Domingo Faustino Sarmiento fue propuesto como candidato a la presidencia de la Nación por un grupo de políticos del país, a iniciativa del coronel Lucio V. Mansilla. Mientras se encontraba en los Estados Unidos, fue electo para el cargo en las elecciones nacionales de abril de 1868, y asumió el cargo el 12 de octubre de 1868.
La presidencia de Sarmiento fue la segunda de las presidencias históricas de Argentina. Estas presidencias históricas o fundacionales del estado argentino moderno tuvieron tres claros objetivos o metas: “nación, constitución y libertad”. La nación entendida como la unión definitiva de las provincias argentinas como entidad superior a las partes que la componen. La Constitución como las bases de los derechos de las personas y del poder. La libertad concebida como principio del liberalismo que dio paso a la “civilización” y relegó a la “barbarie”.
Dos días después de la asunción presidencial, el Congreso se reunió para una breve sesión extraordinaria, durante la cual se aprobó el presupuesto para el año siguiente, un crédito de cuatro millones de pesos y una suba en los derechos aduaneros, para solventar la continuidad de la Guerra del Paraguay.
Elecciones presidenciales de Argentina de 1868
Las elecciones presidenciales de Argentina de 1868 se llevaron a cabo para determinar el sucesor de Bartolomé Mitre. Domingo Faustino Sarmiento fue electo su sucesor y Adolfo Alsina fue electo vicepresidente con el 53% de los votos.
Corrientes no votó y no se conservan las actas de Tucumán.
Presidiendo una economía próspera ensombrecida por la costosa guerra del Paraguay, Bartolomé Mitre se esforzó por no arriesgar la tenue unidad nacional que su administración se había asegurado de consolidar. Aunque él eligió a candidatos anticipados, Mitre evitó declarar apoyo abierto a ninguna de las figuras, mientras que limitaba el camino a los que él consideró como no aceptables.
Los electores de la provincia de Buenos Aires favorecieron al candidato del Partido Autonomista Adolfo Alsina, quien fue persuadido por Bartolomé Mitre de postularse a la vicepresidencia, la nominación principal fue entregada al Embajador de Argentina ante los Estados Unidos, Domingo Faustino Sarmiento, quien permaneció en su puesto y no hizo campaña. Mitre también apoyó al exlíder del Partido Unitario Rufino de Elizalde y su compañero de fórmula el General Wenceslao Paunero, figura clave en la victoria de Mitre en la Batalla de Pavón.
El único candidato que no recibió ningún apoyo de Mitre fue Justo José de Urquiza, pues Mitre pensaba que su participación podría provocar otro conflicto separatista.
Todos los candidatos, exceptuando Sarmiento, eran polémicos en muchos círculos pero tenían, a su vez, grandes bastiones de apoyo, lo que provocó que estas elecciones fueran, por mucho, las más competitivas que habría en el país hasta el establecimiento del sufragio secreto en 1912
Se realizó en 1869 el primer censo nacional. Puso de relieve los aspectos de la estructura social que necesitaban ser modificados. El censo descubrió un país de grandes extensiones territoriales pero deshabitadas o en poder de los indios y un índice altísimo de analfabetos que alcanzaba el 71%.
El programa de reformas generales llevado adelante por Sarmiento , Mitre y Avellaneda se ocupó de estos problemas. Durante la presidencia de Sarmiento se realizó una vigorosa actividad entorno al tema educativo. Creó las primeras escuelas normales, el Colegio Militar (1870), la Escuela Naval (1872), el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1870) y alrededor de ochocientas escuelas primarias. Durante su gobierno la población escolar se elevó de treinta mil a cien mil alumnos.
Proyectó la ley sobre la creación de bibliotecas públicas y abrió las primeras escuelas públicas y creó también las primeras escuelas para sordomudos, se dio impulso a la inmigración que se asentó preferentemente en el litoral donde se fundaron numerosas colonias agrícolas.
En 1871 se inauguró la primera Exposición Nacional en Córdoba donde se exhibían los productos agrícolas, ganaderos e industriales de nuestro país . Mejoró las condiciones sanitarias y de higiene especialmente en la ciudad de Buenos Aires para evitar una nueva epidemia de fiebre amarilla como la que se desató en 1871. Dispuso la creación de un nuevo cementerio en la Chacarita.
Durante su gestión se aprobó el Código Civil creado por Velez Sarsfield, ministro del Interior. Al finalizar la guerra del Paraguay su ministro de relaciones exteriores, Mariano Varela, gestionó los acuerdos de paz finales. Para ello se llevaron a cabo reuniones en Buenos Aires durante 1869, allí Varela expuso que "la victoria no da derechos" a los vencedores. Ante esta posición, en 1870 Brasil negoció separadamente con Paraguay y esto caldeo los ánimos en Buenos Aires. La Argentina envió una nota al Brasil formulando reclamos por su actitud. Ante la posibilidad de un enfrentamiento bélico con el Imperio, Sarmiento envió a Bartolomé Mitre a Río de Janeiro en misión de paz y amistad en 1872. En esa oportunidad se firmó un acuerdo que puso fin a las diferencias en noviembre del mismo año.
El presidente Sarmiento lo nombró comandante del ejército argentino en el Paraguay, participando en la Campaña de Pikysyry, aunque renunció por un fuerte altercado con el presidente poco antes del saqueo de Asunción.
Sarmiento no había tenido simpatías por la guerra del Paraguay y al hacerse cargo de la presidencia de la Nación la situación se había vuelto insostenible para el mariscal López, aunque la contienda se prolongó todavía un año.
Las provincias no entendían la razón de esa guerra de Buenos Aires y hubo quienes creyeron que Sarmiento alteraría la política nacional y retiraría el ejército de operaciones de su escenario de lucha.
Pero ya en los primeros días de su gobierno declaró que la guerra seguiría y juzgó la alianza como necesaria, legítima y honorable. Para él la continuación de la guerra se justificaba como lucha contra la barbarie; el mariscal López era como Rosas y el Chacho, representante de la barbarie, y había que libertar a los paraguayos de la esclavitud. Ofreció el comando del ejército de operaciones a Mitre en una entrevista cordial, y como éste no la aceptase, fue designado Gelly y Obes.
La Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay había estallado durante la presidencia de Argentina de Bartolomé Mitre, que había comandado las fuerzas aliadas contra ese país hasta poco antes de bajar de la presidencia. Apenas había asumido Sarmiento la presidencia cuando se produjo el avance final de las tropas de Brasil hacia Asunción del Paraguay, que fue saqueada por los brasileños. Pese a la ocupación de la capital, López organizó un nuevo ejército a cierta distancia, en respuesta, se formó bajo protección argentina y brasileña un gobierno provisional en Asunción.
