán solamente 18 soldados, las mujeres y los niños. Los indios de la zona decidieron exterminar a estos reducidos grupos de españoles y, al mando del gigantesco y temible cacique Galuan, atacaron el poblado. El teniente gobernador Gaspar de Medina despertó al ruido de olcos y diaguitas y, al ver al cacique Galuan, se arrojó sobre él y lo mató. Los indios huyeron y se salvó el poblado (28 de octubre de 1578). Al conocerse en España, en 1577, la ejecución de Cabrera, fue designado gobernador Hernando de Lerma, quien en junio de 1580 se presentó en Santiago, apresó a Abreu y ordenó que se le aplicasen horribles tormentos, a consecuencia de los cuales murió, en febrero de 1581.

Hernando de Lerma (1580-1584).

Nacido en Sevilla y licenciado en Salamanca, fue nombrado gobernador de Tucumán en 1577, a los 27 años de edad. Arribó en junio de 1580 a Santiago del Estero, donde mandó prender al gobernador Abreu. Fundó la ciudad de Salta, en abril de 1582. En ese mismo año se creó la diócesis de Tucumán y fue nombrado obispo el dominico portugués Francisco de Victoria, hombre carente de escrúpulos, que hacía negocios de contrabando de géneros flamencos y de esclavos de Guinea. Lerma entró en conflicto con el obispo y le mandó decir que «iba a ahorcarlo en un algarrobo por sus actividades». El obispo decidió suspender los servicios religiosos como respuesta y huyó a Lima. Las denuncias del obispo contra el gobernador decidieron a la Audiencia de Charcas a enviar un visitador, Arévalo Briceño, quien apresó a Lerma y lo llevó a Charcas, en 1584. Enviado preso a España, murió en la cárcel en Madrid, en 1588, antes de que la causa finalizara. Algunos historiadores defienden al obispo Victoria y afirman que estuvo sometido al despotismo de Lerma y que invirtió sus ahorros en adquirir una nave para traer mercancías de Brasil a fin de hacer frente a las necesidades de su diócesis.

Juan Ramírez de Velasco (1586-1593).

Nacido en la Rioja española, de familia noble, fue sobrino de Luis de Velasco, virrey de México. Luchó en las campañas de Italia, Flandes y Portugal, durante doce años, y realizó doce viajes a las Indias. Después de treinta años de servicios a la Corona, en 1584 el rey lo nombró gobernador de Tucumán. Embarcado con su esposa, tres hijos y la servidumbre, llegó a Santiago del Estero en julio de 1586. Realizó una expedición para someter a los calchaquíes con cien soldados españoles y seiscientos indios adictos. Mandó fundar, en el valle de Londres, la ciudad de La Rioja (mayo de 1591); después fundó Jujuy (abril de 1593). Lo acompañó en estas expediciones su amigo, el poeta sevillano Mateo Rosas de Oquendo Ramírez de Velasco entregó el mando a su sucesor, Fernando de Zárate, en mayo de 1593. En 1596 asumió el mando de nuevo y murió en Santa Fe, en 1598.

Fernando de Zárate (1593-1595)

Caballero de la Orden de Santiago, sucedió en el cargo de gobernador de Tucumán a Ramírez de Velasco a mediados de 1593 y, al mismo tiempo, gobernó el Paraguay y el Río de la Plata. Envió socorros a Buenos Aires, amenazada por los ataques ingleses. El hecho de tener tres gobernaciones a su cargo le demandó un gran esfuerzo físico, al obligarlo a realizar largos viajes; en 1595, al cabo de dos años de eficaz administración murió.

Pedro de Mercado y Peñaloza (1595-1600).

Fue el séptimo gobernador de Tucumán. Durante su gobierno tuvo que hacer frente a varias sublevaciones de indios calchaquíes y diaguitas.
Pacificó a los indios del valle de Humahuaca, a. quienes logró someter sin necesidad de combatir. Los calchaquíes atacaron las ciudades de Tucumán y Salta, matando a muchos residentes españoles y a un misionero franciscano. Mercado los venció y exterminó a muchos de ellos. Sofocó también una sublevación de diaguitas en La Rioja.

Francisco Martínez de Leiva (1600-1602).

