902 Un nápoles mercachifle que andaba con
un arpista, cayó también en la lista sin dificultá ninguna: lo
agarré a la treinta y una y le daba bola vista.
903 Se vino haciendo el chiquito, por sacarme esa ventaja; en
el pantano se encaja, aunque robo se le hacía; lo cegó santa
lucía y desocupó las cajas.
904 ¡Lo hubieran visto afligido llorar por las chucherías! "Me
gañao con picardía", decía el gringo y lagrimiaba, mientras yo en un
poncho alzaba todita su mercheria.
905 Quedó allí aliviao del peso sollozando sin consuelo; había
caido en el anzuelo, tal vez porque era domingo, y esa calidá de
gringo no tiene Santo en el cielo.
906 Pero poco aproveché de fatura tan lucida; el diablo no se
descuida, y a mí me seguía la pista un ñato muy enredista que era
Oficial de partida.
907 Se me presentó a esigir la multa en que había
incurrido, que el juego estaba prohibido, qus iba a llevarme al
cuartel tuve que partir con él todo lo que había alquirido.
908 Empecé a tomarlo entre ojos por esa albitrariedá; yo había
ganao, es verdá, con recursos, eso sí; pero el me ganaba a
mí fundao en su autoridá.
909 Decían que por un delito mucho tiempo anduvo
mal; un amigo servicial lo compuso con el Juez, y poco tiempo
después lo pusieron de Oficial.
910 En recorrer el partido continuamente se empleaba; ningún
malevo agarraba, pero traia en un carguero gallinas, pavos,
corderos que por ahi recoletaba |
911 No se debía permitir el abuso a tal estremo. Mes a
mes hacía lo mesmo, y ansí decía el vecindario: "Este ñato
perdulario ha resucitao el diezmo."
912 La echaba de guitarrero y hasta de concertador: sentao en
el mostrador lo hallé una noche cantando y le dije:
"Co...mo...quiando con ganas de oir un cantor."
913 Me echó el ñato una mirada que me quiso
devorar, mas no dejó de cantar y se hizo el desentendido; pero ya
había conocido que no lo podía pasar.
914 Una tarde que me hallaba de visita... vino el ñato, y para
darle un mal rato dije juerte: "ña...to...ribia, no cebe con la agua
tibia", y me la entendió el mulato.
915 Era todo en el juzgao, y como que se achocó, ahi no más me
contestó: "Cuanto el caso se presiente te he de hacer tomar
caliente, y has de saber quién soy yo."
916 Por causa de una mujer se enredó más la
cuestión; le tenía el ñato afición; ella era mujer de ley, moza
con cuerpo de güey, muy blanda de corazón.
917 La hallé una vez de amasijo; estaba hecha un embeleso, y
le dije: "Me intereso en aliviar sus quehaceres, y ansí, señora, si
quiere yo le arrimaré los güesos."
918 Estaba el ñato presente sentado como de adorno; por
evitar un trastorno ella, al ver que se dijusta, me contestó: "Si
usté gusta, arrímelos junto al horno."
919 Ahi se enredó la madeja y su enemistá conmigo; se
declaró mi enemigo, y, por aquel cumplimiento, ya sólo buscó el
momento de hacerme dar un castigo. |
920 Yo vía que aquel maldito me miraba con
rencor, buscando el caso mejor de poderme echar el pial; y no
vive más el lial que lo que quiere el traidor.
921 No hay matrero que no caiga, ni arisco que no se
amanse; ansí, yo, dende aquel lance, no salía de algún
rincón, tirao como el San Ramón después que se pasa el
trance.
|