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855 Martín Fierro y sus dos hijos, entre tanta concurrencia, siguieron con alegría celebrando aquella fiesta. Diez años, los más terribles, había durado la ausencia, y al hallarse nuevamente era su alegría completa. En ese mesmo momento uno que vino de ajuera, a tomar parte con ellos suplicó aue lo almitieran. |
Era un mozo forastero de muy regular presencia, y hacía poco que en le pago andaba dando sus güeltas. Asiguran algunos que venía de la frontera; que había pelao a un pulpero en las últimas carreras; pero andaba despilcho, no traia una prenda güena: un recadito cantor daba fe de sus pobrezas. Le pidió la bendición |
al que causaba la fiesta y, sin decirles su nombre, les declaró con franqueza que el nombre de Picardía es el único que lleva. Y para contar su historia a todos pide licencia, diciéndoles que en seguida iban a saber quien era. Tomo al punto la guitarra, la gente se puso atenta, y ansí cantó Picardía en cuanto templó las cuerdas: |
La vuelta de |
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XIX |
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