Caballero de la Orden de Santiago, nacido en Leiva (Burgos). Era hijo del capitán Juan Martínez de Leiva, que pereció a manos de los araucanos en Chile, en 1601. Llegó a Buenos Aires al mando de un grueso contingente de soldados con destino a Chile, donde luchó contra los araucanos. Asumió la gobernación en el año 1600 y murió en Santiago del Estero en marzo de 1602.

Francisco de Barrasa y Cárdenas (1603-1605).

Fue gobernador interino de Tucumán, nombrado por el virrey de Perú. Redactó un memorial, fechado en marzo de 1605, dando cuenta del recorrido efectuado por algunos pueblos de su gobernación. Entregó el mando a fines de 1605.

Alonso de Rivera (1606-1611).

Militar nacido en Andalucía, se distinguió en las campañas de Italia y Flandes. En agradecimiento a sus servicios, el rey Felipe III lo nombró gobernador de Chile en 1601-1605 y en 1612-1617. En 1604 fue suspendido como gobernador de Chile por haberse casado con una mujer nativa, sin pedir permiso. Como compensación, fue después nombrado gobernador de Tucumán; entró en Santiago del Estero, capital de su gobernación, en abril de 1606.
Dispuso que se realizase un censo de los portugueses y otros extranjeros residentes en el territorio de su gobernación. Fundó, en mayo de 1607, en el valle Calchaquí, la ciudad de San Juan de la Rivera de Londres y refundió las antiguas Madrid de las Juntas y Talavera del Esteco en una sola ciudad, bautizada con el nombre de Talavera de Madrid; sin embargo, ninguno de estos poblados sobrevivió. Tuvo conflictos con el obispo de Córdoba, Trejo y Sanabria, quien lo excomulgó.
El gobernador imploró el perdón y lo obtuvo. Dejó el cargo de gobernador de Tucumán en abril de 1611. En marzo de 1612 pasó a Chile, para asumir el gobierno por segunda vez. Aquejado de sífilis, murió en Santiago de Chile el 9 de marzo de 1617.

Luis de Quiñones Osorio (1612-1619).

Nacido en Valladolid, pasó a Perú, donde fue oficial de la Real Audiencia de Potosí, durante más de diez años. Designado gobernador de Tucumán, asumió su cargo en abril de 1611. Fundó el colegio jesuita de Santiago del Estero y el colegio de La Rioja (1622). Limitó las matanzas de ganado y su exportación a Perú, buscando aumentar la cabaña existente (1614). Murió en Santiago del Estero en 1622.

Juan Alonso de Vera y Zárate (1619-1627).

Hijo del adelantado del Río de la Plata, Juan de Torres Vera y Aragón, y de Juana Ortiz de Zárate. Nació en Chuquisaca, en la actual Bolivia, y prestó sus primeros servicios a la edad de catorce años, bajo la protección de Fernando de Zárate, gobernador de Tucumán y del Río de la Plata. En esa época, 1594-1595, marchó a Buenos Aires con sus armas y caballos y figuró entre de los primeros en atacar a los ingleses que intentaban tomar ese puerto. Por tales acciones, en 1597 le fue otorgada una encomienda de indios charrúas. Se casó en Chuquisaca con María Figueroa, en 1602, y en 1607 viajó a España para presentar al rey Felipe Ill la información de méritos de sus antepasados. En 1610 fue nombrado adelantado del Río de la Plata y en 1615, gobernador de Tucumán. En el transcurso de su viaje al Río de la Plata, su nave fue apresada por piratas holandeses, frente a la costa de Brasil. Después de muchos contratiempos, logró arribar a Buenos Aires en 1619 y, de inmediato, pasó a Córdoba y a Santiago del Estero, capital de su gobernación, donde asumió su cargo. Durante su gobierno, el obispo Trejo fundó la universidad en el colegio de los jesuitas de Córdoba (1622); así mismo, el primero de mayo de 1623, una inundación causó graves daños en Córdoba.