Un ejército formado y dirigido principalmente por brasileños –en el que los argentinos tuvieron inicialmente alguna participación– se lanzó en persecución de López, en la llamada Campaña de las Cordilleras; tras dos sangrientas victorias sobre los paraguayos, López logró escabullirse hacia el límite norte del país, adonde fueron a buscarlo dos divisiones brasileñas, que lograron derrotarlo y darle muerte en el Combate de Cerro Corá, el 1 de marzo de 1870. La guerra había terminado.
El Paraguay quedó devastado: dependiendo de las fuentes, se estima que murió durante la contienda entre el 50 y el 90% de la población total, y perdió todos los territorios en disputa con sus vecinos, con excepción del Chaco Boreal.
La guerra significó también un enorme costo para la Argentina: en primer lugar, en vidas humanas, ya que murieron en la contienda más de 18.000 hombres, a los que se podrían sumar las víctimas del cólera, que fueron muchos miles; 15.000 solamente en la provincia de Buenos Aires. Pero también tuvo un enorme costo económico, ya que a raíz del conflicto la Argentina debió endeudarse hasta llegar a deber 9.000.000 de libras esterlinas.
Sin embargo, no ignoraba que los intereses argentinos, una vez cumplidos los objetivos de la alianza, no eran los del Brasil, sobre cuyos avances territoriales quería estar alerta para lo cual reforzo la estrucutura militar del país, y así que durante el último año de la guerra se fundó el Colegio Militar de la Nación, cuyo primer director fue el húngaro Juan F. Czetz, ante la posibilidad de conflictos con Brasil a partir de las discusiones posteriores a la guerra impulsaron a Sarmiento a modernizar la escuadra de guerra: creó la Escuela Naval e incorporó varios buques, logrando formar la primera escuadra argentina capaz de operar a un nivel comparable con las flotas de guerra del Brasil y Chile.
Primer Censo de Población
Desde el 15 al 17 de setiembre de 1869 se llevó a cabo el censo nacional prescripto por la Constitución y dispuesto por la ley especial del gobierno de Mitre. La operación fue dirigida por el doctor Diego C. de la Fuente. Según Gabriel Carrasco, ese censo fue "el primer monumento estadístico de la población de estos vastos territorios y forma el punto de partida para todos los cálculos que en esas materias pueden hacerse en el país".
Solano López intenta organizar la resistencia aunque ya perdió en todos los terrenos .
Una tropa brasileña de aproximadamente unos 4500 soldados bien pertrechados persiguió y arrinconó a la desfalleciente y mal armada hueste de unos 409 combatientes paraguayos, entre ellos inválidos, ancianos, mujeres y niños. Siete meses antes, cuando comenzaron la travesía al norte conocida como el «Viacrucis de la nación». La tropa paraguaya estaba comandada por el presidente mariscal Francisco Solano López. Aquí es donde Solano López dice su famosa frase, que causa algo de controversia, pues no se sabe si dijo «¡Muero por mi patria!» o «¡Muero con mi patria!» . Se cree sin embargo que dijo esto último, sabiendo que el país estaba destrozado y a completa merced de los aliados, propenso a desaparecer.
Domingo Faustino Sarmiento centró la mayor parte de su esfuerzo gubernativo en la promoción de la educación, aunque algunos historiadores afirman que dio al menos igual importancia a la extensión de las comunicaciones en el país.
En cualquier caso, el impulso dado a la educación bajo el ministerio de Nicolás Avellaneda fue notable. Mediante la Ley de Subvenciones de 1871 —que asignaba a la educación pública las herencias sin sucesión directa y un octavo de las ventas de tierras públicas— garantizó los fondos para la creación de nuevas escuelas y la compra de materiales y libros. Durante su mandato, y con apoyo nacional, las provincias fundaron unas 800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816 escuelas, de las cuales el 27 % eran privadas; la población escolar se elevó de 30.000 a 110.000 alumnos.
A fin de garantizar la educación primaria, trajo desde los Estados Unidos 61 maestras primarias; creó las primeras escuelas normales, tomando como ejemplo la Escuela Normal de Paraná, fundada en 1870. Subvencionó la primera escuela para sordomudos, que era privada. Continuando con la política de su Bartolomé Mitre, fundó los Colegios Nacionales de La Rioja, Santa Fe, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario. Fundó escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en San Miguel de Tucumán y Salta. En ese mismo año propició la creación y el desarrollo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)
Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)
La Comisión se creó en 1870 con la promulgación de la Ley Nº 419, propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, para fomentar la creación y el desarrollo de las bibliotecas populares que difunden el libro y la cultura. Su creación se inspira en los Clubes de Lectores, ideados por Benjamin Franklin en 1727 en la ciudad de Filadelfia, y las experiencias estadounidenses de creación de bibliotecas en las aldeas y ciudades.
La primera biblioteca popular nació en San Juan en 1866, provincia natal de Sarmiento, es bajo su iniciativa y la contribución de otro conjunto de personas que se conforma su acervo. Esta comisión hasta la actualidad fomenta el fortalecimiento de las bibliotecas populares en tanto organizaciones de la sociedad civil e impulsa su valoración pública como espacios físicos y sociales relevantes para el desarrollo comunitario y la construcción de ciudadanía, en la capital fundó la Biblioteca Nacional de Maestros.
Observatorio Nacional de Córdoba
El Observatorio Nacional Argentino fue fundado en la ciudad de Córdoba, el 24 de Octubre de 1871, por iniciativa del Presidente Domingo Faustino Sarmiento y las gestiones de su Ministro Nicolás Avellaneda. Como primer director de esta institución fue designado el astrónomo norteamericano Dr. Benjamín A. Gould, quien llega a la Argentina junto a su familia y los asistentes contratados, a fines de 1870.
Durante la construcción del primer edificio ubicado en “Los Altos” – hoy “Barrio Observatorio”, donde actualmente se encuentra el Observatorio -; el Director y sus cuatro ayudantes se dedicaron a la determinación de la posición y brillo de todas las estrellas visibles a simple vista. Esta obra a la que se denominó Uranometría Argentina vio la luz en 1877.
En forma inmediata fue aclamada por el mundo científico. Instalados los principales instrumentos, en 1872 se inicia la determinación precisa de las posiciones de las estrellas hasta la magnitud 10, realizándose más de un millón de observaciones, las que formaron los famosos catálogos de Zona y el Gran Catálogo Argentino. En forma simultánea con el “Gran Ecuatorial”, telescopio refractor de 28 cm de diámetro, se llevó a cabo el primer trabajo fotográfico sistemático y a gran escala de la historia de la astronomía, denomino Fotografía Cordobesas, publicado en 1896.
Facultad de Ciencias Exactas de Córdoba
El Presidente Sarmiento declaró que la más trascendental de las reformas producidas en la instrucción pública, sería la aparición en los claustros de la UNC, de siete profesores alemanes que vendrían a inaugurar en sus aulas el estudio de las ciencias físico- matemáticas. Esta iniciativa respondió al propósito de organizar en la vieja casa de Trejo y Sanabria, un centro de investigaciones científicas, una Escuela de Ingeniería en todas sus ramas y un instituto para formar profesores de enseñanza secundaria, en las ciencias físicos, naturales y exactas.
