EL HIJO MAYOR DE
MARTÍN FIERRO
XII
LA PENITENCIARIA
656 aunque el gajo se parece al árbol de donde
sale, solía decirlo mi madre, y en su razón estoy fijo: "Jamás
puede hablar el hijo con la autoridad del
padre".
657 Recordarán que quedamos sin tener donde
abrigarnos, ni ramada ande ganarnos, ni rincón ande meternos, ni
camisa que ponernos. Ni poncho con que taparnos.
658 Dichoso
aquel que no sabe lo que es vivir sin amparo; yo con verdá les
declaro, aunque es por demás sabido, dende chiquito he vivido en
el mayor desmparo.
659 No le mermam el rigor los mesmos que
le socorren; tal vez porque no se borren los decretos del
destino, de todas parten lo corren como ternero
dañino.
660 Y vive como los bichos buscando alguna
rendija; el güerfano es sabandija que no encuentra compasión, y
el que anda sin dirección es guitarra sin
clavija.
661 Sentiré que cuanto digo a algún oyente le
cuadre. Ni casa tenía, ni madre, ni parentela, ni hermanos; y
todos limpian sus manos en el que vive sin padre.
662 Lo
cruza éste de un lazazo lo abomba aquél de un moquete, otro le busca
el cachete, y, entre tanto soportar, suele a veces no
encontrar ni quien le arroje un zoquete.
663 Si lo recogen,
lo tratan con la mayor rigidez; piensan que es mucho tal
vez, cuando ya muestra el pellejo, si le dan un trapo viejo pa
cubrir su desnudez.
664 Me crié, pues, como les digo, desnudo
a veces y hambriento; me ganaba mi sustento, y ansí los años
pasaban; al ser hombre me esperaban otra clase de
tormentos.
665 Pido a todos que no olviden lo que les voy a
decir; en la escuela del sufrir he tomado mis leciones, y hecho
muchas reflesiones dende que empece a vivir.
666 Si alguna
falta cometo la motiva mi inorancia; no vengo con arrogancia y
les diré, en conclusión, que trabajando de pión me encontraba en una
estancia.
667 El que manda siempre puede hacerle al pobre un
calvario; a un vecino propietario un boyero le mataron, y aunque
a mí me lo achacaron salió cierto en el sumario.
668 Piensen
los hombres honrados en la vergüenza y la pena de que tendría el
alma llena al verme, ya tan temprano, igual a los que sus
manos con el crimen envenenan.
669 Declararon otros
dos sobre el caso del dijunto, mas no se aclaró el asunto, y el
Juez, por darlas de listo, "Amarrados como un Cristo", nos dijo,
"Irán todos juntos".
670 "A la justicia ordinaria voy a
mandar a los tres." Tenia razón aquel Juez, y cuantos ansí
amenacen; ordinaria... Es como la hacen: lo he conocido
después.
671 Nos remitió, como digo, a esa justicia
ordinaria, y juimos con la sumaria a esa cárcel de malevos que,
por un bautismo nuevo, le llaman penicentiaria.
672 El porqué
tiene ese nombre naides me lo dijo a mí, mas yo me lo esplico
ansí: le diran penitenciaria por la penitencia diaria, que se
sufre estando allí.
673 Criollo que cai en desgracia tiene
que sufrir un poco; naides lo ampara tampoco si no cuenta con
recursos. El gringo es de más discurso: cuando mata, se hace el
loco.
674 No sé el tiempo que corrió en aquella
sepoltura; si de ajuera no lo apuran, el asunto va con
pausa; tienen la presa sigura y dejan dormir la
causa.
675 Inora el preso a que lado se inclinará la
balanza, pero es tanta la tardanza que yo les digo por mí: el
hombre que dentre allí deje ajuera la esperanza.
676 Sin
perfecionar las leyes perfecionan el rigor; sospecho que el
inventor habrá sido algún maldito: por grande que sea un
delito, aquella pena es mayor.
|
|
677 Eso es para quebrantar el
corazón mas altivo; los llaveros son pasivos, pero más secos y
duros tal vez que los mesmos muros en que uno gime cautivo.
678 No es en grillo ni en cadenas en lo que usté
penará, sino en una soledá y un silencio tan projundo, que parece
que en el mundo es el único que está.
679 El más altivo
varón y de cormillo gastao allí se verá agobiao y su corazón
marchito, al encontrarse encerrao a solas con su
delito.
680 En esa cárcel no hay toros, allí todos son
corderos; no puede el más altanero, al verse entre aquellas
rejas, sino amujar las orejas y sufrir callao su
encierro.
681 Y digo a cuantos inoran el rigor de aquellas
penas, yo, que sufrí las cadenas del destino y su
inclemencia: que aprovechen la esperencia del mal en cabeza
ajena.
682 ¡Ay! Madres, las que dirigen al hijo de sus
entrañas, no piensen que las engaña, ni que les habla un
falsario lo que es el ser presidiario no lo sabe la
campaña.
683 Hijas, esposas, hermanas, cuantas quieren a un
varón, díganles que esa prisión es un infierno temido, donde no
se oye más ruido que el latir del corazón.
684 Alla el día no
tiene sol, la noche no tiene estrellas; sin que le valgan
querellas encerrao lo purifican, y sus lágrimas salpican en las
paredes aquellas.
685 En soledá tan terrible de su pecho oye
el latido; lo sé, porque lo he sufrido, y, creameló el
aulitorio, tal vez en el purgatorio las almas hagan más
ruido.
686 Cuentan esas horas eternas para más
atormentarse; su lágrima al redamarse calcula, en sus
afliciones, contando sus pulsaciones, lo que dilata en
secarse.