Organizó una expedición militar para ayudar a Buenos Aires, atacada por los holandeses. En 1627, cuando faltaban tan sólo unos pocos meses para que se cumpliesen diez años de su eficaz gobierno, entregó el mando a Felipe de Albornoz. Poseía grandes estancias en Santa Fe, Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y el valle de Salta. Murió en Charcas, el 23 de julio de 1633 y, según la descripción de una crónica de la época, su cuerpo yacente estaba vestido con el hábito blanco de la Orden de Santiago, calzadas botas y espuelas, rodeado por su viuda, sus dos hijos, varios frailes y el enano Diego de Vildósola y Alcázar, que le había servido fielmente durante once años.

Felipe de Albornoz (1627-1637).

Nacido en Talavera de la Reina, pertenecía a una ilustre familia; era hermano del arzobispo de Toledo, Pedro Gil de Albornoz, también cardenal y gobernador de Milán. Pasó su niñez en la corte, como paje de Felipe II. El rey Felipe IV le confirió la gobernación de Tucumán en reemplazo de Juan Alonso de Vera y Zárate. Asumió el mando el 11 de junio de 1627 con una desafortunada actitud que desató la rebelión de los indios. Era costumbre de los indios amigos de los españoles dar la bienvenida a las nuevas autoridades en la persona de sus caciques principales. Cuando se presentó la delegación de los calchaquíes para agasajar al nuevo gobernador, éste les mandó azotar y cortar los cabellos. Esta afrenta despertó la indignación de los indios y el cacique Chelemín, cuyo hijo había sido una de las víctimas, se puso al frente de los calchaquíes que sitiaron las poblaciones españolas, devastaron sus sembrados, se llevaron sus ganados, incendiaron los campos y tomaron cautivos a mujeres y niños. Ésta fue la primera sublevación calchaquí (16301635), larga y terrible lucha que se prolongó con distintas alternativas hasta el año 1666. El capitán Alonso de la Rivera, que estaba a cargo de la defensa de las ciudades de Jujuy, Salta y Esteco, y el general Jerónimo Luis de Cabrera, con la ayuda de los refuerzos enviados desde Perú por el virrey conde de Chinchón, lograron al fin sofocar esta gran sublevación.

En cartas al rey, el gobernador Albornoz le da cuenta de los desmanes cometidos por los indios del valle Calchaquí y del severo castigo que tuvo que aplicarles. Una de las primeras víctimas del furor de los indígenas fue el padre mercedario Antonio Torino, nacido en La Rioja argentina, quien se ocupaba de la evangelización de los indios atiles y calchaquíes, a los que había tratado de alejar del vicio de la bebida, llegando a romper las vasijas en que guardaban la chicha. Cuando estalló la rebelión, el padre Torino no quiso abandonar la reducción y fue invitado por los indios a participar en una gran borrachera colectiva. El severo sacerdote, armado de un palo, comenzó a romper las vasijas de chicha, como era su costumbre. Esta actitud enardeció a los indios que lo desnudaron, colgaron de un algarrobo y lo despedazaron, reuniendo su sangre para sus ritos, en sus propios hábitos. Esto sucedió en el año 1628. Jerónimo Luis de Cabrera envió al lugar a dos capitanes, con sus respectivas compañías de arcabuceros y ahorcaron a siete de los indios directamente responsables del crimen. Uno de los encomenderos del gobernador, Juan Ortiz de Urbina, fue muerto junto con su mujer por los indios, quienes por la misma fecha se llevaron cautivas a sus tres hijas. Los indios se negaron a servir a los españoles y «saliendo a los caminos reales, doblando la cordillera hacían diferentes muertes y robos en las estancias de los alrededores». El gobernador termina su carta al rey expresando que convocó a los vecinos feudatarios de esta provincia, reuniendo doscientos hombres para el castigo de los rebeldes. Esta carta lleva la fecha del 7 de septiembre de 1631. Albornoz terminó su mandato en 1632 pero como su reemplazante Diego Fernández de Oviedo murió en Potosí antes de asumir el cargo, continuó ocupando el cargo de gobernador hasta 1637, año en que regresó a España, donde murió en 1650.

Entre los cargos que se le hicieron a Albornoz en el juicio de residencia a que fue sometido, figuraba el de no haber visitado, personalmente, la provincia durante todo el tiempo que duró su gestión; haber sacado una partida de mil mulas de la ciudad de Córdoba con destino a Perú en su provecho; haber nombrado como tenientes generales a varios parientes suyos; haber abierto una acequia sin pedir permiso al rey; y haber nombrado corregidores y administradores de los pueblos de indios, en contravención de cédulas y ordenanzas, en Esteco, La Rioja y Salta.