Se encargó a Burmeister, sabio naturalista alemán, que dirigía el Museo Nacional de Ciencias, contratar en Alemania un núcleo de profesores para la nueva facultad. Según los términos del contrato, debía establecerse, además de los cursos universitarios, una Academia de Ciencias, de la que formarían parte los profesores contratados, que además estaban obligados a realizar exploraciones, estudios y trabajos sobre asuntos y problemas nacionales que se publicarían a costa del gobierno en el Boletín de la Academia.
En la Universidad Nacional de Córdoba se creó la Facultad de Ciencias Exactas, Física y Naturales, que dictaba la carrera de ingeniería, por su iniciativa se crearon en la región cuyana las cátedras de mineralogía en los Colegios nacionales de Catamarca y de San Juan, que se convertirían en 1876 en la Escuela de Ingenieros de San Juan. Para prescindir el nuevo organismo, es designado el Dr. Burmeister a quien se encarga también redactar su reglamento.
El Dr. Lorentz fue el primer Director de nuestro Museo Botánico, al que enriqueció con valiosas colecciones, fruto de sus exploraciones. El 10 de enero de 1874 se aprueba el Reglamento Interno de la Academia de Ciencias. Sus objetivos, entre otros, eran instruir a la juventud en las Ciencias Exactas y Naturales por medio de lecciones y experimentos, formar profesores que puedan enseñar las mismas ciencias en los Colegios Nacionales y explorar y hacer conocer las riquezas naturales del país, dando a luz obras científicas por medio de publicaciones.
Maestras de Estados Unidos
Durante su estadía en Estados Unidos como ministro plenipotenciario de la República Argentina , Sarmiento mantuvo una estrecha amistad con Mary Mann, la esposa de Horace Mann, gran educador estadounidense. Mary tradujo el Facundo al inglés y ayudó a Sarmiento a difundir su obra.
Una vez que éste ocupó la presidencia, Mary Mann reclutó a 61 maestras de distintos lugares de Estados Unidos para la selección se busco mujeres jóvenes y sin familia o que la hubieran perdido durante la guerra civil ocurrida años antes la cuales se trasladaron a la Argentina. Esta forma de promover la educación, mediante la incorporación de extranjeros a la enseñanza local, se reprodujo en otras áreas de la ciencia y de la cultura. Subvencionó la primera escuela para sordomudos, que era privada. otra de sus creaciones notables figuran el Observatorio nacional de Córdoba.
Academia Nacional de Ciencias
La Academia Nacional de Ciencias con sede en la ciudad de Córdoba, Argentina, se fundó en 1869 por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento, es una corporación científica sostenida por el gobierno de la Nación Argentina siendo la primera Academia Nacional dependiente del gobierno federal. Su creación es la Ley 322 del 11 de septiembre de 1869. Esta ley autorizaba al Poder Ejecutivo a contratar dentro y/o fuera del país hasta veinte profesores, que serán destinados a la enseñanza de ciencias especiales en la Universidad de Córdoba y en los colegios nacionales
Durante el gobierno de Sarmiento se multiplicaron los diarios y publicaciones de todo tipo. En 1867, apareció "La Capital" de Rosario. En 1869 surgió 'La Prensa" y, en 1870, "La Nación" Los diarios, expresión de facciones políticas, se caracterizaban habitualmente por su subido tono crítico. La caricatura se volvió mordaz y la sátira un arma temible. Por ser aún poco frecuente la venta callejera, los diarios dependían económicamente de las suscripciones, de la fortuna de sus dueños o del favor oficial. Los apremios financieros, en última instancia, se solucionaban mediante una drástica modificación de las posiciones políticas del diario.
Según una investigación de Ernesto Quesada realizada en 1883, en 1877 circulaban en la Argentina 148 periódicos, lo que arrojaba una proporción de uno cada 15.700 habitantes. Con ese, promedio de lectores, la Argentina ocupaba el cuarto lugar en el mundo. Los diarios principales eran "El Nacional", dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield , donde solía escribir Sarmiento, antes, durante y después de ser presidente. Además, "La Prensa", dirigido por José C. Paz; "La Tribuna", de Héctor Varela; "La Nación", fundado por Mitre y "El Siglo", que dirigía Federico de la Barra. En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó un nuevo diario: "El Pueblo Argentino"
La exposición nacional de Córdoba, que se inauguró con la presencia de Sarmiento, dio una idea de la producción nacional industrial de las regiones del país y alentó la fe en sus posibilidades se realizo entre octubre de 1871 y enero de 1872.
La Exposición Nacional de Córdoba de 1871 no fue una iniciativa aislada: era parte de un conjunto de acciones que incluían el impulso al ferrocarril, a la Academia de Ciencias y al Observatorio Astronómico de Córdoba y cuya potenciación habría de valorizar el papel protagónico de la ciencia en el desarrollo de la técnica y de ambas en el surgimiento de la industria.
En ella se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías, y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país. Durante su visita a la exposición Sarmiento ostentó un traje de vicuña elaborado con telas nacionales y recibió además en premio una medalla por haber introducido el mimbre en el país. Concurrieron a esta exposición 216 firmas de Buenos Aires, 452 de Córdoba; 296 de Tucumán; 101 de San Luis; 64 de Santiago del Estero; 892 de Corrientes; 100 de Santa Fe; 56 de Entre Ríos; 205 de Catamarca; 62 de Jujuy; 87 de La Rioja; 164 de Salta; 7 de Mendoza. Hubo además 251 expositores europeos y 150 de diversos países americanos. La próxima exposición fue la organización de 1887 por el Club Industrial de Buenos Aires.
Las maestras que trajo Sarmiento llegaron a la Argentina sin saber el idioma y con una idea de lo que era este país. Eran docentes norteamericanos y venían a formar docentes en este país.
Los salarios –que en un principio eran altos-, la falta de trabajo en algunos estados norteamericanos, la expectativa de encontrar marido o el afán de aventura se combinaron con la verdadera vocación que estas maestras y maestros tenían por la educación popular.
El gobierno argentino les ofrecía un contrato por tres años, que comenzaba correr en el momento en que se embarcaban hacia este país. Una vez aquí tenían cuatro meses para aprender el idioma y ambientarse, lo cual se hacía en Paraná, lugar donde se había creado la primera Escuela Normal argentina. Después de esa preparación, eran destinadas a distintos puntos del país donde se estaban creando estas escuelas. Así fue como llegaron maestras norteamericanas a San Juan.
