El hijo segundo de Martín Fierro |
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XIII
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719 Lo que les voy adecir ninguno lo ponga en duda: y aunque la cosa es peluda, hare la resolución; es ladino el corazón, pero la lengua no ayuda. 720 El rigor de las desdichas hemos soportado diez años, pelegrinando entre estraños, sin tener donde vivir, y obligados a sufrir una máquina de daños. 721 El que vive de ese modo de todos es tributario; falta la cabeza primario y los hijos que él sustenta se dispersan como cuentas cuando se corta el rasario. 722 Yo anduve ansí como todos, hasta que al fin de sus días supo mi suerte una tía y me recogió a su lado; allí viví sosegado y de nada carecía. 723 No tenía cuidado alguno ni que trabajar tampoco, y como muchacho loco lo pasaba de holgazán; con razón dice el refrán que lo güeno dura poco. 724 En mí todo su cuidado y su cariño ponía; como a un hijo me quería con cariño verdadero, y me nombró de heredero de los bienes que tenía. |
727 Tomó un recuento de todo, porque entendía su papel, y después que aquel pastel lo tuvo bien amasao, puso al frente un encargao, y a mí me llevó con él. 728 Muy pronto estuvo mi poncho lo mismo que cernidor; el chiripá estaba pior, y aunque para el frio soy guapo ya no me quedaba un trapo ni pa el frío, ni pa el calor. 725 |
726 Era hombre de mucha labia, con mas leyes que un dotor, me dijo: "Vos sos menor, y por los años que tienes no podés manejar bienes; voy a nombrarte un tutor." 729 |
La vuelta de |
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