Durante su gobierno, en 1632, se levantó el Fuerte del Pantano, en La Rioja, a cuarenta kilómetros de Aimogasta, en el actual departamento de Arauco, para reprimir los permanentes alzamientos calchaquíes. Los restos de sus torreones y paredones de barro todavía se conservan en un páramo, azotados por el incesante viento que sopla por el cauce seco del Salado. El fuerte vigilaba la ruta que va desde La Rioja hasta Tinogasta (Catamarca), la cual arranca de la ciudad del Velasco, por la quebrada y dique Los Sauces, cruza el valle y la cuesta del Guaco, atravesando los pueblos de la costa del Velasco, para llegar a Aimogasta, la tierra de los olivares. Durante un siglo, hasta 1730, mantuvieron los españoles esta atalaya, en medio de un desierto de arena, batido por los vientos. En 1730 fue abandonado por la guarnición española y la población indígena que vivía en sus alrededores se instaló tres leguas más abajo del actual caserío llamado Bañados del Pantano. Los restos del fuerte se perdieron en el olvido hasta que, en 1914, el arqueólogo sueco Eric Boman dio cuenta de su existencia. Julián B. Cáceres Freyre publicó, en 1932, un bien documentado trabajo sobre el viejo fuerte, el cual en 1967 fue declarado monumento histórico nacional. Estas venerables ruinas están consideradas como la construcción militar española más antigua, que aún se conserva en parte, de cuantas se levantaron en territorio argentino.

Francisco de Avendaño y Valdivia (1637-1642).

Nacido en Concepción (Chile), hijo de uno de los primeros conquistadores de Chile y de Beatriz de Valdivia. Desde joven luchó contra los araucanos y después de treinta años de servicios alcanzó el grado de general. En 1631 pasó a España, donde ingresó en la Orden de Santiago (1636) y fue nombrado gobernador de Tucumán. Asumió ese cargo en junio de 1638. Halló la provincia muy agotada por las guerras con los calchaquíes. Gobernó interinamente Buenos Aires, mientras el titular, Mendo de la Cueva, luchaba contra los indios en Santa Fe. Regresó a Córdoba muy enfermo y allí murió, el 11 de octubre de 1641.

Baltasar Pardo de Figueroa (1642-1644).

Nacido en Galicia, hijo del gobernador de esa provincia, sirvió en la marina y en 1637 capturó un navío frente a las costas francesas. Pasó a Perú con el virrey Pedro de Toledo, quien lo designó gobernador de Tucumán, en 1642. Al frente de un ejército, en el que figuraban destacadas personalidades de la provincia, marchó hacia Buenos Aires, que se hallaba amenazada por una invasión portuguesa desde Brasil. Desaparecido el peligro, regresó a Tucumán. Dejó el mando en 1644.

Gutierre de Acosta y Padilla (1644-1650).

Asumió el cargo en 1644 y estimuló las misiones, para reducir a los indios de Sana-gasta. Como éstos se rebelaron, los trasladó a Pichana (Córdoba). Luchó contra los calchaquíes. Redujo los pueblos de Santiago. Dejó el gobierno en 1650 y murió en la provincia, en la mayor pobreza.

Francisco Gil de Negrete (1650-1651).

Maestre de campo nacido en España; por merced del duque de Parma gozó sueldo de soldado desde los seis años de edad. En 1597 comenzó sus servicios militares en Flandes, donde tomó parte en el sitio de Ostende. En 1605 llegó con su padre, de igual nombre y apellido, a Santiago de Chile, y fue corregidor de La Serena y Atacama y gobernador de Valdivia. Asumió la gobernación de Tucumán en 1649 y se ganó el respeto de los indios calchaquíes, los cuales acudieron a saludarlo a Santiago del Estero. Murió el 13 de junio de 1651, en la sede de su gobernación.

Roque Nestares Aguado (1651-1655).