Benjamin Gould llegó a la Argentina en 1870 e inmediatamente se dedicó junto a un equipo de colaboradores a la observación de todas las estrellas visibles sin necesidad de aparatos ópticos, para determinar sus magnitudes y fijar sus posiciones aproximadas en mapas. Así, los estudios estaban ya avanzados cuando en 1871 se inauguró el observatorio en la provincia de Córdoba. Bajo la dirección de Gould, este centro contribuyó en forma decisiva al conocimiento del cielo austral. Benjamin Gould fue uno de los primeros en el mundo que aplicó la fotografía a los estudios astronómicos, a partir de 1866. A mediados de la década de 1870, sus fotos astronómicas, de muy alta calidad, fueron elogiadas en todo el mundo y muchas de ellas premiadas internacionalmente.
Benjamin Gould también inició el estudio de la meteorología en la Argentina: en 1872, una propuesta suya impulsó la creación de la Oficina Meteorológica Nacional, que funcionó anexa al Observatorio de Córdoba.
Cable carril instalado en la Exposición de Córdoba de 1871 , para el trasporte de pasajeros y mercaderías. Dibujo publicado en El Plata ilustrado Nº 21 el 3 de marzo de 1871
Maquinas agricolas en la Exposicion de Cordoba de 1871 , dibujo publicado en El Plata Ilustrado en Buenos Aires octubre 1871
Vista de los edificios de la exposcion de Cordoba de 1871 Grabado publicado en L'ilustration de Paris en el año 1871
El 15 de septiembre de 1869, “la Municipalidad de Colón y la Colonia ‘San José’ (creada por el prócer de la Organización Nacional)”, invitaron a visitarla al presidente Domingo Faustino Sarmiento, “cuando ya olvidados los rencores y aquietadas las pasiones, los grandes hombres se encontraban unidos por los lazos comunes de la nacionalidad afianzada. Urquiza, vencido en la lucha presidencial, apoyó y sostuvo al Gobierno de Sarmiento, con el prestigio moral y material de que disponía, lealmente ofrecidos, cuyas fuerzas se pusieron al servicio del orden institucional y sirvieron para fortalecer la presidencia del ilustre sanjuanino, algo minada por la oposición tenaz y armada que encabezara Mitre contra su antiguo amigo.”
Domingo Faustino Sarmiento previó la animosidad de Urquiza a causa de sus virulentos ataques; por eso lo visitó en su residencia en San José; el presidente fue acompañado una comitiva compuesta por el ministro de hacienda, Gorostiaga, por el gobernador de Santa Fe, por los embajadores de Estados Unidos, Prusia y España, por el coronel Luis María Campos, el canónigo Piñero, Héctor Varela y otros.
Urquiza colocó en el dormitorio preparado para Sarmiento una canilla con agua corriente, todo un adelanto tecnológico para la época, en respuesta a la acusación de bárbaro que hacía el sanjuanino a los caudillos en general y a Urquiza en particular.
Sarmiento llegó a Concepción del Uruguay el 2 de febrero de 1870 por la noche en el buque de guerra Pavón, con séquito de una cañonera italiana, otra española y otra francesa. En el muelle esperaba Urquiza con algunos amigos, dos batallones de infantería y un regimiento de caballería, que vestían el mismo uniforme con que combatieron en Caseros. Sarmiento fue la última visita destacada a la casa", pero aclaró que en la residencia "se alojaron a lo largo del tiempo embajadores, empresarios extranjeros, gobernadores como Bartolomé Mitre o presidentes como Derqui.
Asesinato de Urquiza
El 11 de abril de 1870, un grupo de individuos armados penetró durante la noche en el palacio de San José, residencia de Urquiza, después de concentrarse en una de las estancias del gobernador de Entre Ríos, la de San Pedro, cuyo mayordomo Coronel se unió a los complotados. En el atardecer del 11 de abril de 1870 una partida de 50 hombres armados, al mando del coronel Robustiano Vera, hicieron ruidosa irrupción en San José.
Rebelión de López Jordán
La rebelión de Lopez Jordán fue el último acto del conflicto entre unitarios y federales y se desarrolló en la provincia de Entre Ríos y en menor medida en la provincia de Corrientes entre el 11 de abril de 1870, fecha del asesinato de Justo José de Urquiza y 16 de diciembre de 1876, fecha de la captura de Ricardo López Jordán, jefe de la rebelión.
El 14 de abril, López Jordán era elegido gobernador provisorio por la Legislatura, para completar el período de gobierno de Urquiza En su discurso de asunción apoyó la revolución y apenas mencionó de paso que "he deplorado que... no hubiesen hallado otro camino que la víctima ilustre que se inmoló."
Los invasores del palacio llegaron a las habitaciones de Urquiza y éste fue herido de bala a los gritos de ¡muera el tirano y el traidor Urquiza!, y ¡viva López Jordán!
Aunque herido, intentó defenderse contra los 50 enemigos que lo atacaban y fue apuñalado por Coronel mientras moría en brazos de sus hijas, de 16 y 17 años de edad.
El mismo día eran asesinados en Concordia dos de sus hijos, la banda asesina era capitaneada por Simón Luengo, que había recibido muchos favores del gobernador de Entre Ríos. Simón Luengo acató las razones de Urquiza, pero algún resentimiento ha debido quedar en su ánimo contra la desautorización del gobernador de Entre Ríos. Puesto de acuerdo con López Jordán que preparaba una rebelión contra Urquiza, acusado de haberse vendido a los porteños, recibió la orden de apresar al gobernador y llevarlo a su presencia. Pero en lugar de la detención, los hombres de Luengo asesinaron al viejo caudillo.
Ricardo López Jordán fue un colaborador de Urquiza en el gobierno de Entre Ríos y durante la presidencia de éste en Paraná, capital de la Confederación Argentina. Cuando Urquiza se retiró de la batalla de Pavón el 17 de septiembre de 1861, López Jordán no perdonó la acción de su jefe, quien había pactado con el porteño Bartolomé Mitre y posibilitó el triunfo de Buenos Aires y la disolución de la Confederación.
López Jordán jamás perdonó a Urquiza haberse retirado de Pavón y lo culpó de que la organización nacional estuviese en manos del centralismo porteño.
La presidencia de Sarmiento tuvo que afrontar la terminación de la guerra del Paraguay y la crisis producida en las relaciones con el Brasil, además de la situación de descontento y de agitación en las provincias; la Oposición en el parlamento, particularmente en el Senado, con oradores de la talla de Juan E. Torrent, Nicasio Oroño, Mitre, Manuel Quintana, fue muy intensa; las rebeliones de López Jordán en defensa de la autonomía entrerriana y además el azote de los indios que amenazaban en todas partes. Se agregó a todos estos problemas la aparición de un brote violento de fiebre amarilla en Buenos Aires, desde el 27 de enero hasta mediados de junio de 1871.
