| 
       451 De ese modo nos hallamos empeñaos en la partida; no 
      hay que darla por perdida por dura que sea la suerte, ni que pensar 
      en la muerte, sino en soportar la vida.
       452 Se endurece el corazón, no teme peligro alguno; por 
      encontrarlo oportuno allí juramos los dos: respetar tan sólo a 
      Dios; de Dios abajo, a ninguno.
       453 El mal es árbol que crece y que cortado retoña; la 
      gente esperta o bisoña sufre de infinitos modos; la tierra es madre 
      de todos, pero también da ponzoña.
       454 Mas todo varón prudente sufre tranquilo sus 
      males; yo siempre los hallo iguales en cualquier senda que 
      elijo; la desgracia tiene hijos, aunque ella no tiene madre.
       455 Y al que le toca la herencia, donde quiera halla su 
      ruina: lo que la suerte destina no puede el hombre evitar, porque 
      el cardo ha de pinchar es que nace con espinas.
       456 Es el destino del pobre un continuo zafarrancho y 
      pasa como el carancho, porque el mal nunca se sacia, si el viento de 
      la desgracia vuela las pajas del rancho.
       457 Mas quien manda los pesares manda también el 
      consuelo: la luz que baja del cielo alumbra al más encumbrao, y 
      hasta el pelo mas delgao hace su sombra en el suelo.
       458 Pero por más que uno sufra un rigor que lo 
      atormente, no debe bajar la frente nunca, por ningún motivo: el 
      álamo es mas altivo y gime constantemente.  | 
    
       459 El indio pasa la vida robando o echao de panza; la 
      única ley es la lanza a que se ha de someter: lo que le falta en 
      saber lo suple con descondianza.
       460 Fuera cosa de engarzarlo a un indio caritativo: es 
      duro con el cautivo, le dan un trato horroroso; es astuto y 
      receloso, es audaz y vengativo.
       461 No hay que pedirle favor ni que aguardar 
      tolerancia; movidos por su inorancia y de puro desconfiaos, nos 
      pusieron separaos bajo sutil vigilancia.
       462 No pude tener con Cruz ninguna conversación: no nos 
      daban ocasión, nos trataban como ajenos como dos años, lo 
      menos, duro esta separación.
       463 Relatar nuestras penurias fuera alargar el 
      asunto. Les diré sobre este punto que a los dos años recién nos 
      hizo el cacique el bien de dejarnos vivir juntos.
       464 Nos retiramos con Cruz a la orilla de un pajal; por 
      no pasarlo tan mal hicimos como un bendito en el desierto 
      infinito, con dos cueros de bagual.
       465 Fuimos a esconder allí nuestra pobre 
      situación, aliviando con la unión aquel duro cautiverio, tristes 
      como un cementerio al toque de la oración.
       466 Debe el hombre ser valiente si ha rodar se 
      determina, primero, cuando camina; segundo, cuando descansa; pues 
      en aquellas andanzas perece el que se acoquina.  | 
    
       467 Cuando es manso el ternerito en cualquier vaca se 
      priende; el que es gaucho esto lo entiende y ha de entender si le 
      digo que andábamos con mi amigo como pan que no se vende.
       468 Guarecidos en el toldo charlábamos mano a 
      mano: eramos dos veteranos mansos pa las sabandijas, arrumbaos 
      como cubijas cuando calienta el verano.
       469 El alimento no abunda por mas empeño que se 
      haga; lo pasa uno como plaga, ejercitando la industria, y siempre 
      como la nutria viviendo a la orilla del agua.
       470 En semejante ejercicio se hace diestro el 
      cazador: cai el piche engordador, cai el pájaro que trina; todo 
      bicho que camina  va parar al asador.
       471 Pues allí a los cuatro vientos la persecución se 
      lleva; nadie escapa de la leva y dende que el alba asoma ya 
      recorre uno la loma, el bajo, el nido y la cueva.
       472 El que vive de la caza a cualquier bicho se 
      atreve, que pluma o cáscara lleve, pues, cuando la hambre se 
      siente, el hombre le clava el diente a todo lo que se mueve.
       473 En las sagradas alturas esta el Máestro 
      principal que enseña a cada animal a procurarse el sustento, y le 
      brinda el alimento a todo ser racional.
       474 Y aves y bichos y pejes se mantienen de mil 
      modos: pero el hombre en su acomodo es curioso de oservar: es el 
      que sabe llorar y es el que los come a todos.
   |