Nombrado gobernador de Tucumán por el virrey de Perú, conde de Salvatierra, dejó un mal recuerdo de su gobierno. En documentos de la época se alude a «los gravísimos daños al bien público causados por la codicia insaciable del gobernador». Negoció los empleos públicos a personas «incapaces y de mal vivir y los removía presto para tener más que vender». Monopolizó, en su provecho, la yerba traída del Paraguay y maltrató a los indios.

Alonso de Mercado y Villacorta (1655-1660).

Maestre de campo, literato con estudios en Salamanca. Tuvo conflictos con el obispo Maldonado de Saavedra. Tuvo que hacer frente a la segunda sublevación calchaquí, provocada por el aventurero andaluz Pedro Chamo (Pedro Bohorquez). El gobernador Mercado, en cierta ocasión, recibió a Bohorquez con toda pompa y lo designó teniente de gobernador, pues el aventurero le prometió una parte de fabulosas riquezas. El virrey de Perú mandó arrestar a Bohorquez y éste sublevó a los calchaquíes. Al fin se lo capturó y envió a Lima, donde fue ejecutado. Mercado fue gobernador de Buenos Aires de 1660 a 1663 y, nuevamente, de Tucumán, de 1663 a 1670.

Jerónimo Luis de Cabrera (1660-1662).

Nacido en Córdoba, sobrino de Hernandarias y nieto del fundador de su ciudad natal. Había sido gobernador de Buenos Aires en 1641-1641. Asumió el cargo de gobernador de Tucumán en 1660 y murió en su desempeño en 1662.

Pedro de Montoya(1663-1664).

Caballero de Santiago y maestre de campo general, en 1660 fue nombrado gobernador de Tucumán por Felipe IV. Asumió el cargo en 1663 y en 1664 fue trasladado como gobernador de Valdivia, donde rechazó un ataque de doce navíos franceses.

Alonso de Mercado y Villacorta(1664-1670).

Gobernador por segunda vez, acabó por reducir a los calchaquíes en la tercera campaña contra estos indios. Desalojó a once mil calchaquíes de sus tierras, las cuales fueron repartidas entre los españoles. Los indios fueron distribuidos en lugares distantes del país. Después de la campaña de nueve meses contra los calchaquíes, se dedicó a someter a los indios del Chaco, estableciendo fortines en la frontera. En junio de 1670 viajó a Buenos Aires y embarcó para España. El rey lo designó presidente de la Real Audiencia de Panamá y le otorgó el título de marqués de Villacorta. Murió en Panamá en 1681.

Ángel de Peredo (1670-1674).

Nacido en Queseda (Castilla la Vieja), realizó como militar las campañas de Portugal y de Flandes. Felipe IV lo designó gobernador de una provincia en Perú (1661), y más tarde de Chile (1662-1663), donde luchó contra los araucanos. Nombrado gobernador de Tucumán, se dedicó a reconstruir las ruinas dejadas por las campañas contra los calcha-guíes. Atacó a los indios de Esteco y Jujuy, y en 1673 envió una expedición al Chaco, que llegó al Bermejo. A causa de las intrigas de otros funcionarios fue sometido a juicio de residencia en Santiago del Estero, en 1675, del que salió absuelto. Finalizado su gobierno en 1674, se retiró a Córdoba, donde murió el 21 de marzo de 1677. Fue enterrado en el templo de la Compañía de Jesús.

José de Garro (1674-1678).

Militar nacido en Mondragón (Guipúzcoa), sirvió en las campañas de Portugal y Catalu-ña. Nombrado gobernador de Tucumán por Carlos Ill, realizó tres expediciones al Chaco para combatir a los guaycurúes, que hacían malones sobre el territorio. En 1678 llegó a Buenos Aires como gobernador y en 1682, a Chile. En 1692 pasó por Tucumán y Buenos Aires, de vuelta a España. En 1696 fue nombrado gobernador de Gibraltar y en 1702 capitán general de Guipúzcoa. Falleció en San Sebastián ese mismo año.

Juan Díez de Andino (1678-1681).

