880 Anduve
como pelota, y más pobre que una rata: cuando empecé a ganar
plata se armó no sé que barullo: yo dije: a tu tierra, grullo,
aunque sea con una pata.
881 Eran duros y bastantes los años que allá pasaron; con lo
que ellos me enseñaron formaba mi capital; cuanto vine, me
enrolaron en la Guardia Nacional.
882 Me habia ejercitao al naipe, el juego era mi carrera; hice
alianza verdadera y arreglé una trapisonda con el dueño de una
fonda que entraba en la peladera.
883 Me ocupaba con esmero en floriar una baraja; el la
guardaba en la caja en paquetes, como nueva; y la media arroba
lleva quien conoce la ventaja.
884 Comete un error inmenso quien de la suerte presuma; otro
mas hábil lo fuma, en un dos por tres lo pela, y lo larga que no
vuela, porque le falta una pluma.
885 Con un socio que lo entiende se arman partidas muy
güenas; queda allí la plata ajena, quedan prendas y
botones: siempre cain a esas riuniones zonzos con las manos llenas.
886 Hay muchas trampas legales, recursos del jugador; no
cualquiera es sabedor a lo que un naipe se presta: con una cincha
bien puesta se la pega uno al mejor.
887 Deja a veces ver la boca, haciendo el que se
descuida; juega el otro hasta la vida y es siguro que se
ensarta, porque uno muestra una carta y tiene otra prevenida.
888 Al monte, las precauciones no han de olvidarse jamás; debe
afirmarse además los dedos para el trabajo, y buscar asiento
bajo que le dé la luz de atrás.
889 Pa tallar, tome la luz; dé la sombra al
alversario; acomódese al contrario en todo juego cartiao: tener
ojo ejercitao es siempre muy necesario.
890 El contrario abre los suyos, pero nada ve el que es
ciego: dandole soga, muy luego se deja pescar el tonto; todo
chapetón cre pronto que sabe mucho en el juego.
891 Hay hombres muy inocentes y que a las carpetas van; cuando
azariados están -les pasa infinitas veces- pierden en puertas y en
treses, y dándoles mamarán. |