856 -Voy a contarles mi
historia (perdónenme tanta charla) , y les diré al
principiarla, aunque es triste hacerlo ansí: a mi madre la
perdí antes de saber llorarla.
857 Me quedé en el desamparo, y al hombre que me dió el
ser no lo pude conocer; ansí, pues, dende chiquito, volé como el
pajarito en busca de qué comer.
858 O por causa del servicio, que tanta gente destierra, o por
causa de la guerra, que es causa bastante seria, los hijos de la
miseria son muchos en esta tierra.
859 Ansí, por ella empujado, no sé las cosas que haría, y
aunque con verguenza mía, debo hacer esta alvertencia: siendo mi
madre inocencia, me llamaban Picardía.
860 Me llevó a su lado un hombre para cuidar las ovejas, pero
todo el día eran quejas y guascazos a lo loco, y no me daba
tampoco siquiera unas jergas viejas.
861 Dende la alba hasta la noche, en el campo me
tenía; cordero que se moría -mil veces me sucedió- los caranchos
lo comían, pero lo pagaba yo.
862 De trato tan rigoroso muy pronto me acobardé; el bonete me
apreté buscando los mejores fines, y con unos volantines me fuí
para Santa fé.
863 El pruebista principal a enseñarme me tomó, y ya iba
aprendiendo yo a bailar en la maroma, mas me hicieron una broma y
aquello me indijustó. |
864 Una vez que iba bailando, porque estaba el calzón
roto, armaron tanto alboroto que me hicieron perder pie; de la
cuerda me largué y casi me descogotó.
865 Ansí me encontre de nuevo sin saber dónde
meterme, y ya pensaba volverme cuando, por fortuna mía, me
salieron unas tías que quisieron recogerme.
866 Con aquella parentela, para mí desconocida, me acomodé ya
en seguida, y eran muy buenas señoras; pero las más rezadoras que
he visto en toda mi vida.
867 Con el toque de oración ya principiaba el rosario; noche a
noche un calendario tenían ellas que decir, y a rezar solían
venir muchas de aquel vecindario.
868 Lo que allí me aconteció siempre lo he de recordar, pues
me empiezo a equivocar y a cada paso refalo, como si me entrara el
Malo cuanto me hincaba a rezar.
869 Era como tentación lo que yo esperimenté, y jamas
olvidaré cuanto tuve que sufrir, porque no podia decir "Artículos
de la fe".
870 Tenía al lao una mulata que era nativa de allí; se hincaba
cerca de mí como el ángel de la guarda; ¡pícara!, Y era la
parda la que me tentaba ansí.
871 "Rezá", me dijo mi tía, "Artículos de la fe". Quise hablar
y me atoré; la dificultá me aflige; miré a la parda, y ya
dije: "Artículos de Santa fé". |
872 Me acomodó el coscorrón que
estaba viendo venir, yo me quise corregir, a la mulata miré y
otra vez volví a decir: "Artículos de Santa fé".
873 Sin dificultá ninguna rezaba todito el día, y a la noche
no podía ni con un trabajo inmenso; es por eso que yo pienso que
alguno me tentaría.
874 Una noche de tormenta vi a la parda y me entró chucho; los
ojos -me asusté mucho- eran como refocilo: al nombrar a San
Camilo, le dije San Camilucho.
875 Esta me da con el pie, aquella otra con el codo: ¡ah,
viejas, por ese modo, aunque de corazón tierno, yo las mandaba al
infierno con oraciones y todo!
876 Otra vez, que como siempre la parda me perseguía, cuando
yo acordé, mis tías me habían sacao un mechón al pedir la
estirpación de todas las herejías.
877 Aquella parda maldita me tenía medio afligido, y ansí; me
había sucedido que, al decir "Estirpación", le acomodé
"Entripación" y me cayeron sin ruido.
878 El recuerdo y el dolor me duraron muchos días; soñe con
las herejías que andaban por estirpar y pedía siempre al rezar la
estirpación de mis tías.
879 Y dale siempre rosarios, noche a noche sin cesar; dale
siempre barajar salves, trisagios y credos; me aburrí de esos
enriedos y al fin me mandé
mudar. |