Nacido en Andalucía, prestó servicios en el ejército y realizó la campaña de Portugal. Alcanzó el grado de sargento mayor. Nombrado gobernador de Paraguay (1663- 1671), llevó a cabo campañas contra los indios payaguás y guaycurés. En 1669 marchó con tropas en auxilio de Buenos Aires, amenazada por los franceses, pero, habiendo pasado el peligro, regresó a su provincia antes de llegar a destino. De 1678 a 1681 fue gobernador de Tucumán; atacó a los indios del Chaco. En 1681 ocupó de nuevo la gobernación de Paraguay y desempeñaba ese cargo cuando murió en Asunción, en agosto de 1684.

Fernando de Mendoza Mate de Luna. (1681-1686).

Nacido en Cádiz. Realizó campañas contra los indios chaqueños tobas y mocobies (1685). Fundó la ciudad de Catamarca (1683) y trasladó San Miguel de Tucumán a su actual emplazamiento (1686).

Tomás Félix de Argandoña (1686-1691).

Militar nacido en Cádiz, fue corregidor en Guayaquil y posteriormente gobernador de Tucumán. Concluyó la catedral de Santiago del Estero, cuyas obras dirigió personalmente. Así mismo, donó los adornos de los altares y la lámpara de plata. En 1690 debió defender a San Miguel de Tucumán del ataque de los guaycurúes.

Martín de Jáuregui (1691-1696).

Noble de origen vasco. Durante su gobierno fue destruida por un terremoto la ciudad de Talavera de Madrid (septiembre de 1692). Las invasiones de los indios mocobíes del Chaco causaron graves daños. Finalizado su mandato, se retiró a la ciudad de Salta, donde murió en la mayor pobreza.

Juan de Zamudio (1696-1701).

Noble vizcaíno, sirvió en la marina real. Caballero de la Orden de Santiago (1690). Durante su gobierno trasladó la sede del obispo de Santiago del Estero a Córdoba. Fortificó el presidio de Esteco. En 1701, al terminar su mandato, se estableció en Buenos Aires, en donde murió años después.

Gaspar de Barahona(1701-1707).

Nacido en Castilla la Vieja, fue nombrado gobernador de Tucumán, cargo que asumió en julio de 1702. Se le acusó de usurpar el cargo y se le siguió un largo pleito. En junio de 1707 dejó el mando.

Esteban de Urízar y Arespacochaga (1707-1724).

Nació en la villa de Horno (Vizcaya). Sirvió en el ejército desde 1680; tomó parte en la defensa de Génova y de Mantua (1689), y en la campaña del Piamonte (1690). Maestre de campo de infantería (1699), sirvió en Milán hasta 1701. El rey lo nombró gobernador de Tucumán y asumió ese cargo en 1707, pues se detuvo en Buenos Aires y participó en las luchas contra los portugueses en la Colonia del Sacramento. Para combatir a los indios del Chaco puso en pie de guerra a un ejército de 1.316 soldados, el más numeroso formado en Tucumán. Partió en junio de 1710 hacia el Chaco y un mes después llegó a orillas del Bermejo. Construyó el templo de La Merced, en Jujuy, y el colegio de los jesuitas, en Salta. Residió en esa ciudad hasta su muerte, el 4 de mayo de 1724.

Isidro Ortiz de Haro(1724-1725).

Designado para ocupar interinamente el cargo de gobernador, fue acusado de malversar fondos reales y de abandonar los fortines de frontera, considerados piezas clave para la defensa. Tras ser depuesto por el virrey de Perú, se radicó en Jujuy.

Alonso de Alfaro (1725-1726).

Nacido en Cádiz, emigró al Río de la Plata. De humilde condición, se radicó en Santiago del Estero y alcanzó el título de maestre de campo en la milicia. Luchó contra los indios del Chaco. Nombrado gobernador interino en 1725, murió en marzo de 1726 y fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo, de Santiago del Estero, donde se conserva su tumba, que cubre una losa sepulcral labrada en mármol.

Baltasar de Abarca y Velazco (1727-1730).

Nacido en Barcelona, hijo de un teniente general de los ejércitos reales. Fue coronel de dragones. Llegó a Perú con el virrey príncipe de Santobuono y en 1726 fue designado gobernador de Tucumán. Camino de su gobernación, pasó a Chile, pero las tormentas de la cordillera lo detuvieron y no pudo llegar a su destino hasta mediados de 1727. Los indios del Chaco atacaron la ciudad de Córdoba durante su gobierno. Enemistado con las milicias comunales, por su carácter arrogante, acabó renunciando en 1730 y se retiró a Lima, donde fue nombrado gobernador de El Callao.