Se da como fecha de iniciación de la epidemia el 27 de enero de 1871 con tres casos identificados por el Consejo de Higiene Pública de San Telmo Las mismas tuvieron lugar en dos manzanas del barrio de San Telmo, lugar que agrupaba a numerosos conventillos: las viviendas en las calles Bolívar 392 y Cochabamba 113, fueron los primeros focos de iniciación y propagación. En Bolívar 392, un pequeño inquilinato de ocho cuartos, el italiano Ángel Bignollo de 68 de años de edad y su nuera Colomba de 18, contrajeron la enfermedad siendo asistidos por el doctor Manuel Gregorio Argerich, quien no pudo evitar sus muertes. En el certificado de defunción Argerich expresó que el deceso del primero se debió a una gastroenteritis, y el de la segunda a una inflamación de los pulmones, ese diagnóstico, expresado erróneamente a sabiendas, tuvo la finalidad de no alarmar a los inquilinos de la casa y a los vecinos del barrio; pero en la notificación que Filemón Naón, comisario de la Sección 14, elevó al jefe de la policía, Enrique Gorman, se consignó que ambos eran casos de fiebre amarilla.
Cementerio de la Chacarita
Ante la epidemia de fiebre amarilla fue necesario la construcción de cementerios ya que los existentes (en particular el Cementerio del Sud, actual Parque Ameghino) no daban abasto y el Cementerio del Norte (actualmente Cementerio de la Recoleta) había prohibido que se inhumen allí a quienes habían muerto por la epidemia.
El nombre del barrio, que da nombre al cementerio, nace del diminutivo de Chácara o Chacra, voz quechua que significa "granja", "quinta" o "fundo". En este caso, se trataba de la Chacra del Colegio que la Compañía de Jesús tenía en las afueras de la ciudad de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVIII. Por ello se la conocía como "la chacrita" o "chacarita de los colegiales".
Para el traslado se creó el Tranvía Fúnebre, que fue utilizado para llegar al cementerio, y se inauguró la llamada Estación Fúnebre en la intersección de las calles Bermejo (actualmente Jean Jaurès) y Avenida Corrientes, donde se recibían los ataúdes.
El cementerio contaba con condiciones de higiene mínimas y sumado a la gran cantidad de víctimas que causó la epidemia, se llegaron a cremar 564 cadáveres en un día y según testimonios en un día murieron 14 empleados. Pero los olores y la falta de salubridad molestaban a los vecinos del barrio. Por esta razón el cementerio fue clausurado en 1875
Un foco infeccioso era el Riachuelo convertido en sumidero de aguas servidas y de desperdicios arrojados por los saladeros y mataderos situados en sus costas y dado que se carecía de un sistema de cloacas, los desechos humanos acababan en los pozos negros, que contaminaban las napas de agua y en consecuencia los pozos, que constituían una de las dos principales fuentes de agua para la mayoría de la población y la otra fuente era el Río de La Plata, de donde el agua se extraía cerca de la ribera contaminada y se distribuía por medio de carros aguateros, sin ningún tipo de saneamiento previo.
Durante 1871 el 8% de los porteños falleció víctima de una epidemia de fiebre amarilla. En una ciudad donde en tiempos normales sólo moría un promedio de veinte personas por día, hubo días en los que murieron más de quinientas personas. La población, en su peor momento, se redujo a la tercera parte, debido al éxodo de quienes la abandonaban buscando escapar del flagelo. Las autoridades del gobierno nacional también huyeron.
Sin embargo Roque Pérez fue de los que se quedaron a ayudar a los que por la enfermedad o por no contar con medios económicos no pudieron irse. Por sus merecimientos fue electo presidente de la Comisión Popular que se encargaría de tomar las medidas y de dar la ayuda necesaria para terminar con el flagelo.
Como al asumir sabía que era muy probable que muriese contagiado, preparó su testamento. En efecto, el 24 de marzo de 1871, murió a consecuencia de la fiebre.
Una pintura al óleo del uruguayo Juan Manuel Blanes, denominado Episodio de la fiebre amarilla lo recuerda al mostrarlo ingresando en un hogar afectado por la epidemia y observando el cadáver de una joven, acompañado a su derecha por el doctor Adolfo Argerich.
Durante la presidencia de se estableció el Banco Nacional, que eventualmente abrió más de 20 sucursales, la mayoría en las capitales de las diferentes provincias de la nación.
Fue constituido por ley del 5 de noviembre de 1872, y recibió el derecho de realizar operaciones de descuentos de letras, depósitos en cuenta corriente, y a plazos, así como préstamos al gobierno nacional y a los provinciales. Disfrutaba del privilegio de emitir billetes al portador, convertibles a la vista y admitidos en todas las oficinas públicas; en principio, dicha emisión debía estar respaldada por una reserva en metálico y no podía exceder el doble del capital realizado, aunque pronto se dejaron de respetar estas reglas. Además, como agente del Estado en todas sus operaciones financieras, tenía privilegios especiales, siendo la institución preferida para los depósitos fiscales y judiciales y para el descuento de letras del gobierno.
El Banco Nacional era una institución mixta: el gobierno nacional poseía aproximadamente 10% de capital original (20 millones de pesos moneda nacional), y tenía derecho a nombrar tres de sus doce directores. Su desarrollo en sus primeros años fue limitado por la crisis económica de los años 1873-76 pero posteriormente se convirtió en rival del Banco de la Provincia de Buenos Aires ya que llegó a controlar las cuentas del gobierno federal y a manejar una gran cantidad y variedad de cuentas privadas en todo el país. El Banco reemplazó con sus billetes convertibles las diversas monedas que circulaban en el interior, pero el carácter mixto de la institución, la injerencia gubernamental en su directorio, el abuso del crédito por los gobiernos y municipalidades y la mala administración contribuyeron a su ruina, será reemplazado en 1891 por el Banco de la Nación.
En el campo financiero, hay que señalar la instalación del Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, en 1871; el Banco de Italia y Río de la Plata, en 1872, y el Banco Nacional, en 1873.
Los presupuestos ordinarios de gastos aumentaron considerablemente. De 14.458.000 pesos en 1870 llegaron a 28, 25 y 23 millones en los años subsiguientes siendo constantes los déficit fueron constantes. La renta aumentó también, salvo el año 1871, a causa de la epidemia; de 12.678.000 pesos en 1869, llegó en los años 1872, 1873 y 1874, a 18, 20 y 16 millones respectivamente. La deuda consolidada el 31 de diciembre de 1874 era de 68.416.000 pesos, figurando en esta cifra 21 millones de deuda interna y además los empréstitos ingleses de 1824, 1868 y 1871-72. Mariano Varela, en Londres, con la intervención de los banqueros Murrieta y Cía., contrató un empréstito que permitió equilibrar el nivel financiero trastornado por los levantamientos internos, la conclusión de la guerra del Paraguay y la epidemia de fiebre amarilla.