687 Allí se amansa el más bravo, allí se duebla el
más juerte; el silencio es de tal suerte que, cuando llegue a
venir, hasta se le han de sentir las pisadas a la
muerte.
688 Adentro mesmo del hombre se hace una
revolución: metido en esa prisión, de tanto no mirar nada, le
nace y queda grabada la idea de la perfección.
689 En mi
madre, en mis hermanos, en todos pensaba yo; al hombre que alli
dentró de memoria más ingrata, fielmente se le retrata todo
cuanto ajuera vió.
690 Aquel que ha vivido libre de cruzar
por donde quiera, se aflige y se desespera de encontrarse allí
cautivo: es un tormento muy vivo que abate la alma más
fiera.
691 En esa estrecha prisión, sin poderme
conformar, no cesaba de esclamar: ¡qué diera yo por tener un
caballo en que montar y una pampa en que correr!
692 En un
lamento constante se encuentra siempre embretao; el castigo han
inventao de encerrarlo en las tinieblas, y alli esta como
amarrao a un Fierro que no se duebla.
693 No hay un
pensamiento triste que al preso no lo atormente; baja un dolor
permanente agacha al fin la cabeza, porque siempre es la
tristeza hermana de un mal presente.
694 Vierten lágrimas sus
ojos, pero su pena no alivia; en esa constante lidia sin un
momento de calma, contempla con los del alma felicidades que
envidia.
695 Ningún consuelo penetra detrás de aquellas
murallas; el varón de mas agallas, aunque más duro que un
perno, metido en aquel infierno sufre, gime, llora y
calla.
696 De juror el corazón se le quiere reventar, pero
no hay sino aguantar aunque sosiego no alcance. ¡Dichoso, en tan
duro trance, aquel que sabe rezar!
697 ¡Dirige a Dios su plegaria el que sabe una
oración! En esa tribulación gime olvidado del mundo, y el dolor
es más projundo cuando no halla compasión. |
698 En tan crueles pesadumbres, en
tan duro padecer, empezaba a encanecer después de muy pocos
meses; alli lamenté mil veces no haber aprendido a
leer.
699 Viene primero el juror, después la
melancolia; en mi angustia no tenía otro alivio ni consuelo, sino
regar aquel suelo con lágrimas noche y día.
700 ¡A visitar
otros presos sus familias solían ir! Naides me visitó a
mí mientras estuve encerrado. ¡Quien iba a costiarse allí a ver a
un desamparado!
701 ¡Bendito sea el carcelero que tiene buen
corazón! Yo sé que esta bendición pocos pueden alcanzarla, pues
si tienen compasión su deber es ocultarla.
702 Jamás mi
lengua podrá espresar cuanto he sufrido; en ese encierro
metido, llaves, paredes, cerrojos se graban tanto en los ojos que
uno los ve hasta dormido. ....................
703 El mate no
se permite; no le permiten hablar; no le permiten cantar para
aliviar su dolor, y hasta el terrible rigor de no dejarlo
fumar.
704 La justicia es muy severa; suele rayar en
crueldá: sufre el pobre que allí está calenturas y delirios, pues
no esiste pior martirio que esa eterna
soledá.
705 Conversamos con las rejas por solo el gusto de
hablar, pero nos mandan callar y es preciso conformarnos; pues no
se debe irritar a quien puede castigarnos.
706 Sin poder
decir palabra sufre en silencio sus males, y uno en condiciones
tales, se convierte en animal, privao del don principal que Dios
hizo a los mortales.
707 Yo no alcanzo a comprender por que
motivo será que el preso privado está de los dones más
preciosos que el justo Dios bondadoso otorgó a la
humanidá.
708 Pues que de todos los bienes, en mi inorancia
lo infiero, que le dió al hombre altanero su divina majestá, la
palabra es el primero, el segundo es la amistá.
709 Y es muy
severa la ley que, por un crimen o un vicio, somete al hombre a un
suplicio el más tremendo y atroz, privado de un beneficio que ha
recebido de Dios.
710 La soledá causa espanto; el silencio
causa horror; ese continuo terror es el tormento más duro, y en
un presidio siguro está demás tal rigor.
711 Inora uno si de
allí saldrá pa la sepoltura; el que se halla en desventura busca
a su lao otro ser, pues siempre es güeno tener companeros de
amargura.
712 Otro más sabio podrá encontrar razón
mejor; yo no soy rebuscador, y ésta me sirve de luz: se los
dieron al Señor al clavarlo en una cruz.
713 Y en las
projundas tinieblas en que mi razón esiste, mi corazón se
resiste a ese tormento sin nombre, pues el honbre alegra al
hombre y el hablar consuela al
triste. ....................
714 Grábenlo como en la
piedra cuanto he dicho en este canto, y, aunque yo he sufrido
tanto, debo confesarlo aquí: el hombre que manda allí es poco
menos que un Santo.
715 Y son güenos los demás (a su ejemplo
se manejan), pero por eso no dejan las cosas de ser
tremendas; piensen todos y compriendan el sentido de mis
quejas.
716 Y guarden en su memoria con toda puntualidá lo
que con tal claridá les acabo de decir: mucho tendran que
sufrir si no creen en mi verdá.
717 Y si atienden mis
palabras no habrá calabozos llenos; manejense como güenos; no
olviden esto jamás; aqui no hay razón de más; mas bien las puse de
menos.
718 Y con esto me despido (todos han de
perdonar): ninguna debe olvidar la historia de un
desgraciado. Quien ha vivido encerrado poco tiene que
contar.
|