Manuel Félix de Arce (1730-1732).

En documentos de la época su apellido aparece como Areche. Nacido en Nápoles, fue nombrado gobernador por el virrey de Perú. Era muy apreciado por las milicias. Rechazó a los indios chaqueños que asolaban la provincia. En 1731 realizó una campaña contra los indios del Chaco. Murió en el cargo y fue sepultado en la iglesia de los jesuitas en Salta.

Juan de Armasa y Arregui (1732-1735).

Nacido en Buenos Aires, sobrino de los obispos Juan y Gabriel de Arregui. Realizó estudios en el colegio de Montserrat, de Córdoba; fue corregidor del Cusco; viajó a España y regresó como gobernador de Tucumán, cargo que asumió en Córdoba, en mayo de 1732. Cuando llegó, todavía era gobernador Areche con el apoyo del Cabildo de Córdoba. Los cabildos no le otorgaron milicias y los indios matacos aprovecharon la circunstancia para atacar Salta y Jujuy, matando a trescientos habitantes y llevándose muchos cautivos. Fue destituido por el virrey de Lima y pasó a vivir en los cuartos del Cabildo de Santiago del Estero. Murió en noviembre de 1737 y fue enterrado en la iglesia de San Francisco. Era hombre culto y poseía una gran biblioteca que se remató en Salta en 1740.

Matías de Anglés y Gortari(1735-1738).

Nacido en Lerín (Navarra), acompañó a Perú al virrey Castelldosrius (1716). Regresó a España y luchó en África con la Guardia Real. Volvió a América y fue comandante de la ciudad de Córdoba (1726), la cual defendió de los ataques de los abipones. Fue gobernador de Potosí y Tucumán en 1735. Organizó las milicias y venció a los indios en sangriento combate en 1736.

Juan de Santiso y Moscoso(1738-1743).

Teniente general de los ejércitos reales en el arma de infantería. En 1740 convocó a las milicias de la provincia y realizó una «entrada» en el Chaco contra los matacos, rescatando a muchas cautivas de manos de los indios.

Juan Alonso Espinosa de los Monteros (1743-1749).

Nombrado gobernador por Fernando VI, había nacido en Cádiz. Era de avanzada edad y su salud se hallaba quebrantada. Fue muy querido por la población. En 1747 se produjo una invasión de abipones comandada por el caudillo Benavídez, que asoló las campañas de Santiago del Estero y Córdoba. Estos indios asaltaban las carretas que viajaban entre Buenos Aires y Córdoba, camino del Alto Perú. El gobernador envió tropas para reprimir estos malones. También en Salta y Jujuy debió luchar contra los tobas y mocobíes que organizaban continuos ataques contra las poblaciones. Mandó construir el fuerte de San José que desempeñó un importante papel defensivo.

Juan Victorino Martínez de Tineo (1749-1754).

Nacido en Denia (Valencia), teniente coronel de infantería, realizó varias expediciones al Gran Chaco, contra los abipones y tobas. Fundó doce fuertes y reconstruyó otros ocho. Estas luchas contra los indios provocaron la sublevación de las milicias de Catamarca, en 1752. Los contingentes reclutados y listos para marchar a la frontera chaqueña de Santiago del Estero se amotinaron y dispersaron. El gobernador dimitió a causa de estos sucesos. Murió en Salta.

Juan Francisco de Pestaña Chamucero (1754-1757).

Coronel de infantería, nombrado gobernador interino, puso orden en la provincia y prometió a los catamarqueños que sólo serían llamados para defender sus tierras. Entró en Catamarca, en 1755, sin escolta, como un simple magistrado. Después de 1757 fue presidente de la Audiencia de Charcas.

Joaquín de Espinosa y Dávalos (1758-1764).