En 1869 creó Sarmiento el Colegio militar de la Nación, para poner fin a las "montoneras con música" y actualizar la enseñanza y preparación del ejercito; en 1872 fundó la Escuela naval militar y el arsenal de Zárate. Mitre había ensayado en 1865 la utilización de la Escuela de artes, oficios y agricultura para el reclutamiento de oficiales. Al disolverse en esa escuela la sección militar, Sarmiento propuso al Congreso una ley para organizar un instituto en el que se habrían de formar los futuros oficiales del ejército. La ley se sancionó el 7 de octubre de 1869. Originariamente funcionó en el edificio de Rosas en Palermo, una escuela destinada a la educación de jóvenes para la carrera de las armas; por decreto del 22 de junio de 1870, lo de "escuela" se cambió en "colegio".
El primer director del instituto fue el coronel húngaro Juan F. Czetz, con la colaboración de Víctor L. de Pesloyan, Guillermo Hoffmeister, Enrique Luzuriaga y Lorenzo Tock. Se inauguraron los cursos con siete aspirantes, y el primero de los inscriptos fue Ramón L. Falcón; al año siguiente sumaron 35 las inscripciones. La primera promoción tuvo lugar en 1872: José Daza, Rodolfo Domínguez, Martín Gras y Rodolfo Kratzenstein. El colegio funcionó en Palermo hasta 1892; luego pasó a San Martín, a una escuela de artes y oficios que había construido el gobierno de la provincia en 1855.
Un complemento del Colegio militar fue la Academia militar creada el 30 de enero de 1884, para completar los conocimientos de los oficiales que no habían seguido los cursos del Colegio militar. También fue su director Juan F. Czetz. Tuvo en cuenta Sarmiento en esas creaciones parte del diario militar que redactara su hijo Dominguito, en el que exponía el sacrificio inútil de la oficialidad joven durante la guerra del Paraguay, para la cual el valor personal reemplazaba a la carencia de formación técnica y de preparación para el oficio. Hay que considerar también la amenaza constante de las insurrecciones en el litoral y en el norte y contra las cuales el ejército pobremente equipado y con escasa disciplina debía ceder al caudillaje que dominaba en gran parte del país. Además comprendió que la plana mayor que -había actuado en la guerra del Paraguay, con amplia experiencia, pero formada a "ponchazos", se encontraba ya envejecida y relativamente fuera de la realidad de los problemas nacionales apremiantes. Imaginó una fuerza armada que sostuviese con su gravitación la Constitución nacional y las instituciones a que dio vida.
Sarmiento dio todo el impulso posible a la construcción de líneas férreas. Los 573 kilómetros construidos durante la presidencia de Mitre se convirtieron en 1.331 en 1874 al traspasar el mando a Avellaneda.
Se terminó la línea que unía a Rosario con Córdoba; se comenzó la construcción del ramal de Córdoba a Tucumán y el de Buenos Aires a Campana, que luego se convirtió en la empresa "Buenos Aires y Rosario", después Ferrocarril Central Argentino (hoy ferrocarril Mitre), y la de Concordia a Mercedes (Corrientes). Los caminos hacia todas las capitales de provincias y numerosos puentes fueron construidos en ese período o terminados.
La primera línea telegráfica se instaló en el país en 1860 y unió a Buenos Aires con la localidad de Moreno, y en 1869 quedaron ligados telegráficamente Buenos Aires y Rosario, pero ya antes, en 1866, se había transmitido el primer mensaje telegráfico desde Buenos Aires a Montevideo por la Compañía Telégrafo del Río de la Plata. El gobierno de Sarmiento resolvió ampliar las líneas telegráficas hacia el interior del país, y encomendó esa tarea al ingeniero francés Enrique Tassart, y no pasaron muchos años sin quedar vinculadas las provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja con la capital. Para responder a las exigencias de ese servicio se creó en Tucumán una escuela de telegrafistas.
Al terminar el período presidencial de Sarmiento, se había tendido una red telegráfica que sumaba 5.000 km y en 1874 se estableció la comunicación telegráfica con Europa por medio de la Agencia Hayas. El telégrafo fue un coadyuvante valioso en la conquista del desierto durante la campaña de Julio Argentino Roca unos años después.
La red de telégrafos, que casi coincide en sus comienzos con la inauguración de su presidencia, cubría en 1874 una extensión de 5.000 kilómetros. El 18 de mayo de 1871 funciona por primera vez el telégrafo que une a Buenos Aires y Córdoba. Vélez Sarsfield había sido enviado a su ciudad natal para la inauguración del servicio; Sarmiento fue con Mitre y Rawson al edificio del Banco Maui, asiento de la central telegráfica. Vélez Sarsfield llamó desde Córdoba y respondió Sarmiento; los asistentes se emocionaron y Mitre abrazó al presidente.
Un hombre de empresa, Federico Lacroze, pidió en 1868 la concesión de una línea de tranvías de un total de 60 cuadras, desde la calle Victoria, por 25 de Mayo hasta Entre Ríos, Rivadavia, Rioja hasta Piedad, por ésta desde Rioja hasta Callao, de Callao a 25 de Mayo y vuelta hasta Victoria. Tuvo que vencer muchas dificultades; vecinos de las calles por donde debía pasar el tranvía se opusieron, entre ellos Achával, Estrada, Basualdo, Anchorena, Muñiz, Mallo, Moreno, Escalada, Larguía, Lozano, Terrero, Roverano, Larroque, Sommer, Fourcade, Cañas, Zamboni, etc., considerando que esos vehículos entrañaban un serio peligro para la población.
Pero en 1869 Lacroze obtuvo la concesión; ese mismo año obtuvo otra concesión para unir plaza Once con la Boca pasando por la plaza de Mayo; en 1870, con su hermano Julio, instaló otra nueva línea desde Potosí (hoy Alsina) y Perú, hasta Brasil, para seguir hasta la Boca; la había obtenido Santiago Calzadilla, que la transfirió a los Lacroze.
Hubo prolongaciones y nuevas líneas en lo sucesivo; en 1877 se comprometió la empresa a trasladar también los cadáveres a la Chacarita, en servicios fúnebres de tres categorías. En 1889 la empresa de tranvías fue transferida a la denominada Anglo-Argentina. Luego instaló Lacroze el tranvía rural a vapor, que contribuyó al progreso de una vasta zona de la provincia de Buenos Aires y que se convirtió en el ferrocarril Central de Buenos Aires con 220 km de recorrido entre Chacarita y Rojas y ramal a Zárate.
La compañía de tranvías Anglo-Argentina Ltda. había adquirido una línea de Billinghurst, con servicios a plaza Constitución y a la Recoleta, y en 1874 amplió su red con la línea a Flores; poco después se constituyeron otras empresas, la Ciudad de Buenos-Aires, Buenos Aires y Belgrano, La Capital, La Nueva, el Gran Nacional, el Metropolitano, los Eléctricos de Buenos Aires. Era preciso armonizar todas esas empresas y sus servicios, y a esa tarea se dedicó la compañía Anglo-Argentina Ltda., incorporando la compañía Ciudad de Buenos Aires, primero, luego Buenos Aires y Belgrano, los Eléctricos de Buenos Aires, después el Metropolitano, el Gran Nacional, La Nueva, La Capital y la Belga-Argentina. Finalmente incorporó la Central de los Lacroze. Los 11 kilómetros de línea con que contaba el tranvía en Buenos Aires en 1870, llegaron en 1909 a 528 kilómetros; en esta fecha la compañia concentraba un personal .de 8.317 obreros y empleados.
