791 Le cobré un miedo terrible después que
lo vi dijunto; llamé al alcalde, y al punto acompañado se vino de
tres o cuatro vecinos a arreglar aquel asunto.
792 "Anima bendita", dijo un viejo medio ladiao "Que Dios lo
haiga perdonao, es todo cuanto deseo, le conocí un pastoreo de
terneritos robaos."
793 "Ansina es", dijo el alcalde; "Con eso empezó a poblar; yo
nunca podré olvidar las travesuras que hizo; hasta que al fin fué
preciso que le privasen carniar.
794 "De mozo fue muy jinete: no lo bajaba un bagual; pa
ensillar un animal sin necesitar de otro, se encerraba en el
corral, y alli golpiaba el potro."
795 "Se llevaba mal con todos: era su costumbre vieja el
mesturar las ovejas, pues al hacer el aparte sacaba la mejor
parte, y despues venía con quejas."
796 "Dios lo ampare al pobrecito", dijo en seguida un
tercero. "Siempre robaba carneros; en eso tenía
destreza: enterraba las cabezas y despues vendía los cueros.
797 "¡Y qué costumbre tenía cuando en el jogón estaba! Con el
mate se agarraba estando los piones juntos. -Yo tallo -decía-y
apunto- y a ninguno convidaba."
798 "Si ensartaba algún asao -¡pobre! ¡Como si lo
viese!-, Poco antes de que estuviese primero lo maldecía, luego
después lo escupía para que naides comiese."
799 "Quien le quitó esa costumbre de escupir el asador fue un
mulato resertor que andaba de amigo suyo: un diablo muy
peliador que le llamaban Barullo."
800 "Una noche que les hizo como estaba acostumbrao, se
alzó el mulato enojao y le gritó: -¡viejo indino, yo te he de
enseñar, cochino, a echar saliva al asao!-" |
801 "Lo saltó por sobre el juego con el cuchillo en la
mano; ¡la pucha el pardo liviano! En la mesma atropellada le
largó una puñalada que la quitó otro paisano...
802 "Y ya caliente Barullo, quiso seguir la chacota; se le
había erizao la mota lo que empezó la reyerta: el viejo ganó la
puerta y apeló a las de gaviota."
803 "De esa costumbre maldita dende entonces se curó; a las
casas no volvió: se metió en un cicutal y alli escondido pasó esa
noche sin cenar."
804 Esto hablaban los presentes, y yo, que estaba a su lao al
oir lo que he relatao, aunque él era un perdulario, dije entre mí:
"¡que rosario le estan lanzando al finao!."
805 Luego comenzó el alcalde a registrar cuanto había, sacando
mil chucherias y guascas y trapos viejos, temeridá de
trebejos que para nada servían.
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806 Salieron lazos,
cabrestos, coyundas y maniadores, una punta de
arriadores, cinchones, maneas, torzales una porción de bozales y
un montón de tiradores.
807 Habia riendas de domar frenos, estribos quebraos; bolas,
espuelas, recaos, unas pavas, unas ollas, y un gran manojo de
argollas de cinchas que había cortao.
808 Salieron varios cencerros, alesnas, lonjas,
cuchillos, unos cuantos cojinillos un alto de jergas
viejas, muchas botas desparejas y una infinidá de anillos.
809 Había tarros de sardinas, unos cueros de venao, unos
ponchos aujeriaos, y en tan tremendo entrevero apareció hasta un
tintero que se perdió en el juzgao.
810 Decía el alcalde muy serio: "Es poco cunato se diga; había
sido como hormiga. He de darle parte al Juez. ¡Y que me venga
después con que no se los persiga!"
811 Yo estaba medio azorao de ver lo que sucedía; entre ellos
mesmos decían que unas prendas eran suyas, pero a mi me
parecía que estas eran aleluyas.
812 Y cuando ya no tuvieron rincón donde registrar, cansaos de
tanto huroniar y de trabajar en balde, "Vámosnos", dijo el
alcalde, "Luego lo haré sepultar."
813 Y aunque mi padre no era el dueño de ese hormiguero, el,
allí muy cariñero, me dijo con muy buen modo: "Vos serás
heredero y te harás cargo de todo."
814 "Se ha de arreglar este asunto como es preciso que
sea; voy a nombrar albacea uno de los circustantes; las cosas no
son como antes tan enredadas y feas."
815 "¡Bendito Dios!', Pensé yo, "Ando como un pordiosero, y me
nuembran heredero de toditas estas guascas. ¡Quisiera saber
primero lo que se han hecho mis
vacas!" |