Nacido en Lima, fue teniente coronel del regimiento de infantería Victoria y sirvió en las campañas de Italia. Su heroico comportamiento le significó el nombramiento de gobernador de Tucumán por el rey Carlos III. Realizó varias «entradas» contra los indios; la más notable de las cuales fue la que efectuó en el Gran Chaco, al frente de 1.500 soldados, contra los mataguayos. Pacificó las milicias riojanas y puso en orden las cajas reales. En 1764 pasó a Charcas y en 1771 fue de nuevo gobernador interino de Tucumán. Actuó también en Chile, donde fue protagonista de un sonado proceso, del que finalmente fue absuelto.

Juan Manuel Fernández Campero (1764-1769).

Noble y hacendado, nombrado gobernador por Carlos III, asumió su cargo en Córdoba, en febrero de 1764. Reunió un Congreso Provincial en Salta para hacer nuevas «entradas» en el Chaco, contra los guaycurúes, pero los municipios se negaron a prestarle apoyo. Este conflicto derivó en una verdadera guerra civil entre las fuerzas del gobernador y las milicias comunales, dirigidas por el alférez del cabildo cordobés, Juan Antonio de la Barcena, quien apresó al gobernador y lo remitió a Charcas en 1768. Descendiente de este gobernador fue José Fernández Campero (1782-1820), marqués de Yaví y del Tojo, quien actuó en favor de los patriotas en la quebrada de Humahuaca, en la época de la Independencia (1816).

Jerónimo Matorras (1769-1775).

Nacido en Santander, era un comerciante acaudalado. Llegó a Buenos Aires en 1750, donde fue alférez real y regidor. Coronel honorario del Regimiento de la Nobleza, obtuvo el nombramiento de gobernador de Tucumán mediante el pago de doce mil pesos a las cajas reales y la obligación de pacificar el Gran Chaco. En 1774 realizó la expedición al Chaco con 378 hombres y se internó en ese salvaje territorio, 240 leguas al oriente de la ciudad de Salta. Fundó algunas reducciones y firmó la paz con el cacique Paikín. Este hecho fue reflejado por el pintor Tomás Cabrera en un cuadro pintado en Salta, en 1775. El cacique Paikín fue muerto después por su rival, el cacique Benavídez, que asolaba las campañas de Córdoba desde 1747. Matorras enfermó mientras construía la capilla de la reducción de Ortega y murió en 1775. Su prima Gregoria Matorras fue madre del general José de San Martín.

Francisco Gabino Arias (1775-1777).

Militar nacido en Salta. Era hijo del maestre de campo Pedro Arias, y se dedicó desde joven a las tareas de campo, como hacendado, y a las militares, alcanzando el grado de coronel. Tomó parte, junto a su amigo el gobernador Matorras, en la expedición al Gran Chaco organizada en 1774. Con doscientos hombres, en 1782, acompañó a Miguel Rubin de Cells a inspeccionar el meteorito de Otumba (Santiago de Estero). Entre 1786 y 1805 viajó continuamente por las regiones del Chaco, escribiendo un libro sobre las expediciones y campañas realizadas en el Gran Chaco. Sucedió a Matorras en 1775 como gobernador interino de Tucumán, cargo que ocupó hasta 1777. Reunió en 1776 un Congreso Provincial para decidir otra «entrada» en el Gran Chaco, que no pudo llevarse a cabo. Más tarde, el virrey Vértiz le encargó una expedición punitiva y pacificadora a esa región. En el cuadro antes citado del pintos salteño Tomás Cabrera, aparece Arias dándole la mano al cacique Paikín, mientras lo presenta al gobernador Matorras. Murió en Salta en 1808, en la mayor indigencia.


Antonio Arriaga (1777-1778).

Designado por la Audiencia de Charcas, no alcanzó a ejercer el cargo más de un año.

Andrés Mestres. (1778).

Brigadier de los ejércitos reales, fue el último gobernador de Tucumán y el primero de la Intendencia de Salta, que se creó ese mismo año al procederse a organizar el virreinato del Río de la Plata. Dominó una rebelión de indios en Jujuy, provocada por el eco del levantamiento de Túpac Amaru. Al frente de un grupo de sesenta veteranos derrotó, en Zapla, a los sublevados (31 de marzo de 1780), y procedió a fusilar por la espalda a todos los cabecillas (23 de abril). En 1781 envió al coronel Gabino Arias al Chaco.