Billetes del Banco Nacional emitidos durante la epoca de Sarmiento en 1873
La relación de Lacroze con el transporte ferroviario comienza en 1866, cuando propuso a la municipalidad de Luján construir una vía férrea entre esa ciudad y Salto. La propuesta no fue aceptada debido a que el dinero era destinado por ese entonces a la guerra contra el Paraguay.
Entrada la década de 1870, la necesidad de un transporte de pasajeros de Buenos Aires motivó a que, junto con otros empresarios, como Mariano Billinghurst y Teófilo Méndez, pidiera a Emilio Castro, por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, la concesión de diferentes líneas de tranvías.
La solicitud llevó a curiosos debates en la Legislatura. El diputado Rufino Varela llegó a decir no se debía disponer de las calles “que son de los vecinos”. Otros llegaron a argumentar que los tranvías ocasionarían muertos y heridos, desvalorizarían las propiedades que estuvieran sobre las calles donde transitaran y hasta que dificultarían el acceso de los fieles a las parroquias.
Al poco tiempo Castro permitió la llegada del tranvía y una de las primeras líneas fue creada por Federico Lacroze junto con su hermano Julio.
En marzo de 1871 se inauguró ese ramal que recorría unas sesenta cuadras entre Plaza de Mayo y plaza Miserere. Unos metros más adelante del tranvía (que por ese entonces tirado por caballos a una velocidad de unos 9 kilómetros por hora) iba un mensajero anunciando la proximidad del mismo.
Reunión para la construcción del puerto de Buenos Aires que fue la gran pasión que no puedo realizar en la imagen se ve a un joven Carlos Pellegrini exponiendo el proyecto. El proyecto fue aporbado por ambas cámaras pero se opuso Emilio Castro gobernador de Buenos Aires argumentando a que el gobierno nacional estaba en la ciudad de Buenos Aires, en calidad de huésped del gobierno provincial. Emilio Castro apoyó la extensión de los ferrocarriles, y aprobó que el gobierno provincial se hiciera cargo de construir líneas que no eran rentables para los privados e hizo construir un tercer muelle (junto al de pasajeros y el de la aduana Taylos) que se realizo hacia 1872 y fue conocido como Muelle de las Catalinas, a la altura de la calle Paraguay, que comunicaba con líneas férreas para uso particular . A raíz de los trabajos del puerto Madero todos estos muelles desaparecieron.
Tendido del cable telegráfico en el Río de la Plata, dibujo de Meyer aparecido en El Americano en París en 1971
El 13 de marzo de 1870, el trazado del Ferrocarril Central Argentino llega hasta la ciudad de Córdoba, y la línea es inaugurada oficialmente por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento el 13 de abril del mismo año. Era la línea ferroviaria más larga del país en ese tiempo, y el primero en unir dos provincias.
La estación terminal de Rosario, la Estación Rosario Central, finalmente se comienza a construir en 1868 y se completa también en 1870.
La inauguración oficial de la línea daba derecho a la empresa a percibir un subsidio de 553.280 pesos fuertes anuales, correspondientes al 7% garantizado de las 6.400 libras por milla estipuladas en el contrato. Esa suma debía proceder de los ingresos por transporte de pasajeros y mercancías, y completada por la Administración, tal como garantizaban los contratos suscritos.
En febrero de 1873 fue postulado como candidato presidencial por el Partido Nacionalista para las elecciones del año siguiente, pero fue derrotado por Nicolás Avellaneda.
Mitre acuso al gobierno de haber falseado los resultados, los partidarios de Mitre y se prepararon para la revolución contaba para eso con los generales Arredondo y Rivas los cuales se pusieron a conspirar aliados al mitrismo , el uno en Cuyo, el otro en la provincia de Buenos Aires, otros en Corrientes, etc. Mitre renunció a su jerarquía en el ejército y se dirigió a Colonia y días después lanzó un manifiesto revolucionario explicando su actitud y la razón del movimiento que encabezaba la revolución estalló 23 de septiembre de 1874, cuando Mitre estaba en Montevideo.
La conspiración mitrista
La conspiración había tomado carácter público; se hablaba de ella en todas partes; solamente Sarmiento no la creía posible; pero el 24 de setiembre se desvanecieron todas las dudas y ordenó ese día a Ivanowsky que vigilase a Arredondo. Ezequiel C. Paz, director de La Prensa, proclamó el movimiento y clausuró sus talleres para ponerse "al servicio del pueblo, en el terreno de los hechos"; Paz, con Zeballos y otros, se dirigieron a Belgrano para organizar allí un levantamiento popular.
Los generales Arredondo y Rivas se pusieron a conspirar, el uno en Cuyo, el otro en la provincia de Buenos Aires, otros en Corrientes, etc. Mitre renunció a su jerarquía en el ejército y se dirigió a Colonia y días después lanzó un manifiesto revolucionario explicando su actitud y la razón del movimiento que encabezaba. Quedaron fieles al gobierno Luis María Campos, Julio Campos, el coronel Nelson, el coronel Ayala, el coronel Azcona, Napoleón Uriburu y el coronel Julio A. Roca, que reunieron 35.000 hombres; en tanto del lado de la revolución estuvieron Ignacio Rivas, Benito Machado, el coronel Julián Murga, los comandantes Paz y Dávila, Charras, Emilio Vidal y los indios de la tribu de Catriel, más las milicias del departamento de Goya y 3.600 hombres del ejército de línea y milicias al mando de Arredondo, en total 14.000 hombres.
Comienza la revolucion
Mitre partió de Colonia y desembarcó en el Tuyú, aumentando sus filas con voluntarios de la campaña, hasta incorporarse el coronel Rivas. La revolución debía producirse el 12 de octubre, día de la transmisión del mando presidencial, pero una delación la precipitó y estalló el 24 de setiembre. El coronel de marina Erasmo Obligado se apoderó de un buque de la escuadra; le siguió Rivas con la división del sur de la provincia de Buenos Aires y enseguida Arredondo sublevó los regimientos de infantería y caballería de Villa Mercedes, San Luis.
Sarmiento, como se dijo, había ordenado a Ivanowsky la detención de Arredondo, pero el telegrafista hizo conocer el telegrama del presidente a Arredondo, el cual proclamó la revolución en los cuarteles y mandó detener a Ivanowsky; como éste se resistiera, fue muerto por los soldados a tiros y bayonetazos.
Roca contra Arredondo
El gobierno formó tres agrupaciones, dos en la provincia de Buenos Aires, una al mando de los coroneles Luis María Campos y Julio Campos, y otra, el llamado ejército del norte, a las del coronel Julio A. Roca. El gobernador de Buenos Aires movilizó también las milicias y algunas tropas y las puso al mando del teniente coronel José Inocencio Arias. Arredondo aumentó sus contingentes con las fuerzas de la frontera con el indio y la guardia nacional de San Luis y se dirigió a Río Cuarto, donde se hallaba Julio A. Roca con tropas de frontera; pero este último se había retirado a Villa María, primero, y a Ballesteros después. Arredondo entró el 3 de octubre en Córdoba, donde la población no mostró ninguna simpatía revolucionaria, sino más bien franca hostilidad. Y como Roca hubiese aumentado sus fuerzas y se pusiese en marcha para buscar al jefe revolucionario, éste se dirigió a San Luis.
El 9 de octubre llegó a Río Cuarto, aumentó sus huestes en Villa Mercedes y desde San Luis se dirigió hacia Mendoza a fines de octubre. El gobierno de Mendoza organizó fuerzas leales, unos 2.000 hombres, al mando del teniente coronel Amaro Catalán. Arredondo entabló combate contra las tropas de Catalán en la hacienda de Santa Rosa.
Primera batalla de Santa Rosa
Tras ocupar la ciudad de Córdoba, Arredondo se dirigió a San Luis y de allí a Mendoza, donde lo esperaba el coronel Amaro Catalán al frente de las milicias provinciales. En dos horas de lucha, las tropas mendocinas fueron desalojadas de sus posiciones y dispersadas; en la acción murió el teniente coronel Catalán, y los vencidos dejaron 80 prisioneros y un cañón de montaña; los muertos y heridos de ambos bandos fueren 350.
Arredondo ocupó la ciudad de Mendoza, y derrocó a los gobernadores de esa provincia y la de San Juan. Poco después llegaba la noticia de la derrota de Mitre en la batalla de La Verde. Roca se fue aproximando lentamente a su adversario, que había entrado en Mendoza el 19 de noviembre; San Juan se plegó al movimiento y Arredondo se trasladó a Santa Rosa para esperar allí a Roca.
Segunda batalla de Santa Rosa
Roca llegó poco después a la provincia de Mendoza, y Arredondo lo esperó en el mismo punto de Santa Rosa, defendido por una posición fuerte, con una ancha zanja y un parapeto de tierra, rodeado de montes bajos, imposibles de cruzar para la caballería.
Esa noche, un baqueano guió las fuerzas de Roca por el único sendero que podía esquivar la posición de los revolucionarios, que estaban demasiado confiados para creer que eso se pudiera hacer. Y a la mañana siguiente, 7 de diciembre, el ataque de Roca ocurrió por la retaguardia enemiga; las fuerzas revolucionarias se defendieron valientemente, pero fueron pronto superadas por las leales al gobierno. Roca encontró al desorientado Arredondo, que aún creía que el grueso de las fuerzas enemigas atacarían por el frente, y lo obligó a rendirse. La totalidad de las fuerzas vencidas fueron muertas o tomadas prisioneras.
Cada uno de los beligerantes contaba con 4.500 hombres, la lucha fue favorable al ejercito nacional del norte a las tres horas de combate. Los revolucionarios perdieron 2.000 prisioneros, 300 muertos y heridos, su artillería, ametralladoras, parque, municiones, etc. Las tropas de Roca tuvieron 200 bajas. La revolución fue vencida en la región cuyana. José Miguel Arredondo quedó prisionero.
Campaña contra Mitre. La Verde.
Las agrupaciones que actuaron en la provincia de Buenos Aires al mando de Luis María Campos y Julio Campos, buscaron a Rivas, que había reunido unos 3.500 hombres, con los que formó el llamado ejército constitucional, al que se incorporó el cacique Catriel con sus indios armados de lanza. Las fuerzas de Rivas se reunieron a Mitre en Médanos, al sur de Tuyú, el 10 de noviembre. El 3 de ese mes comenzó la marcha hacia el oeste para buscar el enlace con Arredondo, procurando no librar batallas decisivas, siendo seguido por Julio Campos e Hilario Lagos, hijo este último del coronel del mismo nombre que puso sitio a Buenos Aires en 1852. El 10 de noviembre una columna de caballería, destacada para operar sobre Las Flores y los partidos adyacentes, tuvo un encuentro al norte del arroyo Gualicho con las fuerzas del comandante Muslera, que fueron dispersadas.
Los indios incorporados a los mitristas desertaron y se pasaron a las fuerzas nacionales. Catriel fue detenido y asesinado por los indios mismos encabezados por su hermano Juan José.
El teniente coronel José Inocencio Arias recibió orden del gobierno de defender Altamirano y en cambio se dirigió a Las Flores, donde había sido derrotado Muslera, sorprendiendo allí a una vanguardia de Mitre y continuando la marcha hacia La Verde, en busca de fuerzas adversarias. Estando allí se informó que el general Mitre se aproximaba con el grueso de las fuerzas, perseguido por Julio Campos; resolvió esperarlo y, como sus fuerzas eran inferiores, optó por improvisar y fortificar la posición para resistir con sus 800 hombres.
En la madrugada del 6 de noviembre, apareció el ejército constitucional, con 5.500 hombres de las tres armas. Intimó Mitre la rendición a Arias y éste se dispuso a la más extrema resistencia. Los revolucionarios atacaron y el fuego de los Remington de los leales les ocasionó numerosas bajas; entre los muertos figuró el coronel Borges. Las tropas de Arias contuvieron y rechazaron a los revolucionarios y Mitre optó por abandonar la lucha, después de haber disminuido sus fuerzas en 1.500 plazas, entre muertos, heridos y desertores.
Se retiró Mitre perseguido por Arias, a pesar de haber recibido este último orden de dirigirse a Chivilcoy. El 1 º de diciembre llegó Julio Campos a Nueve de Julio y Luis María Campos se aproximó a Junín procurando cortar la retirada a los mitristas. Mitre disponía sólo ya de 2.500 hombres y el 2 de diciembre firmó con Arias la capitulación de Junín, entregando su espada y rindiendo las armas del ejército constitucional para no causar nuevos derramamientos de sangre. Las unidades rebeldes de la escuadra fueron perseguidas por buques leales hasta el este de Maldonado; el comandante Erasmo Obligado, con la Paraná, se dirigió durante la noche a Buenos Aires y se rindió el 18 de noviembre.
El movimiento mitrista en Goya entretuvo a las fuerzas gubernistas desde el 28 de octubre hasta principios de diciembre, fecha en que sus integrantes se disolvieron sin haber llegado a un combate. Las tropas de Taboada en Santiago del Estero fueron licenciadas sin combatir en vista de los reveses sufridos por la revolución en el país. Hubo lucha en el norte, en Jujuy; después de un triunfo de los mitristas en Cochinoca, éstos fueron batidos por el gobernador José M. Prado; los rebeldes, al mando de Laureano Saravia, perdieron en esa acción 130 muertos y 230 prisioneros de un total de 800.